Los ochenta-noventa se convirtieron en una gran época para el proceso de alicatado de las costas de la Comunidad Valenciana. Todo un ‘boom’ de segundas residencias que, con el tiempo, en centenares de casos, habrían de convertirse en única vivienda familiar.
No obstante, una población estacional, más de periodo vacacional que de fin de semana, muchas veces procedente del interior del país, en otras allende los Pirineos, llenó el litoral con estas construcciones que traían nuevos modelos vivenciales al litoral.
Inició su andadura en 1984, con su primera junta general
Inicio de la historia
Gran Alacant, al norte de Santa Pola, inició así su historia, el 24 de agosto de 1984 a las 19:30 horas, con la primera junta general para constituir la urbanización titular, posiblemente sin que sus impulsores se imaginasen que con el tiempo iba a alcanzar el grado de populosa pedanía, lugar de residencia permanente para una población que, según el último cuenteo poblacional, supera los 11.000 habitantes.
No ha de extrañar que recientemente el Ayuntamiento haya decidido pedirle a la Generalitat un centro de salud para la zona.
Comercios y un hotel
El crecimiento del lugar ha llevado pareja la creación de servicios. El más evidente a ojos del visitante es su centro comercial, inaugurado, más al interior de la turística partida, en junio de 2005 y actualmente con 75 locales para comercios (55), restauración (20) y ocio. Además de restaurantes distribuidos por la zona. Aparte, desde el prepandémico 2019 no ha dejado de noticiarse la construcción de un hotel de cuatro estrellas con 108 habitaciones, clínica y locales comerciales.
Así, a cien metros de altitud y tal autosuficiencia, con tanto espacio natural rodeando la zona construida, quizá los problemas y situaciones de allá abajo, de Santa Pola al sur y la pedanía ilicitana de Los Arenales del Sol al norte (también nació como urbanización), cabría pensar que Gran Alacant se encuentra por encima de cualquier interrelación. Pero no.
Los clubes santapoleros entrenarán ahora en el José Antonio Alemañ
Polideportivos sanitarios
La situación de la covid-19 no ha hecho sino necesitar de la colaboración de todos. En las publicidades sobre el lugar, que muchas hay por toda la provincia, hasta vía buzoneo (lo que anuncia crecimientos futuros), nos recuerdan que allí hay “un colegio público local, centro médico”, aunque considerado ya insuficiente para atender a su núcleo poblacional, de ahí la petición de un centro de salud, “biblioteca, correos y polideportivo”.
Precisamente, este polideportivo, el pabellón José Antonio Alemañ, será desde este abril el que tenga que centralizar buena parte de los entrenamientos deportivos del municipio. La situación es simple: desde el Ayuntamiento se espera contar con el pabellón deportivo municipal, el Lara González, para la vacunación masiva (se habla de hasta 25.000 personas; Santa Pola tiene, según censo de 2020, 33.303 habitantes).
De esta forma, clubes nacionales e internacionales subirán hasta este espacio de 14.000 m2 inaugurado el 27 de noviembre del 2011. Justo donde, como se ve por las cifras, se concentra aproximadamente un tercio de la población santapolera.
Ingleses, irlandeses o escandinavos constituyeron la semilla humana inicial
Habitar junto a un espacio natural
Ingleses, irlandeses o escandinavos constituyeron la semilla humana inicial de Gran Alacant, hasta el punto de ser los habitantes mayoritarios, pero más de una familia de la provincia, en especial desde Alicante hasta prácticamente Guardamar, sin olvidar Elche o Crevillent, decidió cambiar humos y nervios urbanos por una vivienda situada en las cercanías del humedal conocido como Clot de Galvany.
Superados por ahora los miedos iniciales ante el ladrillo que rodea el emplazamiento, en este espacio natural protegido de 366,31 hectáreas, con construcciones defensivas de la Guerra Civil, proliferan hoy cercetas pardillas, ranas comunes o sapos corredores. El lugar comenzó a recibir presiones antes de la epidemia ladrillar de los ochenta-noventa: desde los sesenta. Hasta que la Generalitat lo declaraba Paraje Natural, el 21 de enero de 2005, frenando así hambres hormigoneras.
Un paseo entre urbanizaciones
De momento, por los alrededores queda la relativa cercanía del faro de Santa Pola, rutas senderistas, refugios antiaéreos recuperados y hasta una rezumante y pequeña gruta, casi madriguera, la Cova de la Gota: mucho espacio natural sobre el que existen, por ejemplo desde la ciudad, lógicos temores del qué pasará.
Pero la urbanización, dentro de todo lo invasivo que puede suponer una colonia humana, parece no querer salir de un área muy específica, quizá porque precisamente ese contacto con la naturaleza se ha convertido en uno de sus principales reclamos, la enseña ecologista. Basta darse una vuelta para ver que aún queda espacio para crecer sin molestar a pinos y espartos, sin embaldosar barrancos y vaguadas.
Eso sí, a pie de calles, preferentemente en automóvil, puede observarse que la población se constituye sumando pequeños poblamientos, cada una de las urbanizaciones que crecen a rebufo de la original. Incluso goza el lugar, además del centro comercial y las tiendas diseminadas, de un mercadillo propio, todos los jueves no festivos y domingos de julio y agosto, desde las ocho de la mañana hasta las dos de la tarde, en la avenida Escandinavia. Y eso es muy de la provincia.