Entrevista > Pablo Sosa / Cofundador Oscillum
Tres jóvenes emprendedores son los creadores de una etiqueta inteligente capaz de decirnos, a través de sus cambios de color, el estado en el que se encuentra el producto fresco que hemos comprado.
Su empresa, Oscillum, nació en 2017 en Elche como una empresa biotecnológica de la mano de sus tres fundadores: Pablo Sosa (25 años), Pilar Granados (24) y Luis Chimeno (24).
La Biotecnología se define como un área multidisciplinaria, que emplea la biología, química y procesos varios, con gran uso en agricultura, farmacia, ciencias forestales y medicina o ciencia de los alimentos, que es hacia donde orientan ellos su trabajo.
«El desconocimiento del estado real nos lleva a tirar los productos para evitar el riesgo de intoxicaciones»
Desperdicio alimentario
Según los últimos informes de la Comisión Europea en los hogares es donde se produce el mayor malgasto de alimentos, y más del 50 por cien de los que se desechan es en gran medida debido a la confusión que generan los sistemas de etiquetados actuales.
Más del 10 por cien se desechan por no entender la fecha de consumo preferente, así como por la falta de información del estado real de nuestros alimentos que nos lleva a tirarlos para evitar el riesgo de intoxicaciones.
¿Cómo funciona esta etiqueta?
Es una etiqueta biodegradable capaz de alertar visualmente de la descomposición de los alimentos. Esto se realiza a través de polímeros y sensores químicos. Los primeros son la matriz de la etiqueta y los que le confieren las propiedades mecánicas, por su parte los sensores químicos analizan el producto y son capaces de detectar las moléculas producidas por la descomposición de los alimentos.
De este modo la etiqueta cambia de color en función del nivel de descomposición. Funciona como un semáforo indicando con sus cambios de color el estado del producto.
¿Y cómo nació la idea?
De una manera de lo más doméstica. Comparto piso con mis dos socios desde nuestra época de estudiantes y un día me iba hacer un filete para comer y mi compañera me dijo que no tenía buen aspecto y que no me lo comiera. Ahí surgió un debate sobre cómo saber realmente si un alimento se puede comer o hay que tirarlo.
A partir de ahí comenzamos a investigar y a comprobar la cantidad de comida que tiramos ante la duda, pero sin saber con seguridad si está en buenas condiciones. De ahí la idea de esta etiqueta que comenzamos a desarrollar y que nos ha confirmado que a veces el aspecto no es determinante para que la carne o el pescado estén malos y que se pueden aprovechar.
«Tenemos abierta otra línea de investigación para poder detectar el anisakis o el parásito que provoca la triquinosis»
¿Solo se puede aplicar en la carne y el pescado?
Estamos estudiando otra línea para lácteos y alimentos precocinados o procesados. En España la leche se pasteuriza, pero en otros países no y sería muy interesante para ellos. En cuanto a los quesos, esta etiqueta podría ser efectiva especialmente en los más tiernos ya que se podrían evitar enfermedades graves como la listeria.
Además, tenemos abierta otra línea de investigación para poder detectar el anisakis o el parásito que provoca la triquinosis. En cuanto al anisakis estamos trabajando para una industria pesquera de congelados, que quiere asegurarse de eliminar este parásito tan peligroso que a veces ni con procesos de congelación logra eliminarse. Con la etiqueta que estamos desarrollando este riesgo se eliminaría por completo.
En casa la temperatura del congelador debe ser de -18 grados durante cinco días contra el anisakis, y en contra de lo que parece cuanto más lleno está el congelador mejor congela.
¿La etiqueta aumentaría el precio del producto?
Por nuestra parte no porque las etiquetas tienen un coste muy bajo, apenas un céntimo por etiqueta. Ahora ya depende de la industria que lo incluya en sus productos o de los supermercados. Es una tecnología económica que nos podría hacer ahorrar dinero y cuidar la salud.
¿Tenéis ya ofertas para comercializarla?
Ya estamos trabajando con varias empresas del sector cárnico que están interesadas en incluir las etiquetas en sus productos, y sobre todo nos están pidiendo información empresas europeas de fuera de España. La última que ha contactado con nosotros es de Noruega.
«Ahora mismo las empresas que no piensen en verde están abocadas a morir»
¿El futuro de las empresas está en la sostenibilidad?
Ahora mismo las empresas que no piensen en verde están abocadas a morir. Los clientes cada vez somos más exigentes con lo que compramos y le damos cada vez más importancia a respetar el medio ambiente.
Nuestras etiquetas, aunque son muy pequeñas, las hemos hecho de material biodegradable porque no queremos contribuir al uso del plástico y porque el bienestar del planeta tiene que estar por encima de todo.
En España está habiendo un cambio importante en este sentido y cada vez somos más las empresas que apostamos por la sostenibilidad, y el consumidor, tanto joven como mayor, cada vez está más concienciado.
¿Desperdiciamos excesivamente los alimentos?
En 2019 cada español malgastó más de 55Kg de comida y cada kilo de comida que no se consume equivale a liberar 1 kg de CO2 a la atmósfera.
Según datos de la FAO, en nuestro país se desperdician más de siete millones de toneladas de comida. Cerca del 40 por cien corresponde a carnes y pescado fresco, los productos más caros de la cesta de la compra. Este malgasto supone que cada consumidor de media tira a la basura más de 300 euros.