Aquellos que por alguna razón nos introducimos en los hechos históricos vividos en Orihuela y la Vega Baja, cuando sucede una situación similar a la que estamos viviendo con esta pandemia, nos viene a la mente aquel trágico año por la ´grippe` que vivieron nuestros padres y abuelos, aunque también pudo ser de alegría por haberse dado por finalizada la Guerra Europea.
Consecuencias de aquella epidemia
En 2008, ¡cómo pasa el tiempo!, ya doce años, publiqué dentro de ´Capítulos de nuestra Historia`, ´1918. El año de la grippe en Orihuela`, y estimo que valdría la pena después del tiempo transcurrido, y ante las circunstancias a las que nos vemos sometidos actualmente, dirigir nuestra mirada a algunos aspectos que se vivieron en aquellos momentos, sobre todo en las medidas profilácticas que se tomaron que, como veremos, salvo algunas que matizaremos, difieren poco de las que están recomendando a nivel personal en esta ocasión.
Sin embargo, a modo de recuerdo, situémonos en las consecuencias de aquella epidemia. De hecho, por entonces la población que tenía nuestro término municipal era aproximadamente de 35.000 habitantes, de los que un 40% vivían en el casco urbano.
El número de fallecimientos que contabilizamos en dicho año en Orihuela ciudad, campo y huerta fue un total de 1.106, mientras que en el lapso de 1910 a 1917, la media anual rondaba alrededor de aproximadamente 600 defunciones anuales. De aquellos primeros fallecimientos, 331 fueron a causa de la ´grippe`, es decir casi un 30% del total, produciéndose la mayoría de ellos desde el 8 de octubre al 8 de noviembre.
Utilización del humor
La dolorosa situación no restaba la utilización del humor a fin de desdramatizar y los oriolanos hacían uso del mismo, y lo que en todos los lugares se denominó como ´la española`, aquí se bautizó como ´la cucaracha`, ´el mosquito`, ´la vuelta por los puentes`, ´La Canción del Olvido` o ´el soldado de Nápoles`.
De igual forma que sucedieron anécdotas que al recordarlas quitan virulencia al asunto. Tal son los casos que nos narra el que era en aquellos momentos alcalde accidental del Excmo. Ayuntamiento, José Martínez Arenas, en su obra ´De mi vida: hombres y libros`, que se había hecho cargo de la alcaldía debido a que su titular, Antonio Balaguer Ruiz, estaba enfermo debido a la ´grippe`.
Uno de aquellos hechos, fue en el lapso que dispuso Martínez Arenas de la vara de mando. Sucedió que fue robado un ataúd, sin llegar a conocer quién había sido el autor de tan macabro robo, aunque es seguro que debió de servir para trasladar algún cadáver al cementerio, ya que en aquellas circunstancias, debido al excesivo número de fallecimientos, hubo que recurrir a conducir los cadáveres al Campo Santo cubriéndolos con un lienzo o en féretros sin las tapas, probablemente para ser reutilizados.
Ya entonces se recomendaron medidas de actuación e higiénicas que recuerdan a las actuales
Medidas aconsejadas
Las medidas aconsejadas para combatir al virus fueron a nivel personal y colectivo. Así, el 19 de octubre, se publicaba una serie de ´Consejos higiénicos` que, en principio, “para evitar la excesiva depresión de ánimo” se alertaba sobre que, en la mayoría de casos que se contraían de la ´grippe`, eran benignos y se curaban a los pocos días.
A continuación se recomendaba hablar a cierta distancia de aquellos que estornudaban o tosían, o interponiendo entre los enfermos y los sanos algún objeto que sirviera de pantalla. Así mismo, se aconsejaba mantener limpia la boca y las narices; evitar el beso y el saludarse dando la mano, lavándoselas con frecuencia, sobre todo antes de comer; respirar aire puro y disfrutar de una alimentación sana; recurrir al médico al notar cualquier alteración en la salud y aquellos que estaban convalecientes no debían incorporarse a su trabajo sin estar autorizados o dados de alta por el médico.
La prensa local denunciaba que se estaba permitiendo que los cadáveres permanecieran en los domicilios más de 24 horas después de producirse el óbito
Condiciones higiénicas
En aquellos momentos, las condiciones higiénicas, indudablemente, no eran como ahora y se puso en el punto de mira de las medidas a adoptar todo lo referente a la mejora de las mismas, como desinfectar las habitaciones y las ropas contaminadas, sanear los basureros, estercoleros y almacenes de guano. Incluso la prensa local denunciaba que se estaba permitiendo que los cadáveres permanecieran en los domicilios más de 24 horas después de producirse el óbito.
En una circular del Gobierno Civil de Alicante, de 5 de junio, se recomendaba que se vigilase los espectáculos públicos, fábricas y talleres, cafés y centros de enseñanza a fin de evitar aglomeraciones. Y se prohibía dentro de las poblaciones la estancia de animales domésticos, sobre todo del ganado de cerda, y se insistía en la limpieza de las calles.
La iglesia
Por otro lado, los alumnos de los jesuitas y del seminario dejaron la ciudad, y la Junta Municipal de Sanidad exhortaba a que no se produjeran aglomeraciones en las iglesias, dándose la posibilidad del cierre de las mismas.
De hecho, el citado alcalde provisional fue contrario a que se llevara a cabo una rogativa con Nuestro Padre Jesús, lo que aprovecharon los políticos contrarios para tacharlo como “incrédulo”, aunque es posible que sí se llevara a cabo. Posteriormente, se celebró una rogativa con Nuestra Señora de Monserrate, en la primera semana de noviembre, muy cuestionada también por Martínez Arenas.
El Obispado de Orihuela emitió una circular fechada el 7 de octubre, en la que incitaba a la higiene que debería darse en los templos. Entre ellas procurar buena ventilación, abriendo ventanas y puertas el mayor tiempo posible, la limpieza de los pisos con serrín mezclado con desinfectantes y la sustitución de las pilas de agua bendita por un pequeño grifo por el que el agua cayera gota a gota. Sin embargo, en esta circular no se hacía referencia a la presencia masiva de los fieles en las iglesias.
Esperemos que después de ciento dos años no se repita el porcentaje de fallecimientos
Una historia que se repite
En los primeros días de diciembre de aquel año de 1918 se daba por superada la epidemia, dejando tras de sí la pérdida de un gran número de vidas humanas.
Esperemos que después de ciento dos años no se repita el porcentaje de fallecimientos, a pesar de que tal como hemos visto algunas de las medidas adoptadas han vuelto repetirse. Lo que ahora ha sido novedoso es el acaparamiento de “papel higiénico” por parte de los vecinos, hecho éste que aún no he encontrado a nadie que me explique el motivo de esta conducta.