Los caminos hablan. Y el camino de la Escorrata, más o menos parejo al trazado del canal o acequia del mismo nombre (ahora en recuperación historiográfica y hasta arqueológica desde Orihuela), elabora su propio discurso mientras lo recorres. Te lleva desde las lindes con tierras oriolanas hasta la mismísima huerta redovanense, o al menos parte de ésta. Orillando, agriculturas varias tras alambradas, más cañaverales, chalets e incluso un imponente centro geriátrico y residencia para discapacitados privado, y también, casi contiguos, lugares para bien comer.
Redován, pequeña ciudad de 7.926 habitantes, está allá al fondo, a las faldas de la cara escalable de la sierra de Callosa de Segura, como población asomada al mar, aquí un océano de tierras labradas para cítricos y alcachofas, producción principal de los campos del lugar, donde también se plantó algodón, hoy casi meramente testimonial. En realidad, toda la vega creció sobre una rambla, una llanura aluvial sobre lo que antaño se presentó como fosa tectónica de camino al mar, y que el Segura fue cegando gracias a nutritivos limos y carbonatadas areniscas.
Más tarde, el pequeño cauce artificial, la Escorrata, bebió del caudal inicial y con sus aguas irrigó el lugar, salvándolo de una sentenciada sequedad por motivos meramente geográficos, dada su situación entre la sierra antes descrita y la de Orihuela. Escorrata significa, en fin, azarbe (aguas sobrantes) o acequia (en general aguas regantes) en panocho, lengua de origen murciano que también impregna muchas expresiones en la Vega Baja del Segura, quizá transportadas por el mismo y vivificante río. Que sí, que el Segura nace en Jaén, pero riega tierras y almas por las contiguas provincias de Albacete y Murcia.
De caballeros muslimes
Para los impasibles mapas, Redován supone un apunte más, junto a una carretera, la CV-900, que en un plisplás nos coloca en territorio oriolano, y que gracias a una rotonda nos lleva a la calle Proyecto 3, concatenada con la avenida de la Diputación Provincial, en la que desemboca el camino de la Escorrata. Pero Redován posee, con su peculiar orografía, un indiscutible encanto, que ya encandiló a mucha gente, como en 1331 a ese caudillo árabe, granadino, al que la Historia y la Mítica plantan el nombre de Farax Ben Ridouan, Ridwan, Rebduan, Rebdan o Reduán.
Por entre las hoy feraces huertas, han ido apareciendo restos ibéricos que ahora pueden encontrarse diseminados sobre todo por el madrileño Museo Arqueológico Nacional (la cabeza de grifo, homenajeada en una de las rotondas) o el parisino Louvre (cabeza vacuna y un dorso femenino; si no las han trasladado, por el ala llamada Sully, la que se ve tras la pirámide de cristal si vienes desde el jardín de las Tullerías). Pero también arribaron a puerto redovanense fenicios, griegos o romanos.
Entre plazas y restaurantes
Vinimos por el camino de la Escorrata, pues crucemos la avenida de la Diputación y adentrémonos en la ciudad por la calle del Doctor Marañón. Tras dejar a mano derecha el I.E.S. de Redován, atravesemos otra avenida, la de la Libertad: calle Jesús Jordá hacia la vigilante imagen de la sierra de Callosa de Segura, y nos toparemos con una de las varias y amplias plazas de Redován, la de Miguel Hernández. Ya estamos en pleno meollo urbano. Donde el pequeño comercio se encuentra a sus anchas, salpicado generosamente por ineludibles citas gastronómicas. Raro es que no haya cita en el municipio de boda, bautismo o comunión en la memoria de más de un paladar.
La mayor parte de la ciudadanía redovanense asienta en el núcleo urbano, con una altísima densidad vivencial (826,56 habitantes por km²), aunque en la misma CV-900, arribando desde Callosa del Segura, tenemos el barrio de San Carlos (con ermita de 1969, fiestas el 4 de noviembre), afloramiento poblacional a ambas orillas de la carretera. Desde aquí ya podremos saborear una rica gastronomía con el conejo como base de muchos guisos, pero sin olvidarnos de los callos de ternera, las tortillas de alcachofa, arroces serranos, embutidos de excepción o una abundante pastelería, con su turrón de novia (rosetas de maíz y azúcar tostado) como creación autóctona.
Hay más parques y plazas, así la de la Paz, con su fuente y su escenario sideral. Ideal para actos sociales, como los de las fiestas patronales (el 8 de septiembre, la Virgen de la Salud; y el 29, San Miguel). Y no habrá que olvidarse de parques como el de la Hormiga, el de la Piedra… Una de las plazas principales, aunque no sea la más grande, es la del Ayuntamiento, y aquí, entre pinceladas arquitectónicas modernas, tenemos cita ineludible con la Historia.
Señoríos y escaladas
Aunque Redován fue nada menos que Señorío de Jurisdicción Alfonsina y de los Caballeros de Santangel (Jaime de Santangel, 1440-1512-13, de importante linaje converso pero protegido por los Reyes Católicos, añade en 1498 a Hondón de los Frailes y Hondón de las Nieves para el Señorío de Redován), lo que dejó un imborrable poso institucional, realmente empezará a virar de caserío, antigua alquería musulmana, al actual municipio gracias a la Carta Puebla concedida en 1614.
Ese toque señorial puede observarse en un ramillete de edificios casi contiguos: el ayuntamiento, en realidad el Palacio de la Orden de Predicadores (1726), que fue residencia de los Dominicos oriolanos y al que hoy se le ha añadido una coda moderna; la románica iglesia parroquial de San Miguel Arcángel (1396, fecha fundacional oficial de Redován, aunque la actual obra es de 1701); y la Casa del Reloj (aún funciona), otrora casa consistorial, de finales del XIX, que acoge a la Policía Local y la Mancomunidad La Vega (Algorfa, Jacarilla, Redován y San Miguel de Salinas).
Pues hemos paseado, nos hemos saciado y, en suma, hemos hecho acopio de fuerzas porque la montaña nos reta con una muy visitada vía ferrata. Para abrir boca, un tramo ‘familiar’ (de dificultad K2, poco difícil); y para coronar, el tramo ‘deportivo’, de dificultad K4 (difícil) / K5 (muy difícil). Desde el puente colgante de 40 metros de longitud, y 130 metros de vacío bajo los pies, allá abajo sigue creciendo la huella viva del río Segura.