Entrevista > José María Reyes / Cirujano del Perpetuo Socorro y la Plaza de Toros (Alicante, 9-diciembre-1947)
A sus 71 años aún no quiere pronunciar la palabra ´jubilación`. Su padre, Vicente Reyes Mas, también fue un cirujano histórico de Alicante, y estuvo salvando vidas hasta casi su último día. Parece que José María Reyes Gomis se ha propuesto repetir los pasos de quien fuera su progenitor.
Hablar con José María (o Chema como le llaman sus amigos) es conversar con una eminencia en sanidad… y en tauromaquia. Gran aficionado a la fiesta nacional, desde hace casi dos décadas ejerce de cirujano jefe de la Plaza de Toros. Muchos sustos en su haber, pero afortunadamente ninguna desgracia que lamentar.
Tu padre era cirujano y trabajó también en la Plaza de Toros. Parece que has reproducido su carrera casi tal cual
Sí, mi familia y la Medicina hemos ido siempre de la mano. Somos nueve hermanos, de los cuales cuatro nos hemos hecho médicos y dos enfermeras. Es cierto que mis hermanos se han especializado en otras ramas. Yo me hice cirujano general como mi padre.
Curiosamente fue él quien hizo la primera intervención con anestesia general de la historia del Hospital Central de Alicante, una operación de apendicitis. Años después, yo realicé la primera colecistectomia laparoscópica en el mismo hospital.
¿Cómo es esto de salvar vidas casi a diario?
Estamos acostumbrados a ello. Una simple apendicitis, si no lo operas, es una condena a muerte. La filosofía del cirujano es justo esa. Es el acto que separa la enfermedad de la parca.
Imagino que han evolucionado mucho los medios desde los tiempos que empezaste.
Muchísimo. Especialmente la cirugía laparoscópica, que fue una revolución tremenda y aún sigue evolucionando. Aquello supuso un cambio brutal. Lo normal hasta entonces era que el paciente estuviera hospitalizado mínimo ocho o diez días después de una intervención. Ahora hay veces que ya la misma tarde se pueden ir a su casa.
«Para las cosas importantes, siempre es mejor la sanidad pública que la privada»
Has trabajado durante casi toda tu carrera compaginando la sanidad privada y la pública. ¿Con cuál te quedas?
La privada nunca podrá ser como la pública. La sanidad tiene un coste altísimo, y por tanto se necesita un capital para que funcione que solo lo puede aportar la administración. Es cierto que la privada puede responder mejor en algunas cosas muy puntuales. Sin embargo, ante cualquier problema serio, grande y complicado siempre recomiendo la pública.
Por ejemplo, si te rompes el tendón de la mano puedes irte a donde quieras para que te la arreglen, pero si tienes una gran quemadura o un traumatismo torácito, mejor un centro público.
«La Sanidad española es de las mejores del mundo. Falta acercarla más a la gente»
Aun así, mucha gente se desespera con la listas de espera de la pública y se acaba yendo a la privada.
Mira, tenemos en España una sanidad pública que es de lo mejorcito del mundo. Si la comparamos con países más ricos como Francia, Reino Unido o Italia, estamos bastante por encima de ellos. Es difícil mejorar lo mejor, hay que cuestionárselo filosóficamente. Somos pioneros en trasplantes y en muchas más cosas. Todo esto cuesta un dinero muy grande. Hoy en día la Medicina es más cara que nunca.
Quizás el objetivo no deba ser mejorar toda la sanidad, sino algunos aspectos básicos. Como por ejemplo abrir más centros para que sea más cercana a las personas.
¿Tiene sentido que tengamos 16 sanidades públicas distintas en España?
Ninguno. Si todos pagamos nuestros impuestos, es injusto que tengamos sanidades distintas. Es más, te vas a La Coruña de viaje y resulta que allí no te pueden atender.
Pero ha gobernado izquierda y derecha en España varias veces, y ningún gobierno ha arreglado esto nunca. ¿Por qué?
Es difícil encontrar alguna razón, la verdad. En el fondo esto radica en el debate autonómico. ¿Son necesarios 16 gobiernos dentro de España? Al final tenemos un montón de duplicidades, que además nos cuestan mucho dinero y es un grifo tremendo de deuda.
«En Madrid tienen una Sanidad que funciona bastante mejor que en la Comunidad Valenciana»
Respecto al resto de España, ¿cómo estamos en la Comunidad Valencia en Sanidad?
Estamos en un término medio. Las hay peores y las hay mucho mejores. Seguramente Madrid sea donde están mejor organizados y funcionan mejor. En la última selección de plazas Mir, las de Madrid han sido las primeras en ocuparse.
Además de tu trabajo en el hospital, desde joven formas parte del equipo médico de la Plaza de Toros.
Fue prácticamente nada más terminar la carrera. Siempre tuve una gran afición por el mundo taurino, y además mi padre era el cirujano jefe de la Plaza. Empecé como uno de sus ayudantes. Fui ascendiendo y cuando mi padre falleció ocupé su puesto. Desde 1990 hasta ahora, ahí sigo.
¿Qué toreros fueron tus primeros ídolos?
Recuerdo con mucho cariño la rivalidad mítica entre Pacorro y el Tino. Yo era muy pequeño, y ahí fue cuando me enganché. Me gustaban algo más las formas de Pacorro, aunque luego he sido amigo del Tino e incluso le operé una vez estando ya retirado.
Aunque Alicante ya tenía una cierta tradición taurina, quizás Pacorro y el Tino fueron quienes inventaron el ‘fenómeno fan’ allá en los años 50.
Desde luego, llenaban plazas e incluso sus aficionados hacían desplazamientos multitudinarios. Recuerdo una corrida del Tino en Madrid que llevó cincuenta autobuses y tres trenes llenos, con lo que en aquella época costaba viajar a Madrid, que no era precisamente un trayecto de dos horas y media en AVE. Pacorro también movilizaba a todo el barrio de San Blas. Era algo tremendo.
Más tarde también fui mucho de Vicente Fernández ‘el Caracol’, con sus famosos ’Jueves del Caracol’. Fue una época en la que se generó mucha afición en Alicante.
¿Se toreaba mejor entonces o ahora?
Mucho mejor ahora, ha evolucionado una barbaridad. Aunque sigamos mitificando a las grandes leyendas como Manolete, los diestros de hoy han llevado el toreo a un nivel muy superior.
Entre todos los toreros que han salido en Alicante, ¿qué distinguió a Manzanares para que se convirtiera en leyenda?
Era un torero de toreros. Cuando un maestro lleva a la plaza a decenas de compañeros a verle, eso quiere decir algo.
Pues muchos piensan que su hijo tiene más técnica…
Efectivamente, su hijo tiene más técnica. Pero el padre tenía un cuelgue tremendo. Ésta es una profesión de arte. Aunque se necesita mucha técnica para realizar obras de arte, hay otras cosas que vienen de la inspiración y el duende.
Como cirujano jefe de la Plaza, ¿cuál fue tu primer susto?
Justo en el año que comencé, el Litri sufrió una cogida en Alicante. Fue una herida muy aparatosa, mi primer encuentro con la responsabilidad de una cornada importante. Afortunadamente lo solucionamos, y tuvo una gran carrera.
«Si Escribano hubiera perdido un 10% más de sangre se nos va»
Quizás la más grave fuera la de Manuel Escribano en 2016, ¿no?
Sobre todo por la urgencia. Tardamos cinco minutos en detener la hemorragia masiva que tenía. Perdió el 50% de la sangre. Si hubiese llegado a un 60% se habría muerto sin duda.
También hubo una muy grave en 2007. En este caso no fue a un torero, sino a un empleado de la Plaza, al portonero. Por un despiste en el cierre de las puertas salió el toro, le metió el pitón y le arrancó un trozo del esternón.
Sin embargo, en toda la historia de la Plaza de Alicante solo hay que contar un fallecido y fue en 1911. ¿Tantos años sin desgracias es suerte o mérito del equipo médico?
La suerte influye muchísimo. Todo depende de donde incide el pitón.
«Ahora el torero corre menos riesgo de muerte, pero hay heridas que siguen siendo igual de mortales»
Pero hoy un torero tiene menos riesgo de morir que antes, ¿no?
Por supuesto hoy en día salvamos a algunos toreros que, con esas heridas, en otras épocas no habríamos podido. Pero la gravedad radica siempre en la localización de la cornada. Eso sí que no ha cambiado nada. Continúan habiendo heridas mortales que son imposibles de tratar. Como la de Manolo Montoliu en el tórax, aunque estuviera en un hospital con el mejor quirófano posible no habría tenido solución.
¿En la Feria de Hogueras cuántos sois en el equipo médico?
Somos unas ocho o nueve personas. El cirujano jefe que soy yo, un cirujano toracixo, un cirujano vascular, un anestesista, médicos, los ATS y enfermeros. En la mayoría de las corridas afortunadamente no tenemos que intervenir y somos meros espectadores.
¿Influye en el torero que conozca y confíe en el cirujano jefe de la Plaza para que se arrime más en la faena?
Yo creo que no. Los toreros tienen otras cosas en la cabeza. Su principal motivación es su progresión. Siempre quieren estar mejor que la última vez. Es como lo de si le afecta la afluencia del público o la presidencia de la plaza, pero para mí esos factores no influyen tanto.
¿Los grandes toreros son aquellos que han sufrido un gran percance y aun así se siguen arriesgando?
Recuerdo cuando asistimos de una cornada a Finito de Córdoba, que llevaba más de 2.000 corridas y tuvo su primera cogida aquí en Alicante. Aquello no le cambió su trayectoria y su calidad. Hay toreros que son gladiadores. Si quieren triunfar de verdad, deben tener asumido que sufrirán una cogida. Si solo quieres torear hasta que sufras una, nunca serás torero.
¿Crees que la tauromaquia se ha convertido en una afición ´de viejos`?
Se ha perdido afición, eso está claro. Sigue habiendo mucha gente joven. Es raro que una persona de 20 años venga por primera vez a la Plaza y se enganche. Normalmente los que somos aficionados lo somos desde niños porque vamos a los toros con nuestros padres o abuelos, porque hemos disfrutado desde siempre las fiestas de nuestro pueblo como la Vaca de San Juan, etc.
La crisis económica hizo mucho daño y aún no nos hemos recuperado de sus efectos. A la gente joven le es bastante más barato comprar una entrada para el cine que para los toros.
¿Ha perdido la tauromaquia la batalla social de lo que está ´bien visto` o ´mal visto`?
No creo que aún se haya perdido, pero sí ha habido una propaganda muy agresiva en su contra por parte de ciertos sectores con argumentos muy mediocres para terminar con la fiesta. Es un patrimonio cultural, económico y social. No existe una razón fundamentada para esta lucha encarnizada que hay contra ella.
Mucha gente desconoce los efectos que supondría cargarse todo el sistema y las ganaderías taurinas. Es una aberración pretender comparar los derechos de los animales con los de las personas.
«Si desvirtuamos la tauromaquia hacia algo menos violento, vamos a acabar con la fiesta»
¿El futuro de la fiesta podría evolucionar hacia algo menos violento?
La esencia de la tauromaquia es la que es. Si intentamos reconvertirla y desvirtuarla, sería la muerte de la fiesta.
¿Con qué toreros has tenido más amistad?
Sobre todo con los alicantinos, como los Esplá o los Manzanares. También con alguno que tuvieron percances graves y yo les intervine, caso de Juan José Padilla o del propio Manuel Escribano.
¿Qué jóvenes promesas alicantinas crees que despuntarán en el futuro?
No sé qué decirte, es un mundo tan difícil que a pesar de que valgas y te esfuerces, muchos se quedan en el camino. En esto o eres un genio, o tienes que aportar una cantidad de capital brutal para dar los primeros pasos, porque todos empiezan con novilladas y ahí se pierde dinero. Hay algunos que por mucho que trabajen nunca llegarán, porque se necesita un talento innato para ser genial.
Francamente, ¿te gustaría que tu hija o un familiar fuera torero?
Para nada. El orgullo que podría sentir no compensaría lo mal que lo pasaría en la Plaza.
Cuando te retires… ¿te jubilarás del Hospital y la Plaza al mismo tiempo?
Difícil decisión. Honestamente, no lo sé. Me gusta mi profesión y de momento no pienso en jubilarme. Desde el año pasado ya solo estoy en la sanidad privada y ahora tengo un horario más tranquilo. Hasta que no llegue el momento no te puedo contestar (risas).