ENTREVISTA > Adrián Carratalá / Mago creativo (Petrer, 2-noviembre-1987)
¿Es posible hacer del engaño un arte? ¿Es lícito intentar embaucar a un auditorio y que nosotros, como espectadores, no solamente lo sepamos sino que lo aplaudamos? A estas cuestiones y a muchas más se enfrenta casi a diario Adrián Carratalá, un mago de Petrer que ha alcanzado una meta que muy pocos han tenido a su alcance: conseguir engañar a dos experimentados magos americanos con uno de sus trucos.
Campeón de España
Este ilusionista, dos veces campeón de España de magia, participó en el programa ‘Penn & Teller Fool Us’ de la televisión estadounidense ‘The CW’, que se graba en Las Vegas y que es presentado por la conocida actriz Alyson Hannigan. Allí, el mago de Petrer realizó un novedoso truco en el que hacía desaparecer el anillo de una espectadora para hacerlo reaparecer a continuación atado al cordón de uno de sus zapatos.
La mecánica del programa consiste en que los dos veteranos magos del jurado, Penn Jillete y Raymond Joseph Teller, más conocidos como el dúo Penn & Teller, con más de 40 años de trayectoria y apariciones en numerosas series de televisión, deben tratar de averiguar cómo se ha hecho el número en cuestión.
Sólo el 15 % de los magos que han pasado por el programa han logrado engañar al dúo Penn & Teller
Ganador del galardón ‘Fooler’
Según datos de la cadena, de los más de 350 magos que han pasado por el programa en seis temporadas, sólo el 15 % ha logrado engañar al jurado, siendo Adrián Carratalá uno de ellos y obteniendo por tanto el galardón ‘Fooler’.
Para intentar aprender algo más sobre el truco y que nos cuente cómo lo ha hecho, hemos visitado el taller donde este ilusionista crea todos sus números de magia. Al cruzar el umbral nos hemos encontrado con infinidad de cajas cerradas, bultos, libros, galardones y estanterías debidamente ordenadas y repletas de recuerdos de todas sus actuaciones, pero les avisamos de antemano que no hemos conseguido sacarle ni una sola palabra, porque es cierta esa frase que dice que un mago nunca revela sus secretos.
¿Cómo lograste engañar a dos magos tan reputados como Penn y Teller?
Son dos magos profesionales con 40 años de trayectoria, aparte de ser súper innovadores y muy vanguardistas. El efecto que yo les presenté es un juego en el que llevaba trabajando más de cinco años; está basado en un juego clásico, pero le di una vuelta para que el funcionamiento fuera totalmente diferente.
Eso es lo que a los magos les despista mucho, porque esperan que funcione como lo hacía antiguamente y cuando descubren que las condiciones son mejores, ya no saben por dónde van los tiros. El efecto es que pido un anillo prestado de una espectadora, lo hago desaparecer en la punta de los dedos y automáticamente reaparece atado al cordón de mi zapato.
¿Pensabas que ibas a conseguir engañarlos?
Sí, y aunque al final todo depende de cómo salga la situación en ese momento, yo iba con la seguridad de que iba a poder engañarlos porque llevaba muchos años trabajando en ello. Además el truco ya lo había mostrado a otros magos y les había conseguido engañar.
¿Cuál es el momento más complicado del número?
Hacer reaparecer el anillo, ese momento es crucial. Aunque se me vea abiertamente, yo tengo que hacer y pensar muchas cosas durante esos breves instantes para que ocurra lo que tiene que ocurrir.
¿Y si te llegan a pillar?
Nada, simplemente me habrían dado un fuerte aplauso y el viaje a Las Vegas no me lo habría quitado nadie (risas). A los que pillan se les trata muy bien, al final se trata de disfrutar de un buen espectáculo de magia. Son muy cuidadosos, cuando te lo descubren lo hacen dándote códigos con doble sentido para que los magos lo entiendan y los espectadores no sepan de lo que están hablando.
«Me enamoré del arte de la magia después de ver la película Mary Poppins»
Hablando de tu trayectoria profesional, empezaste en la magia con diez años y la primera vez que te subiste a un escenario fue en el Teatro Castelar. ¿Cómo llegaste a dedicarte al ilusionismo?
Empezó todo con el cine, con la película Mary Poppins, me quedé fascinado con los efectos especiales de aquella película hechos a la antigua usanza. Por esa época me encontré en la librería de mis abuelos un libro de magia, empecé a leerlo y descubrí que todo lo que había visto en la tele se podía hacer en la realidad, así que me enamoré por completo de este arte y ya no lo abandoné jamás.
«A veces una idea absurda a la que no has dado ningún valor, de repente te conecta con otra cosa»
¿Cómo se crea un número desde la nada hasta que lo muestras en un escenario al público?
Puede partir de varios puntos diferentes. Hay veces que parte de una imagen que yo tengo en la cabeza y que quiero ver en el escenario. Por ejemplo, para el de la camisa de fuerza que yo hago he partido de una imagen, que era que quiero ver a un mago en el escenario en apuros, mientras los espectadores le están pegando con palos, intentando escapar. La imagen era absurda y a partir de ahí construyo toda una narrativa para llegar hasta esa imagen y que tenga sentido.
Pero otras veces, yo, como creativo, tomo notas de todo lo que me pasa, de todo lo que veo, de todo lo que se me ocurre y hay veces que una idea absurda que al principio no la había dado ningún valor, de repente te conecta con otra cosa. Una buena forma también es tomar trucos clásicos y darles ese giro para renovarlo y que sea totalmente nuevo.
A diferencia de la mayoría de magos tú no empezaste con la cartomagia, ¿no te gusta esta técnica porque está demasiado vista quizá?
A mí me da esa sensación. Yo estudié cartomagia porque lo bueno es saber de todo y cuantos más recursos tenga mejor. Hago alguna cosita y me desenvuelvo con soltura, a veces actúo con baraja, pero intento tocarlo lo menos posible porque al final sacas una baraja y el público ya piensa ‘Ah, lo de las cartas’, y todavía no sabe lo que vas a hacer, y yo como mago innovador quiero ofrecer al público algo que no hayan visto nunca. Con los años he intentado retirar ese tipo de objetos que para mí tienen prejuicio.
Además de tus espectáculos creas números de magia para otros magos, ¿dónde te sientes más a gusto, desarrollando en el escenario tus propios juegos o creándolos para los demás?
Me siento igual de cómodo, cuando estoy encima del escenario lo disfruto tanto como cuando estoy en mi escenario encerrado creándolo. Va por épocas, hay etapas que me encantaría no dejar de actuar y otras en las que me encantaría encerrarme en mi estudio y no salir durante meses.
«No entiendo otra forma de hacer magia que no sea con humor»
A tus espectáculos te gusta darles un toque de humor, ¿de qué manera puede ayudar al desarrollo de un número?
Lo del humor ha sido para mí una pelea interna durante muchos años, porque el humor en sí mismo es otro arte también. Tanto la magia como el humor tienen sus códigos, y me pasaba muchas veces que cuando hacía humor y hacía magia, uno se comía al otro. Pero al final me di cuenta de que esa mezcla interesante no la tiene todo el mundo y de que el conjunto es lo que define mucho mi estilo.
Se puede utilizar el humor incluso como trampa dentro de la magia, porque cuando la gente se está riendo no está mirando donde tiene que mirar, o de repente se relaja y a mí me permite hacer un movimiento que nadie se espera. No entiendo otra forma de hacer magia que no sea con humor, y lo he intentado, pero no me sale.
Además, si un truco no te sale puedes disimular
Absolutamente, es una red de seguridad total. Tengo compañeros que hacen magia seria y yo no sé cómo saldrían de un apuro cuando surge, porque surge, son muchas horas encima de un escenario y te pueden pasar mil cosas. Yo en más de una ocasión he utilizado el humor como recurso, he reconducido el show y nadie se ha enterado de que las cosas no habían salido bien.
«Lo que más me molesta es ese tipo de espectadores que te pillan un truco y lo gritan a los cuatro vientos»
¿Notas que algún espectador va solo a pillarte?
Sí, pero esos son mis favoritos (risas). Yo siempre digo que hoy en día todo el mundo sabemos que esto es un espectáculo, que nadie pretende engañar a nadie, y que hay dos tipos de espectadores de magia: el que disfruta intentando encontrar el secreto y el que disfruta desconectando y dejándose llevar.
A mí lo que más me molesta de ese tipo de espectadores es que intente gritarlo a los cuatro vientos, porque está estropeando la ilusión de muchos otras personas que a lo mejor no les apetecía saber cómo se hace.
¿Quiénes son tus maestros en el mundo de la magia?
De pequeño tuve el apoyo del mago Dexter, que es un mago de Petrer. Él me puso en contacto con tiendas de magia y fue un salto de mis libros a conocer el entorno mágico. Luego a nivel internacional, Tommy Wonder, que era holandés, y para mí ha sido un referente sobre todo en cuanto a construcción de la trampa y cómo se elabora esa estrategia para que el espectador no sea nunca capaz de encontrar el engaño. Y sobre todo Copperfield, que para mí es de los mejores que ha habido y habrá.
De españoles indudablemente está Juan Tamariz, que aunque a mí me ha encantado siempre, no me ha influido tanto en mi estilo. Quizá en el humor. Tamariz marcó una forma de hacer magia en España, que era la magia con humor.
«Los magos estamos hoy en día utilizando constantemente tecnologías que de aquí a unos años serán de uso común»
¿La tecnología ayuda a desarrollar un truco?
Siempre ha ocurrido así. Hay una frase que dice que cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia, y los magos hoy en día estamos utilizando tecnologías que de aquí a unos años serán tecnologías de uso común y las tendremos normalizadas, no te puede decir cuáles, pero sí que dentro del mundo de la magia se ven desarrollos tecnológicos muy avanzados.
¿Algún truco que no te salga y no puedas con él?
El último que de verdad se me enquistó ha sido este de Penn y Teller. Generalmente cuando se me ocurre una idea a los pocos meses la tengo más o menos resuelta y ya puedo empezar a probarla delante del público para ir rodándola, pero esta en concreto me costó cinco años que funcionara. La idea original era muy sencilla, el procedimiento tenía que funcionar sí o sí, pero luego cuando lo probaba no funcionaba y no entendía por qué.
¿Tienes ahora algún número entre manos que estés creando?
Tengo varios en tránsito. Ahora, más que un efecto en sí, lo que estoy elaborando es un espectáculo y llevo un montón de ideas en marcha.