Entrevista > José Luis Calvo / Vicepresidente de la Asociación Doble Amor
Glosar, incluso en un espacio tan amplio como son dos páginas completas de un periódico, la labor de una institución como la Asociación Doble Amor, una de las más respetadas y queridas de la comarca de la Marina Baixa, es, sencillamente, imposible.
Su historia, que se remonta ya más de cuatro décadas, es la de decenas o centenares de casos concretos. De relatos plagados, claro está, de dificultades, pero de los que casi siempre surgen términos positivos: superación, integración, logros, esfuerzo, ayuda. Y, sobre todo, porque por algo lo lleva en su propio nombre, de amor. El amor que fue, es y será, el motor de unos familiares de personas con discapacidad a la hora de poner en marcha y hacer funcionar este centro. Un amor, en definitiva, que han sabido contagiar al resto de la sociedad.
Mover conciencias
José Luis Calvo es una de sus caras visibles. Ostenta el cargo de vicepresidente y, como todos sus compañeros de Junta Directiva, su historia es la de un padre que ha luchado toda su vida para que su hijo, Pablo, tenga el mayor abanico de oportunidades posible para ser una persona independiente y que, sobre todo, pueda caminar por este mundo sintiéndose integrado en una sociedad que, en demasiadas ocasiones, prefiere mirar hacia otro lado cuando lo que se le enseña no es de su agrado.
Pero el amor, dicen, mueve montañas y aunque la Serra Bernia, el Puig Campana, la Serra Gelada o la Sierra Cortina sigan, inamovibles, en sus milenarios emplazamientos; las personas que han hecho posible la supervivencia de la Asociación Doble Amor han sabido mover conciencias, quizás más difícil que hacerlo con montañas, para superar las muchas dificultades que se han ido encontrando en estos 40 años de historia. Y ahora, en plena pandemia, las cosas no iban a ser distintas.
«Hoy en día contamos con el Centro Ocupacional y un taller de empleo que es la Lavandería Industrial Doble Amor»
Aunque son ustedes sobradamente conocidos, nunca está de más empezar con una pregunta muy general: ¿qué es exactamente la Asociación Doble Amor?
Es una asociación para personas con discapacidad intelectual, que se creó hace 40 años por unos padres que no tenían alternativa alguna para sus hijos. Ha sido un proceso largo hasta desembocar en lo que somos hoy, cuando tenemos dos centros completamente diferenciados.
Por un lado está el Centro Ocupacional para personas con discapacidad intelectual y por otro un taller de empleo que es la Lavandería Industrial Doble Amor (LIDA).
«El objetivo del Centro Ocupacional es capacitar a las personas para su integración en la vida social, familiar, laboral…»
Sigamos, pues, definiendo la labor del Centro Ocupacional.
En este centro intentamos capacitar a las personas para su integración en la vida social, familiar, laboral… Podríamos decir que es un centro de aprendizaje. ¿Qué enseñamos? Pues desde hacer una cama a, por ejemplo, hacer una muñeca de lana. Intentamos aportarles habilidades para que su integración en todos los planos de la vida sea la mayor posible.
Ese fue nuestro origen, pero de manera paralela había que buscar la posibilidad de, conforme aquellos niños iban creciendo, integrarlos también laboralmente. Si ya es difícil conseguir un trabajo para cualquier persona, imagina lo que supone buscar un empleo para una persona con discapacidad.
Y de esa necesidad surge el Taller de Empleo.
Así es. Es un centro dedicado a una actividad comercial o industrial con el fin de que esos puestos de trabajo que sea capaz de crear recaigan en personas con discapacidad. Es ahí donde nace LIDA. Mientras que en el Centro Ocupacional el objetivo es la educación, en la lavandería el objetivo es la creación de puestos de trabajo para que esas personas tengan un salario.
Cuando hablamos de esa actividad comercial o industrial y de salarios, ¿lo hacemos de condiciones laborales distintas a las del resto del sector?
Los trabajadores de LIDA tienen el salario que marca el convenio colectivo del sector. Es decir, uno de nuestros trabajadores cobra igual que cualquier trabajador de otra lavandería de la Comunitat Valenciana y tienen los mismos derechos y deberes: vacaciones, días libres, derecho a desempleo…
La caída del turismo a causa de la pandemia les ha llevado, como a otras muchas empresas, a una situación crítica.
El Centro Ocupacional sigue funcionando perfectamente ya que se nutre fundamentalmente de subvenciones de la Conselleria de Bienestar Social, complementadas por subvenciones de ayuntamientos de la comarca. Por ello, pese a la pandemia, mantiene su actividad y los chicos están desarrollando su actividad diaria.
Por el contrario, sí hemos tenido una incidencia muy negativa en la lavandería, que está ubicada en Benidorm y sufre los mismos problemas que todas las empresas de la ciudad. Nuestros principales clientes son los hoteles de Benidorm. Tenemos una capacidad de lavado de hasta 10.000 kilos; pero el cierre de hoteles y la baja ocupación están poniendo en peligro su funcionamiento.
«En estos momentos tenemos al 90% de nuestro personal fijo, que son 35 trabajadores, en un ERTE»
Si, como ha dicho antes, las condiciones de esos trabajadores son las mismas que en cualquier otra empresa del sector, ¿qué medidas han tenido que tomar?
En estos momentos tenemos al 90 por ciento de nuestro personal fijo, que son 35 trabajadores, en un ERTE y no estamos renovando los contratos que van finalizando.
A lo largo de su historia el Doble Amor ha atravesado importantes crisis por falta de fondos que afectaban, sobre todo, al Centro Ocupacional. ¿Esa parte está ahora solucionada pensando en el medio o largo plazo?
Por fortuna, sí. La firma de un convenio económico con la Conselleria de Bienestar Social y Políticas Inclusivas garantiza, al menos, una subvención cuantiosa que, complementada con las aportaciones de los ayuntamientos de la comarca, que cada año están ahí como un clavo, hacen que la viabilidad del Centro Ocupacional esté garantizada tanto en el medio como en el largo plazo.
Ahora, como decía antes, estamos sufriendo en el corto plazo porque nos está fallando la lavandería a causa de esta situación que nos está tocando vivir.
¿Cuáles son los planes en ese corto plazo para LIDA?
Si la situación no mejora a partir del 31 de diciembre… ¡aguantar como podamos! Lo que no queremos, bajo ningún concepto, es que se pierda un puesto de trabajo de una persona con discapacidad porque recuperarlo cuesta horrores. Si nosotros tenemos que poner a esos 35 trabajadores en la calle, ¿dónde van a conseguir un nuevo empleo? Nuestro único objetivo es, cueste lo que cueste, aguantar al máximo y como sea.
«Nuestros clientes son fieles por dos motivos fundamentales: porque damos una buena calidad y porque estamos dentro de los precios de mercado»
¿Existe, aunque sea verbal, un acuerdo con sus clientes para que sigan contando con ustedes cuando se retome la actividad turística?
Sí. Nuestros clientes son fieles por dos motivos fundamentales: porque damos una buena calidad de servicio y porque estamos dentro de los precios de mercado. Esto es un negocio y, lógicamente, si fuésemos más caros, se irían con otro.
Pero sí existe un componente humano o sentimental cuando el responsable de un hotel decide trabajar con ustedes sabiendo el beneficio social que produce. Además de ello, ¿existen ventajas fiscales si se contrata la limpieza con LIDA?
Así es. La Ley de Integración Social del Minusválido dice que toda empresa tiene que tener, como mínimo, dos trabajadores con discapacidad para tener esos beneficios. La mayoría de empresas no cumple con ese baremo; pero también establece que si servicios contratados se hacen a través de instituciones como la nuestra, pueden ser desgravados como si esas personas estuvieran contratadas por la empresa.
Más allá de esta crisis tan actual, ¿cómo han vivido las familias y los propios trabajadores y alumnos el confinamiento de la pasada primavera?
Cuando llega el confinamiento, lógicamente, se produce el cierre del Centro Ocupacional y los chicos se tienen que quedar en casa como el resto de las personas. Fue un jarro de agua fría porque ellos están acostumbrados a su rutina y el confinamiento se nos hizo muy largo.
Pese a todo, el equipo profesional que tenemos diseñó una serie de elementos que permitieron que siguieran en contacto. Por ejemplo, se crearon grupos de WhatsApp para ellos; los profesionales se desplazaban a todos los municipios de residencia de los chavales una vez por semana con una serie de tareas para que ellos tuvieran una actividad en casa. Eso ayudó mucho y así estuvimos hasta el mes de junio, cuando comenzó la desescalada.
¿La reapertura supuso un reto logístico más complicado que para otros centros educativos?
El Centro Ocupacional reabrió en la tercera fase de la desescalada con un 30 por ciento de ocupación. Fue una reincorporación voluntaria y lo que hicimos fue seguir todas las medidas de seguridad que te puedas imaginar y más.
Por supuesto, el uso de mascarilla obligatoria en todo el centro, desinfección a la llegada, lavado de manos constante, hidrogel en todos los talleres y pasillos, mantenimiento de distancias… ¡hasta pusimos el nombre de cada persona en su silla del comedor o de los talleres!
Tras las vacaciones de verano, ¿cómo ha sido la segunda reapertura, la de septiembre?
Seguimos con ese 30 por ciento, pero hoy en día ya hemos aumentado prácticamente hasta el 70 por ciento de chicos que están yendo diariamente al centro. Hablamos de un alumnado total de 55 personas.
Cuando hablamos de la educación de personas con discapacidad siempre aparece el debate entre centros de educación especial o la integración de esos alumnos en los centros escolares junto al resto del alumnado. ¿Cómo se posicionan los familiares en este sentido?
Hay, efectivamente, dos tendencias. Una dice que integremos a las personas con discapacidad en colegios ‘normales’, poniendo a disposición de esos centros un mayor número de profesores y especialistas en discapacidad para que la presencia de esos alumnos no afecte al avance del resto del aula. La otra, apuesta por la puesta en marcha de más centros de educación especial.
Entonces el debate se reduce a la elección que cada padre y madre quiera tomar respecto a la educación de sus hijos.
¡Claro! Te cuento un ejemplo que conozco muy bien: el de mi hijo Pablo. Cuando cumplió tres años nosotros quisimos que fuese a un centro ‘normal’ y nos tocaba el CEIP Garganes de Altea. El primer día, cuando Pablo llegó y la directora lo vio, nos dijo que no lo podía coger porque no tenía medios. Yo hablé con ella, le expliqué la situación y mandé una carta al Defensor del Pueblo exponiendo el caso.
Ella se posicionó con nosotros y se puso a trabajar de inmediato. Pablo fue el primer alumno alteano con discapacidad intelectual que fue a un colegio ‘normal’. Sin embargo, tres años después, nos dimos cuenta de que se estaba quedando atrás respecto al resto de sus compañeros y que eso no le gustaba mucho, con lo que su madre y yo tomamos la decisión de ir al Centro de Educación Especial de El Blanquinal, donde siguió su educación hasta los 18 años.
En esto que me acaba de contar se mezcla la reivindicación y consecución de unos derechos con el pánico lógico que todos los padres tenemos a tomar decisiones que perjudiquen a nuestros hijos. Habiéndose producido las cosas como se produjeron, ¿tomaría ahora una decisión distinta si tuviese que volver a enfrentarse a esa situación?
Volvería a hacer exactamente lo mismo. Lo más importante de las personas con discapacidad es la integración; pero cuando ves que ya no avanza y que se queda estancado es cuando tienes que buscar otras opciones.
Para terminar, volviendo a las necesidades del Doble Amor, ¿en qué necesitan en estos momentos más colaboración?
En las instalaciones. Después de 40 años, el centro empieza a estar viejecito. Cualquier rehabilitación de un taller, una reforma de un aseo… todo lo que sea una mejora de la infraestructura es para lo que estamos buscando fondos.