Hubo un tiempo, no tan lejano, que la zona era el área de descanso y retiro de algunas de las familias más pudientes de la ciudad. Sin embargo, a medida que Benidorm iba creciendo y las altas torres de los rascacielos iban ganando terreno a las pequeñas casas de pescadores y los campos de cultivo, Armanello fue extinguiéndose hasta convertirse en un auténtico quebradero de cabeza para los propietarios y la propia ciudad.
Cuando muchas de las propiedades que quedaban en pie fueron ‘okupadas’ y comenzaron los derribos y los desalojos, coincidiendo con la parte final de los años locos que precedieron a la explosión de la burbuja inmobiliaria de 2008, toda aquella bolsa de suelo, pegadita a la zona más turística de Benidorm, se convirtió en la gallina de los huevos de oro.
Durante aquellos años al ‘Plan Armanello’ le sucedió de todo. No hay espacio en este artículo para hacer un recorrido pormenorizado de lo ocurrido entonces, pero todos los implicados, tanto aquellos que tenían buenas intenciones como los que no, se enmarañaron en un caos burocráctico y legal que fue retrasándolo todo hasta que la mentada burbuja hizo ‘pum’ y, con ella, el que iba a ser el gran desarrollo benidormense de principios de siglo.
Se prevén 20 nuevos hoteles, más de 1.500 viviendas turísticas y casi 800 apartamentos residenciales
Comienzo desde los escombros
Hartos de la situación y escarmentados de la experiencia, los propietarios decidieron –resulta casi poético verlo de esta manera– reducir todo lo hecho a escombros y empezar todo el proyecto, de nuevo, desde los cimientos. Lo que era el ‘Plan Armanello’ se rebautizó como ‘Ensanche Levante’ y ahora, en este pandémico 2020, parece que el túnel comienza a dejar ver la luz de su final.
Hay motivos para el optimismo. La versión preliminar del plan, que prevé la construcción de hasta 20 nuevos hoteles, más de 1.500 viviendas turísticas y casi 800 apartamentos residenciales, no ha sufrido, al menos por el momento, reveses que hagan pensar en su inviabilidad y sus promotores, la Agrupación de Interés Urbanístico, donde están la práctica totalidad de propietarios, maneja unos plazos que podrían ser considerados realistas.
Horizonte 2035
De hecho, contrariamente a lo que fue común en aquellos años locos del cambio de siglo, el plan de desarrollo del ‘Ensanche Levante’ se ha fijado un horizonte a 15 años, es decir, que su conclusión definitiva estaría prevista para 2035. En cualquier caso, todos los implicados son conscientes de que incluso esa fecha podría sufrir demoras. La experiencia, en este sentido, es un grado y si a lo ocurrido en el pasado le sumamos el inesperado ejemplo de esta pandemia, más vale contar con los siempre previsibles imprevistos.
Pero, como dijo el poeta, lo importante es ir haciendo camino sin echar demasiado la vista atrás, algo muy recomendable en este caso. El ‘Ensanche Levante’ recorre ahora el primer tramo de su andadura. Un camino con muchas curvas, en el que la burocracia y los trámites administrativos tienen mucho que decir tanto sobre la forma final que tomará la zona como los plazos.
En cualquier caso, la Agrupación de Interés Urbanístico trabaja con la idea de finalizar este proceso de gestión, ordenación y programación en el año 2022, momento en el que deberían entrar las primeras máquinas y arrancar de forma efectiva las obras.
En el apartado económico del plan se contemplan hasta tres escenarios distintos
Tres escenarios
Por todo ello, no es de extrañar que en el apartado económico del plan se contemplen hasta tres escenarios distintos. El más optimista establece que la urbanización de la zona se podría realizar en dos años, mientras que la construcción se demoraría seis años y la venta se completaría en seis años más a contar desde el primer año de construcción. En otras palabras, el plan se finiquitaría en un total de nueve o diez años.
En una economía tan fluctuante como la actual, ese optimismo no tiene, en principio, demasiados fundamentos, por lo que las previsiones intermedias podrían estar bastante más cerca de la realidad final. En ellas, la urbanización se realizaría en cuatro años, dejando ocho para la construcción y otros diez para la venta de todos los activos, contando estos últimos desde el segundo tras el inicio de las obras. Es decir, un total de 14 años.
Por último, el planteamiento más pesimista o conservador, prevé dedicar seis años a la urbanización, una década para la construcción y otros diez años, a contar desde el tercer año de obras, para la venta o, lo que es lo mismo, un periodo total de 19 o 20 años.
Los promotores de ‘Ensanche Levante’ anticipan unos ingresos de casi 60 millones para la ciudad
Moderno y rentable
Con todo, Benidorm se mantiene expectante respecto al futuro de esta enorme zona por dos motivos principales: el primero, evidentemente, el estético. Actualmente, Armanello es una zona degradada pegada a la principal concentración de hoteles y, por lo tanto, turistas de la ciudad. Su revitalización, pues, es crucial para mejorar la imagen de todo el municipio en el competitivo mercado turístico.
Pero ‘Ensanche Levante’ debe suponer, además, el Benidorm del futuro. Junto al Plan Parcial 2/1 de Poniente –que merece un capítulo aparte–, supondrá, quizás, el último gran estirón que pueda dar Benidorm en muchos años antes de, como ocurre en otras zonas cuyos límites geográficos ya han sido alcanzados, comenzar a derruir lo hecho para renovar sobre las cenizas.
En ese sentido, el plan de la Agrupación de Interés Urbanístico contempla una ciudad dentro de la ciudad en la que predominarán –además de los omnipresentes rascacielos– los espacios abiertos y soluciones inteligentes (smart) en cuestiones como los servicios públicos básicos, recogida de basuras, iluminación… Todo ello, permitiendo a la ciudad unos ingresos de cerca de 60 millones de euros.