“Teníamos buenas sensaciones para las próximas semanas. Las reservas se iban animando. Seguían lejos de las cifras normales de otros años, pero esperábamos que se fueran normalizando de cara a septiembre y octubre”. El análisis de la situación turística que realizaba Toni Mayor, presidente de HOSBEC a finales del mes de junio se debatía entre la resignación obligatoria, a causa de la realidad en la que estamos viviendo, y el optimismo moderado que arrojaban las cifras.
Pero el uso del pretérito en cada una de esas afirmaciones ya da una pista de lo que venía después. “Es un mazazo”, concluía Mayor, al analizar la decisión del gobierno británico de establecer una cuarentena obligatoria para todos aquellos viajeros –no sólo turistas– que pusieran un pie en la isla provenientes de España.
Efectivamente, el golpe, en un año ya dramático, ha sido tremendo. Tanto en el terreno más importante, el económico, como en uno no menos clave, el emocional. Eran muchos los empresarios, hosteleros y de otros muchos sectores, que miraban esas cifras en franco ascenso en las reservas tratando de contagiarse y contagiar a su entorno de un muy necesitado optimismo, pero todo se vino al traste la tarde-noche del 26 de julio.
El turismo británico representa cerca de un 40% de las pernoctaciones de la Marina Baixa en agosto
Decisión inesperada
Boris Johnson, el ‘premier’ británico que ha sido duramente criticado dentro y fuera de su país por su errática gestión de la crisis sanitaria, anunciaba por sorpresa y con nocturnidad un endurecimiento de algunas medidas y, entre ellas, la ya mentada obligatoriedad de que toda aquella persona proveniente de España tendría que guardar una cuarentena de 14 días tras su llegada a Reino Unido.
La medida, además de coger por sorpresa a un buen puñado de turistas británicos ya presentes en la Costa Blanca, dejó en fuera de juego a miles de viajeros que habían decidido poner rumbo a las cálidas aguas del mar Mediterráneo para, como todos los años, olvidarse por unos días del archiconocido mal clima inglés.
El turismo británico representa, durante el mes de agosto, el principal mercado emisor de la Costa Blanca. Si hablamos de Benidorm, buque insignia de la zona, algunos expertos cifran su peso en cuatro de cada diez turistas, unos guarismos que pueden ser muy similares en el resto de municipios del entorno y que, en cualquier caso, reflejan perfectamente bien el peso específico que los súbditos de Isabel II tienen en la economía local de la Marina Baixa.
«Esta decisión se ha unido a las recomendaciones que han venido realizando otros países» T. Mayor
Tormenta perfecta
Toni Mayor, presidente de la patronal hostelera, no ocultaba su profunda preocupación por la decisión del gabinete de Johnson, pero recordaba que esta era sólo una nube más (la más importante, eso sí), en la tormenta perfecta en la que se ha sumido el navío del turismo de la comarca.
“Esa decisión se ha unido a las recomendaciones que han venido realizando otros países como Francia, Bélgica, Austria o Noruega”, asevera el máximo responsable de HOSBEC. Efectivamente, esa lista de países –y el número va en aumento– ha emitido distintas recomendaciones a sus nacionales para evitar viajar a España o, en el mejor de los casos, a ciertas zonas del país.
El efecto dominó de esta nueva situación no se hizo esperar. Si hasta esa penúltima semana de junio eran muchos los hoteles que, animados por las cifras, habían anunciado su reapertura para finales de ese mismo mes o principios de agosto, el jarro de agua fría llegado desde Reino Unido revirtió esa tendencia y, al menos por el momento, las persianas de todos ellos permanecerán bajadas.
Pérdidas millonarias
Las cifras, en todos los casos, son siempre frías e impersonales, pero sirven para hacerse una imagen general de cuál es la situación que cada cambio de dirección –y ya son incontables– provoca en la industria. Desde HOSBEC se había cifrado en 300.000 pernoctaciones el volumen de negocio que los británicos iban a generar en los meses de agosto y septiembre. Esas estancias, sumadas a su gasto ordinario diario, generaría unos ingresos cercanos a los cien millones de euros que ahora se han evaporado.
Mientras, destacados miembros de la sociedad británica residentes en la Marina Baixa, no salen de su asombro por la decisión tomada por Johnson. Consideran, perfectos conocedores de cómo se ha desarrollado la pandemia en España y en su país de origen, que sólo el absoluto desconocimiento de la realidad ha podido empujar al Primer Ministro británico a tomar esta medida.
Michel Baker, periodista afincada desde hace décadas en la Marina Baixa, defendía la seguridad del destino incluso en la BBC, donde aseguraba que “la situación en esta zona es más segura que Inglaterra. Viendo todo lo que está permitido allí”.
«Están viendo España en el mapa y piensan que mide 15 centímetros, como si los focos estuvieran pegados» M. Baker
La ‘ayuda’ de las fake news
Como ya se ha indicado, buena parte de la colonia británica en la Marina Baixa considera que su gobierno desconoce la realidad en la zona y que, por lo tanto, se ha dejado llevar por un espejismo que, en verdad, no existe.
La propia Baker explica que, tras las muchas críticas recibidas en los últimos meses por su inacción y cambios de rumbo, las autoridades británicas “quieren mostrarse duras ahora. Están viendo España en el mapa y piensan que mide 15 centímetros, como si los focos estuvieran pegados unos a otros”.
La periodista recuerda que “España es más grande que Inglaterra”, aunque tenga menos habitantes. “Pero no lo entienden”, prosigue. “Además, el Gobierno británico necesita que los turistas se gasten el dinero allí, en la economía británica y que no vengan a España. ¡Hasta salió en ‘The Sun’ que en España había tiburones!. En fin…”