Los animales, concretamente los peces y las ballenas, son parte del proceso del ciclo de carbono que emite las emisiones de efecto invernadero. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores de la Universidad de Agder (Estados Unidos).
Según Ángela Helen Martin una de las investigadoras principales, “es bueno que el carbono esté atrapado en el océano” sin bien es necesario reducir los gases de efecto invernadero que producen los humanos y que perjudican el clima. Además, los resultados del estudio han sido publicados en la revista One Earth.
Así, esta científica ha analizado, en distintos artículos, cómo repercuten los peces y otros animales marinos a los gases de efecto invernadero en el océano.
Una de sus conclusiones es que deberíamos analizar mejor cómo afectan los animales a las emisiones de carbono. Pues, de esta manera, se podría llevar a cabo una gestión eficaz del carbono en los hábitats oceánicos (y de las poblaciones marinas).
Los animales almacenan carbono
El equipo de investigadores ha estudiado cómo los peces, ballenas, tortugas, aves y otros animales marinos afectan el movimiento y almacenamiento de carbono en el océano.
Según Martin, los animales se alimentan de carbono (a través de su comida) y, posteriormente, lo almacenan en sus cuerpos. Finalmente, lo expulsan a través de las heces o lo exhalan. De hecho, algunos peces y ballenas expulsan nutrientes (mediante las heces) que las plantas pueden utilizar para la fotosíntesis.
Estas plantas producen carbono orgánico a partir del dióxido de carbono. Y, cuando los animales se desplazan, el carbono y los nutrientes también se mueven con ellos.
El ciclo del carbono absorbe los gases de efecto invernadero
Tal como concluye el estudio, el océano ha absorbido en la última década una cuarta parte de las emisiones de efecto invernadero a través del ciclo del carbono. Este ciclo, además, es un proceso que ocurre de manera natural.
“La mayoría de las emisiones que ha absorbido el océano no pasan por los componentes vivos como las plantas, los animales o las bacterias. En cambio, se disuelven en el agua y contribuyen al calentamiento y acidificación de los océanos” aseguró la investigadora.
Además, aunque representa un porcentaje muy pequeño del carbono en el océano, las plantas, las marismas, los humedales, los pastos marinos y los animales podrían verse afectados por la gestión de los recursos oceánicos.
Por esta razón, es fundamental que reduzcamos las emisiones de efecto invernadero para detener el cambio climático.
Rocío Sánchez