Por primera vez en la historia de los Juegos Olímpicos modernos la cita no tendrá lugar en un año bisiesto. La omnipresente pandemia obligó a la cancelación del mayor evento deportivo del mundo en 2020 y, aunque todavía persisten algunas dudas, todo hace pensar que será, por fin, este verano cuando Tokio albergue los Juegos de la XXXII Olimpiada.
Los Juegos Olímpicos de Tokio serán los primeros que no se celebren en año bisiesto a causa de la pandemia
Cancelaciones
Para poner en contexto de hecho histórico que supone el aplazamiento o, en su caso, suspensión de unos Juegos Olímpicos, basta con recordar que sólo los correspondientes a las XII y XIII Olimpiadas fueron cancelados. Los primeros, tendrían que haberse celebrado en Helsinki (Finlandia) en 1940 y los segundos en Londres (Reino Unido) en 1944. Ambos, claro está, quedaron en nada debido a la II Guerra Mundial.
Respecto a la cita finlandesa existe otra curiosa anécdota que la une todavía más con la que este año debería celebrarse en Tokio, ya que durante la ceremonia inaugural de los Juegos de Los Ángeles (EEUU) de 1932 el alcalde tokiota había propuesto oficialmente su ciudad como sede para 1940, algo que el Comité Olímpico Internacional aprobó en 1936. Sin embargo, la segunda guerra chino-japonesa, que estalló en 1937, obligó a un cambio de planes de última hora eligiendo Helsinki como sede.
El ‘golpe de Tokio’ de Valentín Lorén
Tokio, eso sí, acogió sus primeros -y, hasta ahora, únicos- Juegos Olímpicos en 1964. Fueron los Juegos de la XVIII Olimpiada y los primeros celebrados en Asia y, como suele ocurrir en este tipo de citas, arrancó con un momento histórico a la par que emotivo ya que el último relevista de la antorcha fue el atleta Yoshinori Sakai, apodado como ‘el bebé de Hiroshima’ ya que nació en esa misma ciudad el día en que el Enola Gay estadounidense lanzó su tristemente famosa bomba atómica ‘Little boy’.
En aquellos primeros juegos tokiotas España, pese a irse de vacío en el medallero, también tuvo su propia cuota de protagonismo. Todo porque el boxeador maño Valentín Lorén, al que un árbitro húngaro decidió descalificar del torneo del peso pluma al parar su segunda pelea en el tercer asalto, decidió escenificar su disconformidad asestándole un puñetazo al colegiado en una imagen que dio la vuelta al mundo.
Fueron aquellos unos Juegos que hicieron historia al ser los primeros en ser emitidos en directo por televisión y, también, los primeros en ofrecer imágenes en color aunque, si bien comenzaban a parecerse a lo que hoy en día es ya un evento de alcance e importancia planetaria, todavía no habían dado ese salto definitivo hacia la globalización. En ellos, el Judo entró a formar parte del programa olímpico.
Del siglo XX al XXI
En aquella primera experiencia tokiota, el programa olímpico sólo recogía un total de 19 disciplinas deportivas y únicamente 93 países desfilaron tras sus abanderados durante la ceremonia inaugural, presidida por el emperador Hirohito. Nada que ver con los 33 deportes que conformarán la programación de los Juegos Olímpicos de 2021, en los que se estrenarán el baloncesto 3×3, el kárate (que vuelve a los JJOO tras su exclusión después de Pekín 2008), la escalada deportiva, el monopatinaje y el surf.
En total, los Juegos de la XXXII Olimpiada contarán con la participación de 160 países sumando la impresionante cifra de 11.091 deportistas, la mayor de la historia. Se da la circunstancia, además, de que los de Tokio serán los primeros Juegos Olímpicos en los que todos los deportes tendrán eventos masculinos y femeninos, dando un decidido e importantísimo salto adelante en la necesaria lucha por la igualdad en el deporte.
Si nada lo impide, los Juegos Olímpicos de Tokio se celebrarán del 23 de julio al 8 de agosto repartiendo cerca de 5.000 medallas, de las que muchas se pondrán en juego el día 7 de agosto, sólo 24 horas antes de la celebración de la ceremonia de clausura, en lo que se ha llamado el ‘super sábado’ de los Juegos con un total de 34 eventos en disputa.
El escaparate olímpico
Poco tiene que ver el deporte actual, completamente profesionalizado e hiperespecializado, con aquel que se dejó ver en el verano japonés de 1964. Los Juegos Olímpicos, como hemos indicado anteriormente, han alcanzado una dimensión planetaria, siendo el evento (deportivo o no) más seguido del mundo.
En realidad, existen muy pocos deportes que puedan convertir a sus practicantes en personajes mundialmente conocidos y, lo que no es menos importante, asegurarles un futuro de despreocupación económica una vez finalizada su, en comparación con el resto de los mortales, corta vida laboral. Por ello, los Juegos Olímpicos se convierten no sólo en un objetivo sino también en un escaparate único para la mayoría de los presentes.
Piensen, si no, a quién les sonarían nombres como los de los legendarios Jesse Owens, Emile Zápotek, Abebe Bikila, Nadia Comaneci, Dick Fosbury, Mark Spitz, Sebastian Coe, Michael Phelps, Serguei Bubka sin los Juegos. O, sencillamente, háganse la pregunta más sencilla: ¿habría Tarzán gritado como lo hace en nuestro imaginario si su primer intérprete, Johnny Weißmüller, no hubiese sido cinco veces oro en natación entre París 1924 y Amsterdam 1928?
Una carrera de cuatro años
Todo ello hace que, la inmensa mayoría de esos 11.091 deportistas que estarán en Tokio este próximo verano, viajen a Japón después de haber afrontado una más que minuciosa preparación de cuatro años (cinco en este caso extraordinario), en el que cada minuto de sus vidas ha estado centrado única y exclusivamente en el día y hora en que se celebrará la final olímpica de su especialidad.
Un camino agotador, tanto física como mentalmente, plagado de diversas metas volantes en forma de torneos clasificatorios -muchas veces, más temidos que la propia cita olímpica-, sacrificios y el miedo constante a que una enfermedad o una lesión diera al traste con tantísimo esfuerzo. Y, por supuesto, el pánico, que todavía no se ha desvanecido por completo, a que el maldito virus obligue a cancelar definitivamente unos Juegos que las autoridades japonesas y olímpicas ya han dicho que serán en 2021 o no serán.
Cada cual ha seguido -y continúa transitando- ese recorrido siguiendo su propia estrategia, pero siempre con un punto común: horas, horas y más horas de trabajo anónimo y callado afinando el estado de forma, buscando siempre el mejor entorno para tener que preocuparse única y exclusivamente de su cuerpo, algo en lo que, para no pocos deportistas, La Nucía y su Ciutat Esportiva Camilo Cano ha sido la clave de bóveda.
La Nucía, excelencia olímpica
Los lectores más mayores de AQUÍ en La Nucía recordarán, seguramente, los Juegos Olímpicos de Barcelona. A ellos, los vigésimo quintos de la historia moderna, llegaba España con un medallero acumulado de 31 medallas (cinco oros, 17 platas y nueve bronces), habiendo sido Moscú’80, con seis medallas (un oro, tres platas y dos bronces), sus mejores Juegos hasta el momento.
En la ciudad condal España sumó 22 medallas (13 oros, siete platas y dos bronces) gracias a un muy ambicioso proyecto olímpico que nació muchos años antes, trabajando desde la base y con la vista puesta en que esos niños llegaran al verano del 92 en su mejor momento deportivo. El éxito, fue indudable y España fue el sexto mejor país del medallero.
La Nucía ha afrontado un proceso parecido en su apuesta por convertirse en la referencia del deporte a nivel nacional e internacional. La excelencia de sus actuales instalaciones comenzó a fraguarse hace ya más de dos décadas y, en todo este tiempo, los distintos equipos de gobierno, siempre encabezados por Bernabé Cano, no han parado de invertir y mejorar en lo que hoy en día es una instalación no sólo envidiada sino auténtico motor de la economía local.
Los hermanos Brownlee, bestia negra de los triatletas españoles, son unos habituales de las instalaciones nucieras
Ejemplos para todos
Archiconocido es el caso de los hermanos Alistair y Jonathan Brownlee, auténtica bestias negras del triatlón español durante los últimos años. Su presencia en las instalaciones nucieras se ha convertido ya en algo habitual hasta tal punto de que los británicos, que suman cuatro medallas olímpicas (dos oros del mayor y una plata y un bronce del menor), pasan largas temporadas residiendo en un municipio que, como han explicado en más de una ocasión, les da todo lo que necesitan para preparar sus objetivos.
Ellos, claro, no han sido los únicos que, durante el último ciclo olímpico, han pasado por la Ciutat Esportiva Camilo Cano pensando y soñando con ese momento mágico del encendido del pebetero.
La lista de grandes estrellas olímpicas que han desfilado por La Nucía es casi interminable y será todavía más larga después del 8 de agosto, cuando las medallas hayan convertido a deportistas hoy todavía desconocidos en semidioses olímpicos y más de uno, tras haber compartido con ellos entrenamiento en alguna de las instalaciones nucieras, pueda decir aquello de “yo estuve entrenando con él”.
Porque ese es, precisamente, uno de los principales atractivos que ofrece toda esta historia de deporte olímpico naciendo en La Nucía: la oportunidad que tienen todos los aficionados y usuarios de las instalaciones de compartir tiempo y esfuerzo con sus grandes ídolos, algo impensable en la mayoría de complejos deportivos de elite, mucho más cerrados e inaccesibles al gran público.
La lista de campeones y medallistas olímpicos que han preparado en La Nucía el asalto a Tokio es inabarcable
Formación olímpica
El listado, ya lo hemos dicho, es inabarcable. Orlando Ortega, Maris Strombergs, Ludmidla Engquist, Grigoriy Yegorov, los mentados hermanos Brownlee… son sólo algunos de los ejemplos de medallistas olímpicos que han pasado -o se han quedado- en La Nucía durante sus periplos preparativos de cara a los Juegos, lo que ha permitido que las jóvenes promesas del deporte local hayan contado, en no pocas ocasiones, con los consejos e, incluso, las clases de deportistas tan experimentados.
Leyendas olímpicas como Ludmila Engquist y Grigoriy Yegorov forman en La Nucía a las futuras estrellas del atletismo
Muy significativo es el ejemplo de Ludmila Engquist (oro en Atlanta’96 en los 100 metros vallas) y Grigoriy Yegorov (bronce en Seúl’88 en salto con pértiga), que forman ya parte del staff técnico de la Escuela de Atletismo de La Nucía, situando al club como uno de los mejores de todo el país en términos de formación de jóvenes atletas.
El ‘efecto llamada’ de la presencia de tantas estrellas fomenta también la práctica del deporte entre los nucieros
Los dos medallistas forman a las promesas del atletismo nuciero en el Estadi Olímpic Camilo Cano, provocando un ‘efecto llamada’ que ha permitido a esa escuela superar la barrera de los cien alumnos, todo un logro para un deporte que, aunque es el eje centra de los Juegos, sigue siendo minoritario.
Organizaciones como la AEPD califican la Ciutat Esportiva Camilo Cano como «la mejor de España y referente para toda Europa»
Los olímpicos que serán
Una Ciutat Esportiva que ha sido catalogada por muchos, incluida la Asociación Española de la Prensa Deportiva (AEPD), como “la mejor de España y referente para toda Europa” y que sigue, en definitiva, marcando el camino de los próximos e inminentes campeones olímpicos, pero también se ha convertido en una suerte de incubadora para las estrellas del futuro.
La presencia continua de atletas del más alto nivel no sólo permite que sus alumnos aprendan de los mejores, sino que también acerca, de la forma más literal posible, el ejemplo de los valores fundamentales del deporte, verbigracia, el sacrificio, el trabajo duro, la constancia… a los jóvenes del municipio.
Todo ello, haciendo un poco más accesible el siempre complicado camino olímpico a aquellos que deseen enfocar su futuro hacia el deporte, pero inculcando también esos mismos principios a todos ellos porque, en definitiva, son aplicables a todos los ámbitos de la vida.