Hoteles, bares y restaurantes cerrados. Comercios de todo tipo con la persiana bajada. Calles desiertas de coches, motocicletas y viandantes. La imagen de Benidorm durante los meses más duros del confinamiento fue, sencillamente, una estampa impensable para una ciudad que, literalmente, no duerme nunca. Un destino turístico abierto los 365 días del año en el que, con sus épocas de mayor y menor afluencia, siempre tiene algo que ofrecer. 24 horas al día. Siete días a la semana.
Pero si esa imagen fantasmal ya era impactante por sí misma, hubo otra que bien podría reflejar lo que la pandemia de la covid-19 ha supuesto para tantos y tantos referentes del turismo de sol y playa, de los que la capital turística de la Costa Blanca es el líder destacado: los arenales precintados y vacíos.
La ciudad de los rascacielos que parecen emerger de las profundidades del mar Mediterráneo nunca había vivido una situación similar. El confinamiento, las medidas de distanciamiento social, las estrictas normativas de movilidad y, sobre todo, el cierre completo de todo el negocio turístico benidormense, nos han dado ese regalo envenenado, en forma de imágenes que ya forman parte de la historia de la ciudad y del turismo mundial, de ver las playas de Levante, Mal Pas, Poniente y las calas vacías. Una escena más cercana a una película distópica ambientada en un futuro postnuclear que a la realidad de un municipio que recibe a millones de turistas anualmente.
La importancia de la imagen
Benidorm apostó, desde el primer momento de la crisis coronavírica, por una aproximación muy conservadora. La ciudad que vive única y exclusivamente de sus visitas dio una muestra de cordura y determinación cuando, casi dos semanas antes de que fuese obligatorio, cerró toda su planta hotelera y evacuó, en sólo 72 horas y de forma modélica, a los miles de turistas que a mediados de marzo disfrutaban de su eterno buen tiempo invernal.
De la misma manera, la prudencia ha marcado todos los pasos que la capital turística ha ido dando a lo largo del proceso de desescalada. Los arenales, por ejemplo, siguieron cerrados a cal y canto cuando se permitieron las primeras salidas, con enormes restricciones horarias, de la ciudadanía y, especialmente, de los menores.
De esa forma, Benidorm evitó aparecer –no tengan duda de que la imagen hubiera dado la vuelta al mundo– en portadas de periódicos y abriendo informativos en televisión, con sus playas abarrotadas de paseantes y relacionando su imagen con el descontrol y el peligro de rebrotes. Sólo hace falta tirar un poco de memoria para recordar la oleada de indignación que recorrió las redes sociales –ese reflejo más o menos adulterado de la sociedad– ante las aglomeraciones presenciadas en otras zonas costeras. Una vez más, la imagen de prudencia y seguridad ganaba la partida.
Apertura tardía
Por ello, pocos se sorprendieron de que el ayuntamiento benidormense fuese de los últimos en la comarca de la Marina Baixa en abrir las puertas, esta vez prácticamente de forma literal, de sus playas. Lo hizo el pasado día 15 de junio, coincidiendo con el pase a la fase 3 de la desescalada de la Comunitat Valenciana o, lo que es lo mismo, cuando la movilidad de los ciudadanos pasó a ser interprovincial.
Como siempre ocurre en este tipo de situaciones, los aplausos y las críticas a esta forma de proceder han ido de la mano, algo lógico en una sociedad que se debate ante la urgente necesidad de volver a poner en marcha toda su maquinaria turística y la imperativa prudencia, que todos son conscientes que de debe observar, para evitar convertir a Benidorm en noticia por un rebrote en plena temporada de recuperación.
El nudo gordiano del turismo
Cuando los habitantes de la ciudad de Frigia tuvieron que elegir a un nuevo rey, decidieron consultar al oráculo, que respondió a sus ruegos asegurando que el nuevo soberano sería quien entrase por la Puerta del Este, acompañado de un cuervo posado sobre su carro. Quien así lo hizo fue Gordias, un labrador que tenía por toda riqueza su carreta y sus bueyes. Fue él quien, en señal de agradecimiento, ofreció al templo de Zeus su carro, atando la lanza y el yugo con un nudo cuyos cabos se escondían en el interior, tan complicado que nadie podía desatarlo. Un nudo gordiano, tan enrevesado que el que pudiera deshacerlo conquistaría el Oriente.
Sirva la leyenda para ilustrar la casi imposible ecuación que supone la reapertura de las playas de Benidorm, su joya de la corona. Sólo el tiempo dirá si la ciudad acertó en su fórmula o si, por el contrario, fue alguno de sus competidores el que supo deshacer ese nudo y, por lo tanto, conquistar no ya Oriente, sino el competitivo mercado vacacional.
Benidorm, decíamos, abrió sus arenales el 15 de junio. Para ello, el Ayuntamiento, tuvo que adaptar el contrato de gestión integral de las playas y elaborar, de la mano de la Fundación Visit Benidorm, un plan específico que, como explica el alcalde benidormense, Toni Pérez, “garantiza el uso de las playas a toda la población, residente y turista, en unas condiciones de seguridad sanitaria”.
Destino turístico inteligente
Como ocurre con otras muchas medidas y tecnologías que se han puesto al servicio de la ciudad en los últimos tiempos, el rearranque de las playas benidormenses se ha enmarcado dentro de la estrategia de destino turístico inteligente (DTI) del municipio. El plan de vuelta a los arenales, denominado ‘Benidorm Beach Safety’ es, como explica el propio primer edil, “un plan de máximos, de implantación escalonada, versátil y modulable en el que se han previsto diferentes escenarios de demanda; y que cumple con toda la normativa establecida a nivel estatal y autonómico, como el Plan de Playas Seguras de la Generalitat”.
El alcalde asegura que “este plan recoge la implementación de medidas físicas y tecnológicas, reservando un gran apartado a la dotación de recursos humanos”. Añade, además, que “para su aplicación, se ha modificado el contrato de gestión de playas, incorporando estas medidas como un servicio más a prestar por parte de la concesionaria, RA Benidorm”.
Benidorm abrió sus playas más tarde que algunos municipios costeros de nuestro entorno, es cierto, pero lo hizo, en cualquier caso, adelantándose a la llegada de los primeros turistas, que comenzaron a arribar a la capital turística el día 22 de junio, en lo que a los visitantes nacionales se refiere, y el día 1 de julio si hablamos de turistas internacionales.
Las playas se han dividido en 20 sectores y 5.122 parcelas de 16 metros cuadrados
Zonas de acceso libre
Entrando al detalle de las medidas concretas que se han implementado para garantizar un uso seguro de las playas benidormenses, es preciso fijarse, sobre todo, en sus dos arenales más extensos y, a la vez, más visitados: Levante y Poniente.
Las doce zonas destinadas al acceso libre podrán albergar a un máximo de 20.488 bañistas
Ambas se han dividido en 20 sectores, doce de ellos de acceso libre, con 5.122 parcelas de cuatro metros de ancho por otros tantos de largo o, lo que es lo mismo, 16 metros cuadrados. Cada una de estas parcelas podrá ser ocupada por entre una y cuatro personas hasta alcanzar una ocupación máxima de 20.488 bañistas.
Además, se ha utilizado un código de colores para diferenciar entre el tipo de usuarios que podrán acceder a las distintas parcelas. Así, delimitadas con una red verde, se han habilitado zonas para mayores de 70 años, mientras que el resto de la población deberá hacer uso de las áreas enmarcadas con una red azul, si bien los mayores de 70 años podrán acudir a estos sectores si esa es su voluntad.
La concesionaria instalará 5.578 hamacas, lo que supone la reducción en 875 unidades respecto a un año normal
Ocho zonas de alquiler
Por otro lado, el Ayuntamiento ha decidido que la concesionaria, por su parte, dispondrá de ocho sectores, en los que instalarán 5.578 hamacas, lo que, en la práctica, supone la reducción en 875 unidades respecto a las contempladas en una situación ordinaria.
Las medidas adoptadas hacen que la ocupación máxima de las playas de Benidorm sea de 26.066 personas
Con todo ello, la ocupación máxima de las playas de Benidorm es, recordando siempre que estas normas pueden ser adaptadas a nuevas realidades en el futuro, de 26.066 personas, sumando a los bañistas que podrán hacer uso de las zonas de acceso libre y aquellos que se decanten por las áreas reservadas a la concesionaria.
Para acceder a las playas, además, habrá que hacerlo de forma ordenada y haciendo uso de alguno de los 20 puntos de acceso que la ciudad ha establecido para sus arenales, y que estarán atendidos por personal de control.
Playas más tecnológicas
Toni Pérez argumenta que “estas medidas físicas de parcelación, sectorización y control de accesos están operativas desde el primer día de implantación de este plan”, pero adelanta que las mismas van a verse reforzadas con la implementación de herramientas tecnológicas, que persiguen no sólo una más fácil y rápida comprensión de esta extraña realidad por parte de los usuarios sino, también, facilitar el acceso a las playas por parte de aquellos que deseen hacerlo.
El propio primer edil asegura que “la implantación de las medidas tecnológicas va a ser gradual y escalonada, atendiendo a la afluencia de usuarios”. Entre esas medidas está la creación de una plataforma web de reserva previa, que se ha puesto en marcha antes de la llegada de los primeros turistas internacionales.
Conscientes de que existe una parte de la población que no tiene acceso o, sencillamente, no sabe hacer uso de las nuevas tecnologías, todos estos esfuerzos se ven acompañados de seis puntos de información, en los que se resuelven posibles incidencias y se presta asistencia presencial a las personas que no disponen de medios tecnológicos para realizar su reserva.
«Es un plan y una gestión exigente y vanguardista, a la altura de la potencia del destino» T. Pérez
Un sistema adaptable
Pérez insiste en que “el componente tecnológico permite ordenar la playa y su uso en función de la demanda existente”, algo fundamental si nos situamos ante un verano en el que las predicciones, en cuanto a número de visitantes y comportamiento de los mismos, son, más que nunca, ejercicios de mentalismo.
El primer edil, en cualquier caso, asegura que todas estas medidas “garantizan que todo el mundo pueda disfrutar de la playa, modulando en caso de necesidad los horarios. Así, con carácter general, la playa estará abierta de 9:00 a 21:00 horas”. El alcalde benidormense añade en ese sentido que “en las jornadas en las que puedan producirse picos de demanda, se podrían establecer puntualmente turnos de mañana y tarde, una opción que ofrece la legislación estatal, incluso para llegar a doblar el aforo de una jornada”.
Pérez considera que el adoptado por Benidorm es un “plan y una gestión exigente y vanguardista, a la altura de la potencia del destino, con un importante peso tecnológico, trazado para garantizar la seguridad de las personas usuarias de las playas y que todos ellos puedan disfrutar de éstas en las mejores condiciones”.
«Las medidas adoptadas garantizan que todo el mundo pueda disfrutar de la playa» T. Pérez
Destino inteligente y seguro
El plan de playas adoptado en este 2020 por la ciudad está integrado en el ‘Benidorm DTI +Seguro’, orientado a generar confianza tanto a residentes como visitantes y turistas, persiguiendo seguridad en la salud y ayudando a la reactivación del tejido productivo local, fundamentalmente vinculado al turismo.
Con la seguridad como eje fundamental de toda la acción, el ‘Benidorm DTI +Seguro’ se estructura en tres líneas de trabajo interconectadas: la monitorización sanitaria, a través del proyecto ‘Patti Recovery’; la apuesta por la calidad y los protocolos ‘COVID19 On’; y la gestión de espacios públicos, que es donde se desarrolla el ‘Benidorm Beach Safety’.
Un plan lleno, eso sí, de anglicismos, una apuesta con al que se intenta recuperar la confianza del mercado internacional, que es el que en estos momentos presenta más reticencias a viajar.