El 28 de marzo de 1939 una multitud esperaba en el muelle del puerto de Alicante. Algunas fuentes hablan de cerca de 8.000 personas, mientras que otras elevan las cifras hasta 15.000.
Todos ellos eran refugiados republicanos. La Guerra Civil estaba ya perdida para el Gobierno de la República Española entonces presidido por el coronel Segismundo Casado, quien pocos días antes había dado un golpe de estado interno para derrocar a Juan Negrín.
Las tropas franquistas ya habían conquistado prácticamente todo el territorio español salvo Alicante, Madrid, Valencia, Albacete, Cuenca y Murcia; la mayoría de las autoridades políticas republicanas estaban en el extranjero, el ejército se había desintegrado y para muchos solo quedaba una solución… escapar.
La llegada masiva a Alicante
Ante esta situación varios políticos internacionales crearon una Comisión de Ayuda Internacional, presidida por el diputado comunista francés Charles Trillon. El objetivo de este improvisado organismo era organizar una evacuación masiva de aquellos españoles que tuvieran vínculos políticos con la República y pudieran, por tanto, sufrir represalias por parte de la incipiente Dictadura Franquista que estaba a punto de proclamarse en toda España.
Trillon aseguró que llegarían varios barcos franceses de rescate a Alicante, por lo que el Gobierno republicano instó por radio a que todos aquellos que quisieran huir hacia el exilio extranjero se dirigieran al puerto alicantino.
Así pues miles de personas llegaron a la ciudad en muy pocas horas. Eran políticos republicanos, militantes de algún partido de izquierdas, soldados que habían combatido en la guerra contra los sublevados, personas que habían contribuido al Terror Rojo (la represión política contra personas de derechas o católicas durante la guerra), etc. Muchos de ellos estaban acompañados por su esposa, marido, hijos, hermanos, padres…
Todos tenían algo en común, habían dejado atrás su vida para empezar una nueva. Apenas cargaban unas pocas pertenencias como ropa, objetos de valor o algo de comida. Ya no tenían casa. Se habían convertido en refugiados.
El Stanbrook
Los refugiados se agolparon en los muelles buscando embarcar en alguno de los prometidos barcos. Sin embargo, las promesas de Trillon no se cumplieron. Tan solo hay constancia de un único carguero francés que apareciera por la bahía de Alicante y, aunque intentó entrar, varios buques de la marina franquista que navegaban por la zona se lo impidieron.
Aún así, no todo estaba perdido para estas miles de personas. En el puerto alicantino había anclados dos barcos cargueros británicos que habían llegado escasos días antes para transportar mercancías. El Stanbrook y el Maritime.
El capitán del primero se llamaba Archibald Dickson. Era un marinero galés que tenía instrucciones de transportar varias toneladas de naranjas, tabaco y azafrán hasta Reino Unido. Sus jefes le habían ordenado que no embarcara a ningún refugiado español. Sin embargo, al ver semejante drama humanitario, decidió renunciar a su carga y mandó bajar la pasarela.
El Stanbrook era un carguero con capacidad para unos 30 tripulantes más la carga. Se calcula que aquella tarde subieron a bordo unas 2.800 personas. Dickson puso rumbo hacia Orán (entonces Argelia era una colonia de Francia), el puerto extranjero más cercano a Alicante. Por delante tenía la travesía más difícil de su vida, esquivar el bloqueo de los buques militares franquistas conduciendo un barco brutalmente sobrecargado y sin armas.
Lo consiguió. Al día siguiente por la mañana llegaron a Orán, después de 22 eternas horas de viaje. Dickson libró de la cárcel o pena de muerte a cerca de 3.000 almas. ¿Quién dice que los milagros no existen? ¿Quién piensa que los héroes solo salen en las películas?
Hasta tres alcaldes de Crevillent embarcaron en el Stanbrook
Tres concejales
Aprovechando que se cumplen este mes 82 años de la proeza de Dickson, queremos recordar a los crevillentís que viajaron a bordo del Stanbrook. Dado la cercanía con Alicante, nuestra localidad aportó un buen grupo de pasajeros a aquel mítico barco. Algunos eran destacados políticos, y otros eran civiles más anónimos. Hemos conseguido identificar un total de 31 personas de Crevillent, aunque apostaría a que fueron más.
Uno de ellos fue Antonio Mas Serna, entonces alcalde del municipio. De profesión tejedor y con 61 años de edad, era afiliado al PSOE y a UGT. Había sido vicealcalde y concejal de Obras Públicas desde antes de la guerra, y desde 1937 ejercía de primer edil. Viajó con su esposa Dolores Fuentes y sus cuatro hijos.
También le acompañó su compañero de partido y vicealcalde José Candela Mas, quien tenía 46 años. Era de profesión zapatero, y subió al Stanbrook en compañía de sus 3 hijos. Tal vez también de su esposa, pero desconocemos su nombre. Según una investigación posterior realizada por un tribunal franquista, durante la guerra había contribuido en saqueos a domicilios de vecinos derechistas y de la Iglesia de Nuestra Señora de Belén.
El tercer destacado político local que subió al Stanbrook fue Manuel Menargues, el último alcalde crevillentí que había sido elegido democráticamente allá por 1931. De profesión industrial textil, tenía 47 años y por entonces ocupaba el cargo de concejal en el Ayuntamiento en representación del PSOE.
Entre los pasajeros crevillentís hemos identificado cinco militantes del PSOE y cuatro del PCE
Tres exconcejales
Aparte de estos tres citados miembros de la última corporación municipal crevillentina republicana, también embarcaron otros dos exalcaldes. Uno de ellos era Manuel Verdú González de 26 años, cuyo nombre curiosamente no aparece en la lista de pasajeros del Stanbrook redactada por las autoridades francesas de Orán. Suponemos que esto se debe a que logró desembarcar de los primeros, gracias a algún contacto importante.
Era el director del periódico oficial del PSOE en Crevillent y fue nombrado alcalde al principio de la guerra. La Justicia franquista le acusó de haber instigado el asesinato de tres vecinos falangistas.
Manuel Verdú acabó renunciando al cargo de primer edil para incorporarse al frente, siendo sustituido por el igualmente pasajero José Pons Galvañ del PCE. Apenas ejerció el cargo unos meses, pues dimitió por el mismo motivo. Sus hermanos Francisco y Manuel también huyeron al exilio, aunque no nos consta que subieran al Stanbrook.
Les acompañó José Sánchez Candela, industrial de 52 años y quien hubiera sido vicealcalde de Crevillent entre 1931 y 1934 por el Partido Republicano Radical Socialista. Durante la guerra radicalizó su postura política pasándose al PCE, y fue concejal de Novelda. Posteriormente se le acusó de haber formado parte del jurado que ordenó el fusilamiento de cuatro noveldenses de derechas.
Carmen Juan Molina fue una de las pocas mujeres que combatió en la Guerra Civil
Carmen Molina
Además embarcaron los hermanos Carmen y Vicente Juan Molina (en algunas referencias se dice que su segundo apellido era Mas). La primera era una joven alpargatera de 27 años militante del PCE que incluso había estado algunos años residiendo en la Unión Soviética. Su marido falleció en batalla y, lejos de guardarle el luto, Carmen decidió alistarse también en el ejército republicano, siendo así una de las pocas mujeres que combatió en la Guerra Civil.
La Justicia franquista la acusó de haber participado en el asesinato político de un vecino crevillentí, así como en varios saqueos de iglesias y domicilios.
Vicente también combatió en los frentes, alcanzando el grado militar de teniente. Tenía 30 años y era mecánico de profesión. No se le conoce afiliación política. Posteriormente se le imputaron los mismos delitos que a su hermana pequeña.
Otros crevillentís
Si bien su nombre no aparece en la lista oficial, nos consta que también subió José Mas Galindo al Stanbrook. Era un crevillentí de 32 años que había combatido en los frentes de Madrid, Guadalajara y Teruel. Los tribunales franquistas le encontraron culpable de haber participado en el asesinato de cuatro vecinos, tres de ellos falangistas.
De este mismo crimen fueron a su vez acusados José Salar Belmonte (agricultor de 44 años) y Manuel Valero Puig (chófer de 35 años), ambos crevillentís y pasajeros del Stanbrook.
Salvador Pérez Lledó era un mecánico de 27 años afiliado al PCE que fue soldado en la guerra, e igualmente subió a bordo. Ernesto Fernández Sánchez era colega suyo de profesión, y afiliado al PSOE.
El duro exilio en Argelia
Respecto a los diez crevillentís restantes del Stanbrook, desconocemos la razón por la que escaparon de España y si tenían pertenencia a algún partido político.
Ellos fueron: Rafael Ángel Jurado (panadero de 36 años), Francisco Asensio Sánchez (chófer de 22 años), Braulio Aznar Mas (mecanógrafo de 31 años), Josefa García Pastor (costurera de 35 años), Antonio García López (agricultor de 45 años), Cayetano Martínez Quesada (peluquero de 38 años), Francisco Mas Aznar (zapatero de 31 años), Joaquín Molina Candela y José Pastor Tomás (albañil de 37 años).
La vida no fue precisamente de color de rosa para los refugiados del Stanbrook una vez desembarcaron en Orán. La mayoría permanecieron confinados en el barco durante largas semanas, en condiciones sanitarias lamentables, hasta que la República Francesa les permitió desembarcar (previo pago de 175.000 francos por parte del Gobierno de la República Española en el exilio).
Lejos de quedar libres, casi todos fueron esclavizados por Francia y mandados a campos de concentración en Argelia. Muchos tuvieron que elegir entre luchar de nuevo en otra guerra (la Segunda Guerra Mundial) o realizar trabajos forzados. Buena parte de los pasajeros del Stanbrook acabaron trabajando en la construcción del Ferrocarril Transahariano, un proyecto ferroviario para conectar todas las colonias francesas en el Magreb que nunca se terminó.