DANA (Depresión Atmosférica aislada en Niveles Altos) llegó al sureste mediterráneo y soltó todo lo que tenía. El resultado, la gota fría más catastrófica de los últimos 140 años en nuestras tierras, según ha determinado la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET).
En solo 48 horas se registraron unos 425 litros por metro cuadrado en Orihuela, uno de los principales epicentros de la DANA. Durante esos dos días tan intensos que perdurarán en nuestra memoria colectiva por mucho tiempo, el 12 y el 13 de septiembre, fueron rescatadas casi 700 personas por los cuerpos de seguridad en la Comunidad Valenciana. También más de 200 vehículos. Solo durante el viernes 13, el Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat recibió 7.000 llamadas telefónicas al 112.
Los destrozos materiales y agrícolas han sido innumerables, pero sin duda el dato más estremecedor fue la pérdida de seis vidas humanas a causa de las lluvias torrenciales. Dos de las víctimas fallecieron en nuestra provincia (uno en Orihuela y el otro en Redován).
Pasada la tormenta, llega la calma. Ahora toca reconstruir, pero también reflexionar acerca de algunas cuestiones. ¿Podría haberse evitado esta catástrofe? ¿Nos volverá a tocar sufrir pronto algo así? ¿Debemos prepararnos mejor? ¿Podríamos aprovechar toda esta agua para paliar nuestros habituales problemas de sequía durante el resto del año? Éstas son las respuestas que nos han dado los expertos.
Zona de riesgo y cambio climático
“Nuestro litoral es una de las mayores ‘regiones-riesgo’ de Europa. Aquí convergen una alta peligrosidad natural de frecuencia de gotas frías con una elevada densidad poblacional y actividad económica, y esto nos hace estar especialmente expuestos al riesgo”, nos señala Jorge Olcina, responsable académico del Laboratorio de Climatología de la Universidad de Alicante.
“Tenemos constancia histórica de que la cuenca del río Segura se viene desbordando cada ciertos años por lluvias torrenciales, al menos desde el siglo XIII” nos indica el oriolano Rafael Martínez-Campillo, quien fuera diputado nacional por el CDS en la Transición y ahora ejerce como abogado urbanista especializado en hidrografía.
Si bien es cierto que nuestra zona tradicionalmente siempre ha sido muy propensa a sufrir inundaciones, ahora también hay que añadirle los efectos del cambio climático que, según nos explica Olcina, están contribuyendo a empeorar la situación. “Históricamente estas riadas eran menos frecuentes y solían producirse más en otoño, hacia octubre o noviembre”.
Tal y como nos señala, existen dos factores que han cambiado esta tendencia. En primer lugar el incremento de 1,5 ºC de la temperatura media del mar Mediterráneo frente a las costas de la Comunidad Valenciana y Murcia respecto a hace tres décadas. Por otro lado, los cambios registrados en la circulación atmosférica de nuestras latitudes medias en los últimos 20 años.
“Ahora es más factible que se formen grandes nubes muy cargadas de agua y energía. Un mar caliente es la materia prima que utilizan las situaciones inestables de gota fría” nos indica el climatólogo.
«DANA fue prevista con 24 horas de antelación, pero no hubo reacción política» R. Martínez-Campillo (abogado urbanista)
Alerta y actuación
Una vez que la gota fría está formada, no hay medio humano conocido para evitarla. Solo queda tratar de identificar lo antes posible su localización y decretar la alerta roja.
“De forma fiable podemos prevenir que se va a formar con cinco días de antelación. Ahora bien, la intensidad y el lugar exacto apenas unas 12-18 horas antes. En el caso de la DANA la AEMET consiguió dar la alerta a 24 horas de la caída del agua. Esto tuvo mucho mérito, y sin duda contribuyó a salvar vidas” nos asegura Olcina.
Tras el aviso de los meteorólogos, a las administraciones les toca actuar. Pero en este aspecto nuestros expertos no están tan contentos de cómo se realizaron las cosas.
“Aquí hemos hecho algo tan español cómo esperar a ver qué pasaba, en vez de preguntarnos qué podíamos hacer. Por regla general los políticos se dedicaron a cerrar los colegios y recordar a los ciudadanos que sacaran el paraguas. En estas horas previas tan importantes hay que limpiar los cauces, repasar las motas, quitar los objetos de las calles que puedan ser desplazados, distribuir maquinaria a los puntos críticos… El hecho de que muchos camiones de bomberos quedaran inutilizados evidencia que algo no ha funcionado” critica Martínez-Campillo.
El abogado urbanista incluso demanda una mayor cultura de prevención de riesgos durante todo el año. “En Japón saben que son una zona propensa a sufrir terremotos y por eso en los colegios educan a los niños para que estén preparados ante una situación de emergencia. Nosotros también vivimos en un lugar con riesgo a catástrofes naturales, deberíamos vivir más en consecuencia con ello” propone.
El 7,5 % del suelo urbanizado de la provincia está considerado como ‘zona de alto riesgo de inundación’
Zonas inundables
Lo cierto es que una vez las lluvias comenzaron y el operativo de salvamento sí funcionó con bastante eficacia. Tal y como reseñamos más arriba, la gran mayoría de las personas fueron rescatadas exitosamente por las fuerzas de seguridad y puestas a salvo.
“Sin duda hubo mucha coordinación de la Generalitat y Diputación con los ayuntamientos. Hay que felicitar a Ximo Puig y a Carlos Mazón por ello. Este es el camino” se congratula Rafael Martínez-Campillo.
Ahora bien, nuestra provincia se enfrenta a una difícil realidad cada vez que ocurre una inundación que sin duda dificulta enormemente el trabajo de los profesionales de rescate y pone en peligro a gran parte de la población. Resulta que aproximadamente el 7,5 % del territorio provincial está urbanizado sobre suelo considerado ‘inundable de alto riesgo’. Esto supone una extensión de nada menos que unos 22 millones de m2 indebidamente construidos.
“Antiguamente la mayoría de las ciudades, pueblos y pedanías se construyeron en terrenos de riesgo. Es normal, hasta el 80% del territorio de la Vega Baja se considera inundable” nos explica el abogado urbanista Martínez-Campillo.
Más legislación
Sin embargo no podemos culpar solamente a nuestros antepasados de este problema, pues durante las últimas décadas hemos incluso acrecentado este fenómeno urbanístico. Especialmente desde el boom turístico de los años 60 se han seguido levantando numerosos edificios y urbanizaciones en zonas tan fácilmente inundables como cauces de ríos, ramblas o barrancos.
Tras la gran riada ocurrida en 1987, el gobierno español endureció la legislación para poner cierto freno a estas construcciones sin mesura. A raíz de otra gran gota fría sufrida en 1997, también la Generalitat Valenciana elaboró un nuevo plan de prevención de riadas denominado Patricova, que sería definitivamente aprobado en 2003.
“Desde los años 90 ya vienen existiendo unos requisitos lógicos para que no se puedan realizar planes de ordenamiento urbano sin tener en cuenta los criterios de inundabilidad. Existe una policía fluvial que persigue estas irregularidades” nos explica el exdiputado nacional.
«Solo Guardamar, Redován, Formentera y Santa Pola han adaptado sus planes generales a los requisitos de seguridad» R. Martínez-Campillo (abogado urbanista)
Planes urbanísticos obsoletos
¿Significa esto que las imprudencias urbanísticas en la Costa Blanca finalizaron en los 90? Ni mucho menos. En realidad son muy pocos los ayuntamientos que han aprobado planes urbanísticos adaptados a la nueva legislación, y en muchos municipios aún se continúa ejecutando un ordenamiento urbano diseñado hace más de 30 años.
“El problema de todo es que para tramitar un plan de ordenación urbana se necesitan unos diez años. La mayoría de las corporaciones evitan meterse en estos asuntos tan políticamente turbios y prefieren pasarle la pelota a la siguiente corporación. De hecho algunos planes nacen ya muertos, pues la realidad del municipio ha cambiado completamente durante los años que tarda la burocracia” se lamenta Martínez-Campillo.
De hecho, según nos indica el abogado urbanista, tan solo hay cuatro municipios en todo el sur de la provincia (Guardamar, Redován, Formentera y Santa Pola) que hayan aprobado nuevos planes generales vigentes realmente adaptados a las exigencias del Patricova.
“En algunas localidades han impulsado varios planes parciales. Es cierto que son más fáciles de tramitar, tardan unos cinco años, pero no dejan de ser parches que no actúan sobre un conjunto. Necesitamos una gestión administrativa y burocrática mucho mejor para que todos los municipios tengan planes generales que aseguren que se construye donde se debe y que sean edificaciones bien equipadas sin bajos fácilmente inundables. Falta voluntad política y sobran disputas” afirma Martínez-Campillo.
Casas sin licencia
Por si fuera poco, incluso allá donde sí existe una normativa estricta también nos podemos encontrar con construcciones sin licencia que escapan a todo control legal. Si bien es muy difícil determinar el número exacto de viviendas ilegales que pueda haber en nuestra provincia, es de sobra conocido que abundan y han sido un pilar básico de nuestra economía sumergida.
Todas estas edificaciones que se sitúan en dominios hidráulicos siempre son las más dañadas por la fuerza de las riadas. “Durante estos días el Segura ha alcanzado una velocidad de 5.000 metros cúbicos por segundo. Esto es una barbaridad de agua que arrasa todo lo que encuentra a su paso. Nuestra gestión imprudente del territorio nos ha llevado a situaciones drásticas. Las administraciones locales tienen que tomar mucha mayor conciencia y contar con profesionales geógrafos, geólogos o ambientalistas que sí saben cómo ordenar el territorio” nos indica Olcina.
Tal solo el 10 % de las calles de la provincia están preparadas para evacuar el agua de las riadas
Calles no preparadas
Al problema de todas estas construcciones tan propensas a sufrir los daños de las riadas, se suma la falta de sistemas adecuados para evacuar el agua. Según un estudio publicado por el Instituto de Geografía de la Universidad de Alicante en 2011 y dirigido por Jorge Olcina, tan solo un 10 % de nuestras calles están preparadas para las lluvias torrenciales.
Los expertos identifican a Alicante como la ciudad más segura de la provincia, pues tras la riada de 1997 se realizaron grandes obras por la Rambla y otras calles problemáticas. Además, las localidades que dan al mar siempre son más fáciles de vaciar. Es el caso también de Santa Pola, donde llegaron a caer hasta 230 litros por metro cuadrado, pero sus calles permanecieron menos tiempo inundadas que en otros municipios del interior de la Vega Baja donde incluso llovió con menor intensidad.
En el extremo contrario se sitúa Orihuela, cuyo río multiplica el riesgo de desbordamiento y riada. “Cuando yo era diputado apoyé un proyecto para desviar el cauce del Segura como hicieron con el Turia en Valencia. Sin embargo al final construyeron una cementada horrible que destrozó parte del Casco Antiguo” se lamenta Martínez-Campillo.
Algunas otros municipios que se vieron especialmente afectados por el desbordamiento del Segura fueron Almoradí, Dolores o Algorfa. “Éstas son localidades pequeñas que tienen muy complicado financiar grandes obras anti riada. Aquí es indispensable la ayuda económica de la Diputación y la Generalitat” nos indica el exdiputado oriolano.
Los afectados por la DANA tienen hasta el 14 de octubre para solicitar ayudas económicas de entre 1.500 y 4.500 € a la Generalitat
Ayudas y reparaciones
Se calcula que más de 300.000 hectáreas de campos de cultivo han sido arrasadas por la DANA en todo el sureste mediterráneo, así como también ha causado innumerables destrozos materiales. Son más de 20.000 personas las que han reclamado indemnizaciones al Consorcio de Seguros.
El Consell también ha habilitado una partida extraordinaria de 13,5 millones de euros para ayudas a particulares. La Generalitat otorgará un mínimo de 1.500 euros a todos aquellos perjudicados por la DANA cuya solicitud sea aceptada. Dicha cantidad puede incrementarse hasta los 4.500 euros dependiendo de cada caso.
La oficina central de ayudas se ha instalado en Orihuela, aunque también se pueden presentar solicitudes a través de suboficinas en Benferri, Dolores, Pilar de la Horadada, Almoradí, Bigastro, Catral y Callosa de Segura, así como en los ayuntamientos del resto de localidades de la Vega Baja, Elche, Crevillent y Santa Pola. El plazo para solicitar dichas ayudas finaliza este 14 de octubre.
“Costará tiempo reparar todos estos daños. Tal vez las administraciones deberían de instaurar un comisario de restauración, una figura al estilo francés que coordine todas las instituciones: gobierno nacional, autonómico, provincial y ayuntamientos. Esto ayudaría mucho a agilizar los trámites. También debería de crearse una subdelegación en la Vega Baja de la Confederación Hidráulica del Segura, porque actualmente tiene una visión muy murciana” opina Rafael Martínez-Campillo.
Los embalses apenas han subido sus reservas, pues la mayor parte de las precipitaciones cayeron en la costa
Pocas infraestructuras para almacenar agua
Por otro lado, la provincia de Alicante tampoco destaca precisamente por la proliferación de infraestructuras que puedan aprovechar y almacenar el agua recibida en la gota fría.
De hecho los embalses apenas han subido un 5% sus reservas durante estos días de temporal y el Segura tan solo está a un 26% de su capacidad, pues la DANA descargó la mayor parte de las precipitaciones en la costa y acabaron desembocando en el mar. Datos especialmente sangrantes en una zona que sufre habituales sequías y donde pueden pasar meses sin caer una sola gota sobre las tierras cultivadas.
“Necesitamos más embalses de laminación, como el de Santomera que hay en Murcia. Además de ayudar en tiempos de sequía, funcionan muy bien como depósitos en las inundaciones” opina Rafael Martínez-Campillo.
En el entorno de Alicante ciudad si existen algunas construcciones destinadas a la recogida de agua durante las precipitaciones, como el Parque la Marjal en la Playa de San Juan o el tanque de tormentas del barrio de San Gabriel. Sin embargo, precisamente la Vega Baja está bastante desprovista de este tipo de infraestructuras. Todos los climatólogos advierten que las probabilidades de que se repita una gota fría similar en futuros años son muy elevadas, por lo que convendría equipar cuanto antes la zona antes de que vuelva a ser demasiado tarde.