La Policía Local de Altea, como sucede en la inmensa mayoría de las poblaciones turísticas de la Comunitat Valenciana, tiene que enfrentarse diariamente a la absurda normativa que vincula la cantidad de recursos disponibles a la población censada en el municipio y no a la de su población (flotante o de residentes) real.
Si esa falta de agentes ya es un problema grave cuando la plantilla, por decirlo de algún modo, está plenamente cubierta, se torna casi en un drama cuando, como es la situación ahora, una ‘tormenta perfecta’ ha reducido el número de agentes a cifras que son, a todas luces, insuficientes para atender las necesidades reales de la Villa Blanca.
Pese a que ya se ha aprobado, por parte del ayuntamiento de Altea, la incorporación de siete nuevos policías a la plantilla, todo hace indicar que se ha reaccionado tarde. La proximidad de la Semana Santa y el verano, momentos de mayor afluencia turística, y los siempre lentos plazos de la burocracia de la Administración, hacen temer que los refuerzos no llegarán a tiempo para esos dos picos.
La incorporación de siete nuevos agentes no solucionará el problema de la falta de efectivos
Refuerzos que llegarán tarde
Francisco Moyá, delegado de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) en la Policía Local de Altea, se teme que “esos refuerzos no van a llegar a tiempo. Piensa que ahora se han sacado las plazas. Hay 20 días para presentar las instancias, luego vienen las alegaciones, la primera prueba, otro plazo de alegaciones… Es decir, si hay cuatro pruebas, después de cada una se abre un plazo de alegaciones”.
Con todo ello, el responsable sindical evidencia que “teniendo todo eso en cuenta, con suerte, nos estamos yendo casi a junio. Después de eso tendrán que tomar posesión y, teóricamente, irse al IVASPE (Instituto Valenciano de Seguridad Pública y Emergencias) antes de entrar a trabajar”. En opinión de Moyá, “esto es un trabajo que hay que tomárselo con tiempo para que cuando llegue el momento no te pille a contrapié, que es lo que les ha pasado”.
Además, esos nuevos siete agentes no servirán para poner una solución definitiva al problema de falta de personal que sufre la policía local.
Se necesitaría seguir incorporando el mismo número de agentes durante tres o cuatro años
Más bajas que altas
Así lo confirma Moyá, que explica que “este año se jubilan dos compañeros y en 2021 se va a ir otro. Dentro de dos años nos vamos a ir tres o cuatro”. Por ello, teniendo en cuenta la carencia de efectivos ya existentes y esas bajas que se producirán en los próximos ejercicios, Moyá explica que “si no sacan siete plazas anuales durante los próximos tres o cuatro años no vamos a solucionar nada”.
Desde el CSIF se ha mantenido un tenso diálogo con el actual equipo de gobierno que, aunque ahora parece haberse encauzado, provocó duras críticas desde el sindicato hacia el concejal delegado de Recursos Humanos, Rafael Ramón Mompó.
“En realidad, no reivindicamos nada nuevo”, explica Moyá. “Pedimos que lo que se viene haciendo desde hace varios años, que si se ha hecho durante tanto tiempo no estará tan mal, se siga manteniendo arreglando, si hace falta, aquellos desajustes que puedan existir”.
El cobro de las nocturnidades enfrentó al sindicato con el concejal de Recursos Humanos
La paga de las nocturnidades
A lo que se refiere el responsable del CSIF en la Villa Blanca es, principalmente, al pago de las horas de nocturnidades a la plantilla de la Policía Local de Altea. “El concejal nos decía que se nos estaban pagando las nocturnidades por dos sitios diferentes: con el complemento específico y con un plus. Ante esto, decidió quitar el plus de la nocturnidad de un plumazo”.
En ese sentido, desde el sindicato policial reconocen que la situación requería de una adecuación, pero critican las formas de Ramón que, sin negociación alguna, “quitó el plus”. Moyá lo aclara asegurando que lo que se le propuso al edil es que “si nos está pagando cerca de 400 euros por el plus y 30 euros por noche en el específico, quítanos ese específico, pero no el plus. Si el problema es la dualidad creo que deberíamos habernos sentado a hablar desde el primer momento”.
De hecho, el CSIF siempre tuvo los brazos abiertos a esa negociación a la que Ramón renunció de primeras. Así las cosas, Moyá explica que “ahora nos hemos sentado a hablar y es verdad que estaba mal planteado”.
Un problema presupuestario
Pese a que no es función de la Policía Local elaborar el presupuesto municipal, que es en última instancia donde se recogen esas bonificaciones de nocturnidad y que deben diseñar los responsables de cada área de gobierno, desde el CSIF reconocen que “cuando se reparte el presupuesto municipal se destina una cantidad a los complementos de todos los trabajadores del Ayuntamiento y si yo me voy a llevar el 20% de todo ello, pues estoy fastidiando a los demás”.
Ante esta situación en la que los sindicalistas policiales trataban de encontrar una solución satisfactoria para todos, lo que ha molestado, derivado de esa nula voluntad de dialogo inicial de Rafael Ramón, es que “ahora los demás ya se han arreglado su sueldo y nos han fastidiado el nuestro. Fue entonces cuando, al fin, conseguimos que se sentara a hablar para hacer un reparto justo y equitativo”.
“¡No queríamos más que eso!”, añade Moyá. “Si hay que quitarlo, se quitará, pero debería de haberse sentado a hablar con nosotros. Lo hizo al revés. Primero lo quitó y luego se sentó a hablar”.
En los próximos años se jubilarán un buen número de efectivos
Falta de personal
Tras ese cambio de rumbo por parte del responsable de la concejalía de Recursos Humanos, Moyá considera que las posturas están cada vez más cercanas y que la solución a las reivindicaciones, en este sentido, del CSIF está más cerca. “En Altea los servicios extraordinarios son voluntarios”, elabora, “y los estamos haciendo. En casi todos los turnos hay uno o dos agentes que están haciendo servicios extra a causa de la falta de personal”.
Es ahí donde, como ya hemos explicado anteriormente, entra en juego el siempre complicado método que tiene la Administración para adjudicar el número de plazas, en este caso de policías locales, a los municipios. Pero Moyá, que reconoce esa singularidad de las zonas turísticas, va más allá y habla de una cadena de factores que ha dejado al cuerpo bajo mínimos.
“Aquí nos han pillado varias cosas. Por un lado, la norma de Montoro diciendo que no se podían ampliar ni reponer plazas y, por otro, la nueva ley que permite que los policías se puedan jubilar a partir de los 60 años”, asegura. Ante todo ello, aunque se conocía, no se actuó a tiempo y ahora “les ha pillado el toro. Por una parte, no han tenido gente y, por otra, aquellos que tenía 61, 62, 63 y 64 años se han ido de golpe”.
Se han producido momentos en los que sólo había dos policías de guardia en Altea
Sin agentes suficientes
Con todo ello, Moyá tiene claro que “no tenemos agentes suficientes” y pone ejemplos muy claros. “Por las mañanas hacen falta cinco agentes para cubrir los colegios y hay mañanas en las que sólo hay tres, por lo que ya hay que poner a dos trabajadores haciendo horas extra. Por las tardes hace falta, mínimo, dos patrullas en la calle y hay veces que no las tenemos”.
Esas necesidades que reivindica el CSIF vienen dadas de que “en altea hay más de 20.000 personas más todo lo que mueve el turismo. Cuando tenemos tanta gente, qué menos que darles seguridad y mantener fluido el tráfico del municipio. ¿A quién va a preguntar cualquier persona si necesita algo? Pues a un policía. Por eso es tan importante”, concluye Moyá.
Pese a las desavenencias públicas con el edil de Recursos Humanos, Rafael Ramón, Moyá reconoce que el alcalde alteano, “que sabe lo que se trae entre manos, siempre ha sido partidario de buscar una solución a este tema. Él sabe que debe haber un mínimo de dos patrullas en la calle”.
La dispersión de la población aumenta la dificultad derivada de la falta de agentes
Una población dispersa
A todo lo expuesto anteriormente, tampoco ayuda la propia ordenación urbana de la Villa Blanca. “Piensa que más de la mitad de la población de Altea está dispersa por casas de campo y urbanizaciones. Eso es complicado de atender. No es lo mismo hacerse cargo de 20.000 personas en un núcleo urbano con torres de 20 plantas que lo que tenemos en Altea”, reflexiona Moyá.
Todo ello, sin haber entrado a valorar que la falta de efectivos puede llevar a la incapacidad de atender ciertas llamadas, ante la imposibilidad natural de un servicio de policía a hacer atenciones duales. “Si tenemos una patrulla actuando en un lugar no podemos desplazarla, por ejemplo, a un accidente con heridos. ¿De dónde la vas a sacar?”, clarifica el delegado del CSIF.
Aunque reconoce que desde el cuerpo policial “siempre se quiere un poco más”, Moyá considera que, pese a esa falta de agentes, “en el apartado de recursos materiales estamos relativamente bien. Tenemos motos y coches suficientes, igual que en cuanto a equipación personal. Cada uno tiene su chaleco, a la gente se la está formando con cursos de todo tipo… en ese sentido sí estamos preparados”.
Pese a contar con buenos equipos, Moyá asegura que hay una problemática “con las transmisiones. Es algo que se hace muy evidente en el término municipal, donde tenemos muchas interferencias”.
Presencia de la Guardia Civil
La presencia del Cuartel de la Guardia Civil en Altea podría hacer pensar que el Instituto Armado es una solución posible a esa falta de personal en la Policía Local, pero el responsable del CSIF de la nuestra localidad considera que esto no es así debido a la amplia zona que debe cubrir la Benemérita y sus propios problemas de recursos humanos.
“La Guardia Civil tiene que cubrir los términos municipales de Altea, La Nucía, Polop y l’Alfàs del Pi. ¿Cuántas patrullas tendrían que tener para poder dar servicio? Sólo haciendo inspecciones oculares o haciendo custodia de detenidos ya tienen mucho trabajo”, explica Moyá. “Los pobres van hasta arriba de trabajo”.
Molestos con las formas del concejal
Como ya se ha explicado anteriormente, desde el CSIF se han sentido molestos con las formas en las que la Policía Local de Altea ha sido tratada por el que es uno de sus responsables políticos directos, el concejal de Recursos Humanos, Rafael Ramón.
“El concejal ha llegado y los asesores y la gente que tiene alrededor le han estado contando lo que no era y este hombre ha dicho que estoy hay que atajarlo”, considera un Moyá que afirma que en los últimos tiempos “las posturas se han acercado”.
“Nos llegó a decir que nos quitaba las nocturnidades desde noviembre. ¿Cómo iba a hacer eso? Si tú tomas una decisión en enero, las consecuencias deben de ser a partir de ese momento, no desde noviembre”, aclara el delegado del CSIF.
Voluntad de servicio
Y, pese a todo, la plantilla de la Policía Local de Altea se ha mostrado siempre dispuesta a solventar las carencias de personal con su indudable voluntad de servicio. Un ejemplo claro de ello es que “los agentes con más de 55 años podríamos decir que no queremos hacer más noches”, asegura Moyá.
Sólo ese compromiso de los agentes ha evitado problemas más graves. “Hubiese sido un caos. Si no se hacen los servicios extraordinarios, que son voluntarios, no se podrían cubrir los colegios o el servicio mínimo. Hemos llegado a estar en un par de ocasiones con una persona en el retén y otra en la calle”.
Y termina diciendo que “no se puede salir a hacer una patrulla unipersonal. Estarías vendido. Por ello, en esos casos ese agente se tuvo que quedar en el retén que, además, no se puede parar porque es allí donde recibimos todos las llamadas y los avisos del 112”.