Muchos turistas pasan junto al solar, lo observan y no entienden nada. ¿Cómo es posible que siga existiendo un trozo de suelo no edificado en la abarrotada y rentabilísima primera línea de la playa de Levante?
Los más veteranos, de hecho, recordarán que hasta no hace muchos años allí había un chalet que en su día perteneció a José Martínez Alejos, presidente de la Diputación de Alicante entre 1939 y 1949, bajo cuyo mandato se comenzaron a sentar las bases sobre las que, no mucho después, se produciría el despegue turístico de la Costa Blanca y de Benidorm.
Anomalía romántica
El chalet, decíamos, aguantó allí, rodeado de los altos edificios que conforman el llamado ‘skyline’ de la capital turística, hasta bien entrado el siglo XXI. Era como una anomalía romántica. El Benidorm que fue. Un testigo mudo que vio como aquella zona de la ciudad, considerada por los locales como improductiva, y a la que nadie hacía el menor caso, se convirtió en el área más cotizada, dinámica y vibrante del monstruo turístico que sigue siendo hoy en día la ciudad.
Tras su demolición en el año 2016, el suelo sobre el que se ubicaba aquella construcción quedó en eso, en un solar. Tierra y un par de pinos. Una nueva anomalía. Los benidormenses más despistados y, sobre todo, los turistas, no comprendían nada. Y siempre lo mismo: ‘dentro de poco construirán algo aquí’.
Tras muchos años de negociaciones infructuosas, Costas decidió la cesión de la parcela al ayuntamiento a finales de 2018
Una cesión trabajada
Pero no. El suelo, por aquellas cosas que tiene la siempre intrincada, complicada e inescrutable Ley de Costas, pasó a pertenecer a ese organismo nacional que, ya en 2018, accedió a la cesión de los terrenos al ayuntamiento de Benidorm por un periodo inicial de 15 años, con posibilidad de prorrogar ese acuerdo otros tantos más sin que aquello supusiese desembolso alguno para el presupuesto municipal.
La rúbrica de esa cesión fue, de alguna forma, el principio del fin de una labor iniciada muchísimos años antes, cuando el primer deslinde de la zona colocó el chalet de Martínez Alejos dentro del espacio de servidumbre con el fin de que acabara siendo de dominio público. Sin embargo, como suele ocurrir, aquella estructura se convirtió en el centro de una negociación eterna entre ayuntamiento y Costas que acabó con el edificio convertido en un problema de salubridad y seguridad para la zona, y habitado por ‘okupas’.
Distintas corporaciones de todos los colores trataron de conseguir aquella cesión, pero el Gobierno de España, también ocupado por distintos partidos a lo largo del tiempo, nunca quiso dar ese paso hasta que, derruido el chalet dos años antes, lo hizo en 2018 con el compromiso, por parte del ejecutivo local, de que esa parcela se convirtiera en un espacio público.
Historia marinera
El atípico trozo de suelo vacío en plena ‘milla de oro’ benidormense se convirtió entonces en el centro de otra discusión: ¿qué hacer en el? Benidorm remitió distintas opciones a Costas, pero parecía que nunca se conseguía un acuerdo pleno… hasta que a alguien se le ocurrió la idea de honrar allí la memoria histórica de una ciudad que siempre miró al mar, pero que en un momento dado cambió el enfoque pesquero por el turístico. En lugar de sacar los peces del mar, los benidormenses se iban a dedicar a llenarlo de turistas. Todo un giro.
Aquella conversión se realizó, en todos los sentidos imaginables, a paso acelerado y, en menos de una década, casi nada quedaba de aquel pueblo pesquero que había dado al Mediterráneo algunos de los mejores almadraberos de sus costas. Las redes dieron paso a las grúas, y los pinos y carrascas a los rascacielos.
Años después, cuando todo aquel polvo se asentó, los benidormenses se dieron cuenta de que, ocupados como estaban en el frenesí del desarrollo turístico, se habían olvidado de su propia historia. El boom demográfico que acompañó a todo aquello provocó que, de la noche a la mañana, la ciudad se llenara de familias provenientes de otros puntos de España que conocían mejor la historia de su pueblo de origen que la de aquel lugar de adopción.
Comprender lo que fuimos
“En Benidorm, se cae una peseta y hacen fiesta”. Esa frase, dicha muchas veces con sorna, no es más que el fiel reflejo de aquella época. Cada familia que arribaba a Benidorm trataba de mantener vínculos con otros como ellos y lo hicieron reuniéndose en torno a asociaciones que representaran a sus comunidades de origen y, por supuesto, celebraban las fechas más señaladas de aquellos sitios que dejaron atrás, dotando a la ciudad de una agenda festera sin igual.
A la vez, los benidormenses abrazaron con júbilo todo aquello y, aunque siempre guardaron en su corazón un hueco muy especial para sus ‘festes’ de noviembre, la memoria de las almadrabas y la pesca se iba perdiendo en cada funeral.
Los abuelos, los que vivieron aquel pasado que jamás volvería, iban desapareciendo. Los padres, que andaban más que ocupados haciéndose un hueco en el efervescente mercado turístico de la segunda mitad del siglo XX, no tenían tiempo para preocuparse de mantener la llama de ese pasado del que, por otra parte, estaban empeñados en huir. Y los hijos… bueno, ya se sabe que los hijos no suelen ser muy receptivos a estas cosas a según que edades.
Pero esos hijos han crecido. Benidorm es ahora un destino más que consolidado. Y el mundo es distinto, muy distinto. Y aquellos hijos, de repente, han sentido la necesidad de saber por qué son lo que son, y como son. Y eso, claro, sólo se puede entender si se comprende y se conoce el pasado. De ahí, no cabe duda, nacen las numerosas iniciativas para desenterrar (a veces literalmente, como en el Tossal de la Cala o el Castell) nuestro pretérito.
«El Aula del Mar se convertirá en un nuevo recurso cultural, histórico y pedagógico que nos permitirá conocer la historia marinera de Benidorm» T. Pérez
Aula del Mar
Y así es como alguien puso sobre la mesa la idea de crear un Aula del Mar en ese terreno que una vez ocupó el chalet de Martínez Alejos, un presidente de la Diputación que, con un ambicioso plan provincial de infraestructuras desarrollado durante los años 40, sentó las bases para que poco después los turistas pudieran llegar por miles.
Toni Pérez, alcalde de Benidorm, lo explicaba de una forma muy clara y didáctica al asegurar que esa Aula del Mar se convertirá “en un nuevo recurso cultural, histórico y pedagógico que nos permitirá conocer la historia marinera de Benidorm, tan ligada a la Marina Mercante, la pesca y la almadraba”.
El primer edil añadía que será una infraestructura “para disfrute y enseñanza de la población en general, pero especialmente de nuestros vecinos más jóvenes, que tendrán en esta Aula del Mar un espacio para adentrarse en el pasado y trayectoria marineras de Benidorm, uno de los hitos importantes del origen de esta ciudad”.
Y así, con esa idea, se llegó al momento clave. Fue en plena pandemia, recién desconfinados del encierro de la primavera de 2020, cuando, al fin, Costas dio la luz verde final a un proyecto, el del Aula del Mar, que el ayuntamiento no ha tardado ni un año en licitar para que pueda comenzar su construcción.
El proyecto del Aula del Mar, licitado por algo más de 655.000 euros, ha sido incluido en el Plan de Sostenibilidad Turística de la ciudad
Triple financiación
Al final, como en ocasiones sucede, las distintas carambolas que se han ido sucediendo para que lleguemos a la actual fecha de licitación, han provocado que el equipo de gobierno benidormense haya podido incluir la construcción del Aula del Mar como uno de los objetivos prioritarios de su Plan de Sostenibilidad Turística, por lo que no serán las arcas municipales las que tengan que soportar la totalidad de los 655.000 euros de presupuesto inicial, sino que se podrá contar con una triple financiación proveniente, además del consistorio, de la Secretaría de Estado de Turismo y de la Generalitat Valenciana.
El proyecto que ahora se ha licitado contempla un plazo de ejecución de nueve meses, por lo que el Aula del Mar de Benidorm será una realidad, si nada se tuerce por el camino en estos tiempos tan inciertos, a principios del próximo año 2022.
«El chalet de Martínez Alejos fue durante décadas referencia de la fisonomía y trama urbana de Levante, como lo será el Aula del Mar» T. Pérez
Toni Pérez recordaba que el chalet de Martínez Alejos “fue durante décadas una referencia dentro de la fisonomía y trama urbana de Levante, como estamos convencidos que a partir del próximo año lo será el Aula del Mar y su entorno verde, que darán continuidad a la franja medioambiental de nuestra playa”.
El proyecto plantea la construcción de una pequeña edificación formada por tres módulos, además de un jardín con zonas de sombra y paseo frente al mar
Recurso pedagógico
Entrando al terreno de lo concreto, el primer edil benidormense adelantó que “el proyecto del Aula del Mar y jardín público se ha elaborado por técnicos del área de arquitectura, y plantea la construcción de una pequeña edificación formada por tres módulos que acogerán una sala de exposiciones, espacio de proyección y baños públicos. El resto de la parcela se configurará con un jardín con zonas de sombra y paseo frente al mar, rematado con un pavimento en diferentes tonalidades azules”.
Fue una de las 25 propuestas aceptadas para su financiación por la Secretaría de Estado de Turismo entre las más de 150 recibidas
Pérez también quiso explicar que “la construcción del Aula del Mar se incluyó en la propuesta ‘Benidorm DTI+Seguro’ con la que el ayuntamiento concurrió a la convocatoria de Planes de Sostenibilidad Turística lanzada por la Secretaría de Estado de Turismo. La de Benidorm fue una de las 25 propuestas seleccionadas a nivel nacional entre las más de 150 recibidas, y está valorada en 2,9 millones”.