Entrevista > Dúo Somaris / Músicos autores del álbum de jazz fusión ‘Poco a poco’
Jazz instrumental y cantado, fusionado con ritmos tradicionales de Venezuela, caben en ‘Poco a poco’, el nuevo álbum del Dúo Somaris compuesto por Antonino Croce y Bárbara Bolívar, una pareja de músicos venezolanos afincados en la provincia de Alicante. Al ver como se suspendían todas sus actuaciones durante el confinamiento, convirtieron su propia casa en un estudio improvisado para grabar este disco.
Varios artistas internacionales, como el batería británico Danyal Ince o el contrabajo mexicano-alemán Tom Kessler, también participan en este álbum EP. Desde principios de octubre se podrá escuchar en plataformas como Spotify, Youtube, iTunes, Amazon Music o Deezer. “Venezuela tiene una música extraordinariamente particular, que se puede fusionar muy bien con el jazz. Queremos demostrar al mundo que nuestro país es algo más que petróleo, mujeres bonitas y políticas fallidas” nos apuntan Antonino y Bárbara.
«El jazz es un lenguaje ideal para dar a conocer la música de Venezuela al mundo»
¿En qué consiste este nuevo álbum?
Nuestra idea ha sido fusionar los ritmos tradicionales de Venezuela con una música más globalizada como es el jazz. Utilizamos por lo tanto géneros típicos venezolanos o latinoamericanos tales como la gaita de tambora, el bambuco, el merengue caraqueño, etc. Pero no se trata ni mucho menos de un álbum de música folclórica, está dirigido a un público mucho más amplio e internacional.
Hoy en día, en un mundo tan globalizado, se lleva mucho practicar este tipo de mezclas. Por ejemplo, Rosalía hace música urbana utilizando un trasfondo de flamenco como recurso creativo. Nosotros, al ser inmigrantes, tenemos como algo muy natural esto de mezclar varios estilos y culturas. Por eso queremos dar a conocer nuestra música patria a través del lenguaje del jazz.
¿Por qué el título de ‘Poco a poco’?
Viene de un tema de Aldemaro Romero, uno de los compositores de cuya obra se alimenta nuestro disco. Es una canción muy poética, que habla de distancias y ausencias. Justo lo que sentimos todos los que nos hemos marchado de Venezuela durante estos últimos años. A fin de cuentas, la vida del inmigrante consiste justamente en integrarse poco a poco en el país de acogida, aprender a amoldarse a una nueva vida.
Además este disco ha sido gestado durante la cuarentena y en aquellos días escuchábamos continuamente a los políticos decir que ‘poco a poco’ estábamos superando el virus. Así que un proyecto nacido de la cuarentena solo podía tener este nombre (risas).
Estando encerrados en casa… ¿cómo se produce un disco?
Ha sido una experiencia de lo más curiosa. Algunos días terminábamos de grabar justo antes de salir al balcón para aplaudir (risas). También es cierto que como apenas pasaban coches ni había ruido en la calle, se daban condiciones muy buenas para hacer música.
Grabar en casa también nos permitió contactar por internet con varios artistas internacionales que se mostraron muy ilusionados de participar en el proyecto. Para que todo saliera perfecto instalamos en casa un buen equipamiento de producción, al igual que ellos también contaban con buenos equipos en sus propios hogares. La verdad es que se mostraron extremadamente hábiles, porque los ritmos venezolanos son muy particulares y no todos los músicos extranjeros consiguen dominarlos.
«Los ritmos venezolanos son un animal de tres patas con referencias indígenas, españolas y africanas»
¿Qué tienen los ritmos venezolanos que los hacen tan particulares?
Pues sobre todo que son una mezcla de varias culturas. No terminan de ser africanos, ni indígenas, ni españoles. Es como un animal de tres patas. En España pasa lo mismo con el flamenco, para los músicos que no somos especialistas a veces se nos hace muy complicado seguir el ritmo. Son géneros musicales con mucha personalidad propia.
¿Qué tal está la situación ahora para los músicos? ¿De qué habéis vivido durante este verano sin fiestas populares ni conciertos?
Hemos podido actuar en algunos hoteles, aunque ahora que termina la temporada alta ya están bajando incluso estas contrataciones. Lo cierto es que los músicos estamos bastante acostumbrados a compaginar nuestra profesión con otros empleos. Para nosotros es muy típico trabajar durante el día de niñera, por ejemplo, y luego por la noche te vas a tocar a un bolo. Ya desde la adolescencia compaginamos las clases normales de secundaria con el conservatorio. Aunque, por supuesto, quieres hacer siempre lo que de verdad te apasiona, y todo esto nos está perjudicando mucho.
Antes de la pandemia veníamos de un periodo más o menos próspero para la música, y algunos incluso podíamos tener ahorros. El problema es que ahora no nos están dejando apenas trabajar, y lo ahorrado se acaba. Ya veremos cuánto tiempo podrá aguantar el sector así, y menos aún si viene otro confinamiento en invierno.
Afortunadamente la demanda de clases de canto o instrumentos de música está creciendo algo, parece como si mucha gente temiera que nos van a confinar de nuevo y se está animado a realizar estas cosas pendientes cuanto antes. También estamos haciendo más clases online.
«Arrebatar la parte cultural a un país es igual que mutilarlo»
¿Quizás los políticos se están ensañando demasiado contra el ocio nocturno?
Sí. Desgraciadamente siempre suele ocurrir que cuando una nación tiene problemas, lo primero que cortan es la cultura. Por supuesto que se deben implantar las medidas necesarias para mantener la salud ante una pandemia, pero sin olvidar que arrebatar la parte cultural a un país es igual que mutilarlo.
A veces vemos decisiones políticas que no entendemos. Por ejemplo nos ponen todas las pegas del mundo para tocar en un salón de hotel al mismo tiempo que hay 40 personas bañándose en su piscina.
Recordemos que cuando estábamos confinados, en el periodo más crítico, la gente consumía más cultura que nunca a través de internet o libros. Fue lo que nos salvó a muchos para mantener la tranquilidad y la salud mental. Ahí se demostró el papel tan importante que tiene la cultura.