Entrevista > Raquel Guerrero / Responsable servicio de mediación escolar
Premiado en 2017 con el primer premio del Proyecto Europeo EASY Towns, el servicio de mediación escolar de l’Alfàs del Pi, iniciado en el curso escolar 2011-2012, se ha asentado como una herramienta fundamental para afrontar y resolver los conflictos que inevitablemente surgen en las aulas de los centros educativos.
Basado en la premisa de la búsqueda de soluciones entre iguales y apoyado por la concejalía de Educación del consistorio alfasino, las AMPAS del municipio y los equipos directivos de los cetros educativos, no tardó en dar el salto del IES l’Arabí, donde comenzó su andadura, a los tres Centros de Educación Infantil y Primaria (CEIP) con los que cuenta l’Alfàs del Pi.
Sistema eficaz
Además de haber demostrado su eficacia en la resolución de conflictos, no cabe duda de que uno de sus grandes –e imposible de cuantificar– logros es el de, arreglando ese tipo de situaciones cuando todavía son ‘de baja intensidad’, evitar que cuestiones normales del día a día de lugares en los que convive tanta gente deriven en problemas de acoso más graves.
Raquel Guerrero es la psicóloga encargada de este proyecto desde que arrancó su andadura y, por lo tanto, una de las personas que mejor conoce no sólo el funcionamiento del servicio de mediación sino, sobre todo –algo fundamental en este caso– el día a día de los estudiantes alfasinos, a los que ha formado y asesorado en unas habilidades, las de afrontar sus propias discrepancias, que formarán ya parte de sus cualidades en la vida adulta.
«La mediación da la oportunidad de salir del régimen interior del centro y fomentar un servicio entre iguales»
«El primer paso fue crear un equipo de mediadores»
¿Cómo nace este servicio de mediación en l’Alfàs del Pi?
En 2011-2012 terminé mi formación en mediación y lo veo como algo muy necesario, por lo que me fui al IES donde al director de aquel momento le pareció una buena iniciativa, como algo complementario a lo que ya estaban trabajando. Daba la oportunidad de salir del régimen interior del centro y fomentar un servicio entre iguales, es decir, que fueran los alumnos los que, entre ellos, ayudaran a resolver los conflictos.
Para esto, necesitábamos crear un equipo de alumnos y ese fue nuestro primer paso. Era una manera de hacer a los alumnos responsables de las situaciones que ellos mismos generaban, empoderándoles para que no dependieran de un tercero para su resolución.
¿Cómo ha evolucionado el proyecto en estos años?
En un primer momento sólo se formaba a alumnos mediadores y se realizaban las mediaciones. Conforme han ido pasando los años hemos indo incluyendo talleres a medida. En ocasiones, los conflictos no son interpersonales, sino que abarcan a un grupo o afectan al funcionamiento del aula.
Ahí detectamos esa necesidad de ver que podíamos hacer con los conflictos a nivel de grupo. Hemos ido adaptando el proyecto a las necesidades que iban surgiendo.
Del instituto, a los colegios
Y dieron el salto del instituto a los colegios.
Sí, vimos que los alumnos que llegaban a 1º de la ESO lo hacían más perdidos y eran más vulnerables a verse envueltos en algún conflicto, por lo que vimos la necesidad de comenzar a formar alumnos en 5º y 6º de primaria para permitir que tuvieran una base al llegar al instituto.
«Los conflictos virtuales acaban trasladándose al mundo real»
Parece que cada vez hay más problemas con el uso de las redes sociales y las nuevas tecnologías. En este sentido, ¿han cambiado mucho la tipología de conflictos entre los alumnos de 2011 a los de 2019?
Es verdad que son cosas que también surgen en las redes sociales, pero desde este proyecto es muy complicado trabajar ese tipo de situaciones porque esos conflictos virtuales acaban trasladándose al mundo real. Lo que yo te diga por las redes me va a rebotar luego en clase. Por ello, no trabajamos los conflictos a nivel virtual, aunque sabemos que se generan ahí y es algo que sucede cada vez más.
«Los principales conflictos a los que nos enfrentamos son las relaciones deterioradas»
Relaciones deterioradas
¿Qué tipología de conflictos son los más habituales a los que se debe enfrentar?
Los principales son las relaciones deterioradas. Es algo que se da especialmente entre las niñas. También lo relativo a empujones, que se da más en niños. En el caso de ellas suele haber un trasfondo, mientras que ellos tienden más al empujón, la zancadilla, la amenaza verbal…
«El trasfondo principal siempre es la falta de comunicación. La falta de habilidades sociales»
«El trasfondo es la falta de comunicación»
Usted y sus alumnos mediadores participan habitualmente en foros y jornadas de mediación. ¿Se detectan problemas muy distintos dependiendo del contexto social de cada centro educativo?
Valoro que la esencia de los conflictos es la misma. Fíjate que en l’Alfàs tenemos un alto grado de multiculturalidad y alumnos de muchas nacionalidades distintas, pero los conflictos no son interculturales. Son, principalmente, de relaciones interpersonales.
Es verdad que hemos visto alguno en el que alguien ha llamado ‘moro’ a otro alumno o le ha dicho que ‘te he visto robar en el mercadillo’, pero son los menos. El trasfondo principal siempre es la falta de comunicación o el hecho de no conocerse cuando llegan alumnos nuevos. En definitiva, falta de habilidades sociales.
«Los jóvenes tienen muchas dudas en relación a la cuestión de la igualdad de género»
En relación a la cuestión de género que en los últimos años se ha situado en el centro del debate igualitario, ¿cómo lo viven los jóvenes en las aulas?
Todavía no he tenido ningún caso que se pueda relacionar con la violencia de género, pero sí es verdad que en esos talleres a medida que he comentado hemos trabajado el tema de la igualdad, y se ve que mientras hay niñas que lo tienen muy claro y se encuentran muy empoderadas, se habla de cuestiones como feminismo y machismo y tienen un batiburrillo de conceptos con los que no se aclaran.
A partir de ahí es donde se generan todos los prejuicios y estereotipos que luego siguen fuera del centro escolar en sus relaciones de amistad o personales.
Por lo tanto, a nivel de grupo sí que veo muchas dudas, pero no he tenido que mediar en ningún caso de violencia de género. Además, cuando hablamos de violencia, la mediación se queda corta.
«El instituto puede ayudar a las familias»
El proyecto salió no hace mucho de las aulas para implementarse con el servicio de mediación familiar. Cuando trata con las familias, ¿encuentra muchas respuestas al comportamiento de los niños en el centro educativo?
En conflictos entre alumnos, las familias siempre son informadas, pero tampoco tienen un papel protagonista. El servicio de mediación familiar surgió de una forma diferente. Nació para cubrir una necesidad; al instituto llegaban padres desesperados porque sus hijos no les hacían caso, o se daban cuenta que estaban cambiando, o porque se juntan con un determinado grupo de personas…
No hablamos de familias desestructuradas, pero el instituto puede ayudarles a cubrir esa necesidad de hablar y ayudarles a plantear el conflicto con un agente externo que en este caso soy yo.
¿Qué función realizas en esos casos?
Trato conseguir que se comuniquen y se escuchen para tratar de solucionar los problemas que surgen en casa. Es algo que el instituto no puede cubrir y tampoco lo pueden hacer los servicios de bienestar social, porque no nos encontramos ante problemáticas de desprotección al menor.
Lo que tratamos es que esos conflictos que surgen en el seno familiar no se conviertan en conflictos violentos. Además, los adolescentes traen en su mochila esos conflictos vividos en casa y acaban rebotándolos con sus iguales en el centro educativo.
«La mediación previene que las cosas vayan a más»
Si nos ceñimos a los resultados cuantitativos, ¿el servicio evita la aparición de casos de acoso graves? ¿Es algo que se pueda medir?
En realidad, los casos de acoso no se ven. Y cuando se ven, es porque ya hay algo muy escandaloso. La mediación también está para hacer prevención en este sentido. Sin embargo, cuando surge un caso de acoso no se puede hacer mediación. No digo que no haya casos, digo que hay que trabajar de otra manera.
En este sentido, nos encontramos con un desequilibrio entre dos alumnos. Hay uno que ejerce más poder sobre otro y en la mediación atendemos conflictos de igual a igual, algo que no se da en estos casos. ¿Si hay mediación hay menos casos de acoso? Diría que no, pero, a la vez, creo que se previenen bastantes casos que no llegan a más; en esos la mediación evita la aparición del bullying.
«Las tres claves: diálogo, comunicación y respeto a los tiempos del otro»
¿Cuáles serían, en su opinión, los tres consejos fundamentales, para familias y alumnos, en el ámbito de la prevención de conflictos?
Como mediadora, entiendo que los conflictos no se pueden evitar. Tenemos que saber que, como personas que somos, los conflictos son algo que va a suceder. La primera clave, por lo tanto, está en cómo afronto el conflicto. No cómo lo enfrento, sino cómo lo afronto. Hay tres opciones: hacerlo con violencia, evitándolo o dialogando. Desde la mediación se apuesta por el diálogo.
En segundo lugar, es básico mejorar nuestra comunicación. Debemos ser asertivos y buscar el tiempo y el espacio adecuado. Hay ocasiones que estamos en un conflicto y queremos solucionarlo ya, pero una de las dos partes todavía no está preparada porque tiene las emociones muy flor de piel.
En ese sentido, el tercer consejo fundamental es respetar los tiempos de las personas. A veces yo estoy preparada para resolver un conflicto y la otra persona no. Entre alumnos pasa mucho, pero entre adultos, también.
¿Cómo pueden las familias que tengan algún problema de este tipo solicitar una mediación con su proyecto?
Se tendrían que poner en contacto con el equipo directivo o la jefa de estudios del centro educativo, y así ya ponerse en contacto conmigo.