La fuente de la plaza de los Luceros, uno de los monumentos fetiche de Alicante, cumple noventa años. Una obra construida en los albores del siglo XX y que ha sido testigo privilegiado de los enormes cambios urbanísticos que ha vivido el centro de la ciudad desde entonces.
Aunque pueda sonar a broma, lo cierto es que cuando fue construida quedaba a las afueras de Alicante. Apenas había unos pocos edificios por este barrio, como la diputación o la estación del ferrocarril.
Esta fuente contribuyó a revitalizar la zona, y a partir de aquel momento la ciudad fue creciendo en esta dirección hasta convertir Luceros en uno de sus principales epicentros urbanos.
Plaza de la Independencia
En 1929 el ayuntamiento organizó un concurso público para construir una nueva fuente que adornara la entonces llamada plaza de la Independencia. Este nombre le venía desde 1908, como homenaje al centenario del levantamiento del Dos de Mayo y la victoria obtenida en la guerra contra Napoleón, por la que los invasores franceses fueron expulsados de España. Precisamente Alicante fue una de las dos únicas ciudades españolas, junto a Cádiz, que nunca fue conquistada por las tropas galas.
En total se presentaron diez propuestas al concurso municipal, elaboradas por cuatro artistas locales. El ayuntamiento se decantó por la de Daniel Bañuls, un escultor de apenas veinticinco años de edad.
Proyectos paralelos
Atrás quedaban otros antiguos proyectos municipales concebidos para esta plaza, como el de construir aquí el primer estadio de fútbol en la ciudad (finalmente se ubicó en el actual parque de la Viña), o el de colocar pórticos (de forma parecida a la plaza Mayor de Salamanca).
El alcalde, Julio Suárez-Llanos, tenía la clara idea de crear aquí la primera gran rotonda urbana para facilitar el cada vez mayor tráfico de vehículos, coches de caballos y tranvías que fluía por Alicante.
El monumento de Bañuls
El joven Daniel no era ni mucho menos un desconocido en los círculos artísticos alicantinos. Su padre, el escultor Vicente Bañuls, había sido toda una institución local durante el siglo XIX; autor del monumento a Maisonnave, de las columnas decorativas del paseo Gadea o del monumento a Canalejas.
Si bien aprendió sus primeras lecciones en el taller de su progenitor, Daniel quiso ir un paso más allá y durante su adolescencia pasó temporadas en Madrid para adquirir un estilo artístico más moderno. Aun con todo, a la entrada de los años treinta seguía siendo ‘el hijo de Vicente’, pues todavía no había realizado ninguna obra de envergadura en la ciudad.
La fuente fue inaugurada el 31 de agosto de 1931
El nuevo proyecto
Su proyecto para la plaza de la Independencia se tituló ‘Levante’. En la parte baja del monumento se ubican cuatro grandes caballos con estrellas (también llamadas ‘luceros’) en sus cuerpos, acompañados de otras figuras mitológicas.
Bañuls se inspiró en un pasaje de la mitología griega, el jardín de las Hespérides
En el punto central se alza un obelisco, que en cada cara tiene representadas cuatro figuras femeninas sobre las que destacan sendas estrellas de ocho puntas. Bañuls se inspiró en las ninfas Hespérides, que según la mitología griega protegen un esplendoroso jardín cuyas manzanas doradas proporcionan la inmortalidad.
La fuente fue inaugurada oficialmente el 31 de agosto de 1931. Bañuls cobró 39.000 pesetas por este trabajo.
La ‘plaza de los caballos’
El boceto de Bañuls no solo convenció a los concejales, sino también al conjunto de los alicantinos. De hecho, la plaza de la Independencia pronto pasaría a ser conocida popularmente como ‘la plaza de los caballos’, a pesar de que no se modificó su nombre oficial.
Daniel Bañuls se consolidó a partir de entonces como el gran escultor de Alicante. Precisamente tenía por costumbre desayunar cada mañana en una cafetería de la plaza junto a su amigo el pintor Emilio Varela. Aquí se inspiraba contemplando su monumento y cogía ideas para sus siguientes trabajos. Por desgracia una lastimosa enfermedad cortó su prometedor futuro, llevándosele para siempre cuando tan solo contaba con 42 años de edad.
Antes se llamó plaza de la Independencia y plaza de Cataluña
Plaza de Cataluña y de Luceros
El lugar cambió de nombre varias veces en los siguientes años, aunque durante décadas la gente continuó llamándola “plaza de los caballos”. En 1934 el ayuntamiento de la Segunda República decidió renombrarla como plaza Cataluña, en homenaje a dicha región, que acababa de aprobar un estatuto de autonomía.
Este nombre se mantuvo hasta 1941, cuando el ayuntamiento franquista prefirió denominarla plaza de los Luceros. Este nombre hace referencia a las estrellas dibujadas en el monumento, y también a una estrofa del ‘Cara al sol’ que dice: “Formaré junto a los compañeros, que hacen guardia sobre los luceros”.
Eje de la ciudad de hoy
En las últimas décadas el lugar se ha convertido en un símbolo de dos cosas tan alicantinas como son las Hogueras o el Hércules, pues aquí es donde se disparan las mascletás oficiales y se celebran los ascensos del equipo blanquiazul.
Curiosamente una de las doce pruebas que tuvo que realizar Hércules, según la literatura clásica, fue robar las manzanas del jardín de las Hespérides. El propio semidiós está representado en el monumento a través de cuatro leones, dado que en otra de sus proezas logró matar al león de Nemea y desde entonces se cubría con su piel.
Toda una casualidad involuntaria, o tal vez una premonición del destino a través de la imaginación de Bañuls.