Entrevista > Beatriz Pérez-Hickman / Concejala de Bienestar Social de La Nucía
La expresión ‘techo de cristal’, además de tremendamente gráfica, es una de esas frases hechas que se suelen utilizar para suavizar una realidad injusta o demasiado dolorosa. Pese a que son muchas las personas, organizaciones y administraciones que luchan por romperla, esa barrera se ceba de forma especial con aquellas familias en una situación económica de pobreza o cercana a la misma.
El acceso a la educación, las oportunidades laborales, salir de entornos desestructurados… todo son retos mucho más complicados cuando, además, no se cuenta con un respaldo económico que permita afrontar ‘las duras’ o destinar parte de esos recursos a algo más que no sea la mera supervivencia diaria.
La actual crisis pandémica ha aumentado de forma exponencial el riesgo de verse por debajo de ese techo de cristal y eso lo sabe muy bien Beatriz Pérez-Hickman, concejala de Bienestar Social de La Nucía, que, aunque ve la luz al final del túnel, reconoce que son muchas las familias nucieras que lo están pasando muy mal. El banco de alimentos, junto a otros muchos servicios de su área, se ha convertido, más que nunca, en una necesidad básica en el último año y medio.
Muchos lugares han apostado por ‘externalizar’ la labor de su banco de alimentos en alguna ONG o en el voluntariado. Ustedes decidieron gestionarlo de forma directa desde el ayuntamiento. ¿Por qué?
Llevamos así desde hace muchos años y está funcionando muy bien. No es una cuestión de que consideremos que uno de los dos modelos sea mejor o peor que el otro, sino que desde Bienestar Social estamos siendo capaces de gestionarlo de una forma adecuada.
Tampoco hemos tenido una ONG o una asociación que haya mostrado su interés por hacerlo, pero consideramos que es un servicio que se puede ofrecer perfectamente desde la concejalía y, a la vez, tener la oportunidad de ayudar de forma más eficaz ofreciendo otras líneas de ayudas de las que tenemos en cartera.
Dicho eso, los voluntarios sí tienen cabida ayudándoles en los repartos del banco de alimentos.
Así es. Tenemos personas que han mostrado su interés por hacerlo y nos ayudan en los repartos y el resto de las acciones de este programa. Pero el grueso de la gestión lo lleva personal propio del Ayuntamiento por un motivo sencillo: son temas muy delicados, de familias enteras.
De esta manera, cualquier familia que se vea con esta necesidad tiene una cita con la trabajadora social, que estudia su caso y la deriva a este programa y/o a cualquier otro que pudiera serles de ayuda.
Esos repartos, ¿suplen las necesidades completas de alimentación de las familias beneficiarias?
Siempre hablo de ‘ayudas’ porque muchas veces se entiende que con lo que les damos van a cubrir las necesidades del mes, pero no es así. Intentamos siempre que sea lo máximo posible para que tengan que comprar lo mínimo en cuanto a alimentación, pero no deja de ser una ayuda.
Pedir este tipo de ayudas, como cualquiera puede entender, siempre es un paso complicado. Usted ha hecho referencia a lo delicado que es el tratamiento de los datos y de las situaciones de estas familias. ¿Cómo gestionan que las personas que se lo piden no se sientan incómodas o influidas por el qué dirán?
Muchas veces vienen familias porque han tenido un problema puntual o porque han perdido su trabajo. Por lo tanto, la primera cita, además de la propia gestión, tiene un carácter muy psicológico. Siempre guardamos al máximo la intimidad de la familia. Es cierto que a muchas familias les resulta muy incómodo, pero nosotros tratamos de darle una normalidad y hacerles ver que son situaciones que nos pueden suceder a todos en un momento dado.
«Este último año y medio ha sido mucho más triste porque familias que nunca habrían esperado estar en esta situación se han encontrado viniendo a Bienestar Social»
Imagino que en épocas como la actual esas situaciones son todavía más frecuentes, ya que tienen que atender a personas que, quizás, jamás pensaron verse tan apuradas.
Es algo que incomoda a todo el mundo por igual, pero es verdad que hay personas que llevan mucho tiempo en una situación de la que no pueden salir del todo, y, por lo tanto, llevan años necesitando esta ayuda. Este último año y medio ha sido mucho más triste en el sentido de que, como dices, familias que nunca habrían esperado estar en esta situación se han encontrado viniendo a Bienestar Social. Es algo que siempre se ve como lo último que alguien querría hacer.
Hemos visto familias, madres, padres… que se les caían las lágrimas en el momento de venir a pedir ayuda de alimentos. Nosotros lo intentamos normalizar al máximo y acompañarles, porque sabemos que son temas puntuales que todos podemos sufrir y queremos que se sientan bien al venir aquí.
«Cuando trabajas aquí diariamente, te das cuenta de que hay muchas familias que nacen ya en una situación de pobreza de la que es muy difícil salir»
Viendo lo que usted ve a diario, ¿qué piensa cuando oye afirmaciones como que en España el que no trabaja es porque no quiere?
Eso no es así en absoluto. Cuando trabajas aquí diariamente, te das cuenta de que hay muchas familias que nacen ya en una situación de pobreza de la que es muy difícil salir. No tenemos gente que no quiera trabajar, sino que su situación personal y familiar está muy por debajo de una media normal de los ciudadanos españoles.
¿Qué motivos hay detrás de ello?
Hay muchos. Puede ser porque no han tenido la educación suficiente, porque han tenido que malvivir desde la niñez…
¿Suelen derivar a los usuarios del banco de alimentos a otros programas de ayuda que les permitan encontrar las herramientas para salir de su situación?
Intentamos que, una vez que vienen, accedan a todo el catálogo de ayudas que podemos prestar. En ese momento, se interviene con la familia intentando orientarles en el tema laboral, en las cuestiones relacionadas con los menores… Buscamos ayudarles en el camino para que puedan salir adelante. A veces se consigue y otras no, pero una vez que se viene a Bienestar Social se hace una intervención total con la familia.
Desde hace un par de años, además, disponemos de mucho más personal, lo que nos permite que esa ayuda sea mucho mejor.
El banco de alimentos de La Nucía se nutre, además de por las vías oficiales, de las donaciones de empresas y particulares. En un municipio como este, con tantos residentes extranjeros, ¿los vecinos de otras nacionalidades colaboran con la misma intensidad e interés? ¿Existe entre ellos ese sentimiento de pertenencia a la comunidad?
Absolutamente. Incluso podríamos decir que muchos extranjeros son más voluntariosos en ese sentido. Quizás lo tengan más desarrollado en su educación. No digo que ese no sea también el caso entre los españoles, porque en este año y medio hemos tenido muchísimas ayudas de particulares y empresas; pero es verdad que el extranjero está más educado en ayudar a los demás.
¿Tiene la sensación de que toda esa oleada de ayudas vivida en esta pandemia está cayendo ya en el olvido?
Es verdad que se ha relajado mucho, pero también es porque nosotros comunicábamos esas necesidades con mayor frecuencia. Ahora todos estamos un poco cansados y ya no le damos tanta relevancia. No creo que la gente se haya olvidado, pero quizás se haya normalizado algo la situación.
«Antes de la pandemia atendíamos a unas 110 familias, que se duplicaron durante lo más duro de esta crisis»
Con el aumento de personal que ha mencionado antes, ¿es optimista respecto a que sean cada vez más las familias que puedan solucionar su situación?
Sí. Estoy convencida de que lo vamos a ir consiguiendo en los próximos años. Antes de la pandemia teníamos a unas 110 familias, que se duplicaron durante lo más duro de esta crisis. Ahora muchas familias están volviendo a sus trabajos y eso ayuda a que todo se estabilice. No significa que vaya a desaparecer, porque es imposible.
«Espero que dentro de un año todas las familias que se han visto afectadas por la pandemia hayan recuperado la normalidad»
Yo espero que dentro de un año todas las familias que se han visto afectadas por la pandemia hayan recuperado la normalidad.
¿Cómo solucionan, desde el banco de alimentos, las necesidades de personas intolerantes o alérgicas a determinados productos?
Es muy complicado. Intentamos tener siempre varios tipos de leche, algún alimento que pueda servir para personas con alergias… pero lo cierto es que es mucho más difícil porque en el banco de alimentos recibimos lo que recibimos.
«Hay muchas veces que te dan ganas de llorar, pero otras te sientes tan satisfecha de haber podido ayudar que te da una gran alegría»
Su trabajo, como el del resto de su equipo, está expuesto a situaciones muy duras; pero también a grandes satisfacciones. ¿Qué hace más a lo largo del año, reír o llorar?
(Piensa). Hay muchas veces que te dan ganas de llorar, pero otras te sientes tan satisfecha de haber podido ayudar que te da una gran alegría. Son emociones contrapuestas. Muchas veces sientes una pena inmensa porque quieres ayudar más, pero tienes lo que tienes. Insisto en el mensaje de que con estas ayudas no se solucionan todas las necesidades.
Al final, gracias a tener un equipo tan maravilloso como el que tengo, muchas veces, solo hablando con los usuarios te das cuenta de que, al menos, ya se sienten acogidos y escuchados de una forma muy distinta a la que podrían encontrar en otro sitio.
¿Recuerda algún momento que le haya reportado una satisfacción especial?
Me ha pasado con determinadas familias, sí. No voy a decir ningún caso concreto, pero sí que, tras ayudarles durante un tiempo, vienen y te cuentan que han encontrado trabajo, te dan las gracias por la ayuda que les has dado y ves que van a poder tirar para adelante.
(Se le quiebra la voz). Me emociona incluso el hecho de recordarlo. Es una gran alegría.
Cuando deje esta responsabilidad o la vida política en su conjunto, ¿qué piensa que le habrá enseñado su paso por Bienestar Social?
Yo no había tenido contacto con este mundillo antes de mi llegada aquí, pero lo he conocido y debo decir que es algo que me gusta de verdad. Por ello, en todos estos años he aprendido a conocer una situación que desconocía por completo. Yo no sabía qué se hacía desde una concejalía de Bienestar Social de un ayuntamiento. Conocerlo es lo más gratificante y la satisfacción más grande que me voy a llevar.
A veces, pienso que si hubiese conocido esto siendo joven, quizás me habría dedicado a ello.