Entrevista > Sergi Hernández / Arquitecto y tecnólogo creativo (Alicante, 1981)
Sergi Hernández está especializado en experiencias tecnológicas, interactividad y nuevas narrativas digitales. En la actualidad codirige Fluenz, colectivo multidisciplinar de danza contemporánea y arte sonoro, con visuales en vivo, junto a Cintia Solbes, Carlos Izquierdo y Zula Ros. También colabora con CotaCero Diseño, Museografía y Comunicación, donde codiseña experiencias museográficas.
Este año participa en la Bienal de Arquitectura de Venecia 2021, exponiendo el proyecto Kinesofos. Bajo el lema general ‘¿Cómo viviremos juntos?’, el equipo que realiza el comisariado del pabellón de España decidió llamarlo ‘Uncertainty’. 34 proyectos de todo el Estado bajo la idea de que ‘esta situación de crisis ha generado en parte la solución al problema, que la incertidumbre puede constituir una fuerza motriz para el cambio’, como refleja la propuesta.
«Me interesa mucho jugar con las imágenes mentales que se generan en la práctica de la danza contemporánea»
Tu proyecto para la actual Bienal vincula lo físico y lo digital. ¿Qué te llevó a plantear esta representación del movimiento corporal?
En mis años de escuela en arquitectura ya nació el interés entre el cuerpo y sus repercusiones. Kinesofos surgió hace un par de años como investigación personal en estos aspectos. Me interesa mucho jugar con las imágenes mentales que se generan en la práctica de la danza contemporánea, donde tu forma de moverte cambia al imaginarte, por ejemplo, que hay un hilo que tira de la punta de tus dedos y que ellos lo siguen.
Esa relación de causa-efecto me llevó a explorar la visualización digital de esas imágenes dándole la vuelta: ¿qué es primero? ¿ese hilo que tira de ti o tu movimiento crea retroactivamente dicho hilo?
En ella cada visitante explora una instalación interactiva. ¿Qué buscas transmitir?
Para mí es una manera de establecer un contacto directo y personal con nosotros mismos y la verdad del movimiento de nuestro cuerpo. Al mismo tiempo se convierte en una herramienta de comunicación con lo extraño, un diálogo empático con el ‘otro’ que, en definitiva, eres tú mismo.
Un ejemplo para mí paradigmático de esto es el proceso que vive la protagonista de la película ‘Arrival’, de Denis Villenueve, para entender el lenguaje de los seres que habitan ese espacio lechoso del otro lado del cristal, su debate interno de si el producto de dicha comunicación es una amenaza o un regalo, y cómo el proceso la transforma de una manera profunda.
¿Cómo viviste tu selección para representar a España en un evento de esta magnitud?
Formar parte de la Bienal de este año es muy emocionante y alentador. El ex-arquitecto Mario Hidrobo, uno de los expertos contactados por los comisarios del pabellón español, propuso varios proyectos entre los que estaba Kinesofos, que fue aceptado para participar.
Creo que el valor que tiene este proyecto en una muestra de arquitectura, al igual que el resto de seleccionados, es el de mostrar cómo los procesos de trabajo, inquietudes y metodologías de la disciplina arquitectónica pueden trasladarse a otros campos sin abandonar la mediación entre nuestros cuerpos-mentes y los espacios, sociedades y sistemas que habitamos.
Se trata de un proyecto en colaboración con otros participantes. ¿Cómo ha sido el trabajo en equipo?
En todo el tiempo de investigación he ido testeando el proyecto con mis compañeros más cercanos, que desde sus disciplinas han estirado poco a poco las posibilidades del proyecto. Mis socios de Fluenz, José Luís de Cota Cero, Mario, todos amores generosos.
Ya durante el montaje en el pabellón español la cercanía y predisposición del equipo de Uncertainty y sus técnicos para resolver las últimas cuestiones cerraron una experiencia magnífica. Es de agradecer, sobre todo, teniendo en cuenta la tremenda dificultad que supone coordinar una exposición internacional de este calibre en tiempos de pandemia, limitaciones e incertidumbre.
La Bienal es uno de los principales eventos de arquitectura en todo el mundo. ¿Qué destacas de ella?
Me parece muy valiosa su capacidad de muestra de los diferentes caminos que toma la arquitectura en todo el mundo, y en todo momento, incluso aquellos aparentemente alejados de sus paradigmas. Desde la visibilización crítica del sustrato digital que nos acompaña y construimos, a pequeños gestos que hacen de los espacios públicos lugares más habitables y negociables.
«Hace tiempo que mi trabajo profesional está enmarcado en equipos interdisciplinares»
La fusión de diferentes lenguajes artísticos está presente en tus intereses. ¿Es necesario que cada disciplina interactúe con otras?
Antes de nada, es inevitable. Hace tiempo que mi trabajo profesional está enmarcado en equipos interdisciplinares; aunque no quieras reconocerlo, ocurre.
Pero además, concretamente en el trabajo artístico, la interacción entre disciplinas dispares produce caminos no frecuentados, porque crear con otros requiere un ejercicio continuo de escucha activa y respuesta al momento. No puedes obviar lo que está haciendo el otro, lo incorporas a tu propio proceso que a su vez se ve transformado. Este trabajo de interrelación desemboca en unos resultados que superan la simple suma de las partes. Me gusta verlo como estar en un desequilibrio constante.
Has transitado por proyectos de danza contemporánea, museísticos y otros como el videoarte sobre el bombardeo del Mercado Central de Alicante. ¿Cuál es la línea de acción sobre la que te gusta trabajar?
Son diversas, pero creo que lo común a ellas es la mediación y la interactividad, entendido como la creación de interfaces que nos permiten ver lo que no es obvio o es invisible. Nos permiten preguntar-responder de forma activa y personal, y nos provocan emocionalmente, ya sea desde la crítica o el acompañamiento amable.
«Muchos creadores de tecnologías digitales ahondan en experiencias de empatía, reflexión y crítica»
En la actual era de la digitalización, ¿se han perdido los valores humanos?
Depende de cómo lo miremos. Sabemos que, a gran escala, el big data ha dado herramientas a grandes potencias para aumentar su capacidad de control y poder. Pero también, a menor escala, la relativa accesibilidad a las tecnologías digitales, incluso las más sencillas, ha propiciado que muchos creadores puedan usarlas para ahondar en experiencias de empatía, reflexión y crítica de una manera renovada.