La gestión política y sanitaria de la pandemia ha supuesto un reto mayúsculo para todas las Administraciones del planeta. Más, si cabe, como es el caso de las concejalías de Sanidad de los distintos ayuntamientos de España, cuando se produce la dicotomía de ser la entidad más cercana al ciudadano en un momento de gran zozobra y, a la vez, no se tienen competencias delegadas en el ámbito en cuestión.
Marisa Cortés es la concejala de Sanidad de L’Alfàs del Pi y sabe muy bien lo que supone recibir durante meses, día y noche, las dudas y desvelos de sus vecinos.
Los ayuntamientos no tienen competencias directas en el área de Sanidad, pero siempre se ha dicho que “ante situaciones extraordinarias, medidas excepcionales”. ¿Cómo vivió las primeras semanas de la pandemia en marzo del pasado año?
Como has dicho, la concejalía de Sanidad no tiene competencias para tomar decisiones sobre temas sanitarios. Hasta entonces, nosotros nos dedicábamos a hacer campañas y colaborar con el centro de salud; pero desde que estalló la pandemia nos tuvimos que reinventar.
Desde ese primer momento nos pusimos a disposición de la conselleria para lo que hiciese falta, coordinándonos con Salud Pública y con el propio centro sanitario. Siempre con la intención de tratar de consensuar las medidas a adoptar, con el fin de que la covid afectase en la menor medida posible a las personas del municipio.
«Aún desinfectamos las zonas de más afluencia, aunque no a diario»
En ese sentido, la pirámide poblacional de L’Alfàs del Pi muestra la realidad de una sociedad más envejecida que la media. Eso supone que, en aquellos momentos, teníamos una población de riesgo mayor. Además, se cerró buena parte de un servicio básico para ellos como es la asistencia sanitaria. ¿Cómo se gestionó todo aquello?
Toda la asistencia médica era telefónica y la gente que acudía a urgencias era, realmente, porque necesitaba ir. Muchos, claro, por cuestiones relacionadas con la propia covid. Desde el primer día, las concejalías de Sanidad y de Bienestar Social hemos estado al pie del cañón para valorar siempre las necesidades de los mayores. También de aquellas personas que viven solas.
Esto, sin olvidar a todos los ciudadanos que dieron positivo y necesitaban atención en sus domicilios. Además, se creó un grupo de ‘voluntarios covid’. Todos ellos jóvenes y con un ánimo maravilloso. Salían a comprar, repartían alimentos, iban a las farmacias… ha habido una gran colaboración por parte de las concejalías y de estos voluntarios.
Donde sí tienen competencias ustedes es en las limpiezas, incluidas las desinsectaciones y desinfecciones del municipio. En aquel momento, aquello se convirtió en una necesidad básica, pero nos enfrentábamos a una importante escasez de productos. ¿Cómo se enfrentaron a ello?
La Sociedad de Agricultores de la Vega (SAV), junto a los voluntarios de USAR13 y Protección Civil, se dedicaron a desinfectar diariamente las zonas de uso más común de las personas, como eran los supermercados, el área de urgencias del centro de salud, las residencias de personas mayores…
Incluso hoy en día, aunque ya no de forma diaria, seguimos desinfectando las zonas de más afluencia del municipio.
«Hubo que reforzar servicios de lunes a domingo, de la mañana a la noche»
Fue muy llamativo el caso de Benidorm, que tuvo que repatriar a una enorme cantidad de turistas en muy pocos días. ¿Pasó algo similar en L’Alfàs del Pi?
Nosotros no tuvimos que repatriar a nadie. El momento más complicado lo vivimos con la clausura del complejo médico Reuma Sol, que a día de hoy sigue cerrado y toda la gente que estaba tratándose sí que debió volver a sus países.
Vuelvo a la cuestión de las competencias en Sanidad. Los ayuntamientos, pese a no tenerlas, son las Administraciones más cercanas al ciudadano. Supongo que vivirían una avalancha de consultas y peticiones.
Tuvimos que reforzar nuestros servicios atendiendo a la gente de lunes a domingo, desde la mañana a la noche. De hecho, desde entonces Sanidad y Bienestar Social seguimos trabajando en plena coordinación. Todos hemos estado a disposición de los ciudadanos para lo que hiciese falta.
Ya ha dicho que la coordinación con los profesionales sanitarios ha sido muy buena. ¿Cree que la que ha habido entre Administraciones ha sido igual de óptima?
En mi opinión, no fue mala. Hay cosas que se podrían haber hecho mejor; pero otras muchas no, porque tenemos que tener claro que esto llegó como algo nuevo. Nadie tenía un libro de instrucciones para saber cómo hacerle frente a una pandemia.
Creo, insisto, que las decisiones que se tomaron eran las correctas. ¿Podrían haber sido distintas? Puede ser, pero no ha sido una mala gestión.
«Puede haber equilibrio entre sanidad y economía si seguimos las normas»
Le voy a hacer la pregunta del millón. Las dos primeras oleadas tuvieron una incidencia, en términos comparativos, muy baja en L’Alfàs. El resto, sin embargo, sí han sido mucho más virulentas. ¿A qué se debe?
Sabemos, más que nada, que en la tercera ola, la de otoño, nos relajamos mucho. Quizás fue porque, como dices, salvamos más o menos bien las dos primeras y la gente pudo llegar a pensar que, después del verano, la cosa iba a volver a la normalidad.
¿Pudo tener algo que ver el inicio del curso escolar?
Los colegios y su coordinación con Salud Pública han funcionado muy bien. Sin embargo, insisto, a nivel social y familiar nos confiamos bastante y de ahí salieron bastantes brotes. La que nos apareció después de Navidad fue el gran ‘boom’, tuvo la misma causa.
¿Cómo le hizo sentir aquello?
Yo entiendo que todos tenemos familiares fuera a los que hace tiempo que no hemos visto, pero debemos tener muy presente que el virus sigue ahí y que, por lo tanto, hay que mantener las medidas de seguridad e intentar cerrar un poco el círculo de amistades y parientes.
«Todos llevamos tiempo sin ver a familiares, pero el virus sigue ahí»
En esta quinta ola, ¿nos hemos vuelto a relajar o es más una cuestión ligada a la llegada de turistas?
Nos hemos vuelto a relajar porque teníamos el recuerdo del pasado verano, que funcionó muy bien; pero es verdad que la llegada de visitas… ha habido casos de turistas que han venido aquí con síntomas. Todo eso ha creado la aparición de brotes.
Tras ver todo lo que ha visto en estos meses, ¿cree que existe un verdadero equilibrio posible entre la seguridad sanitaria y mantener la actividad económica?
El negocio se puede mantener siempre y cuando nosotros respetemos las normas, pero parece que nos dedicamos a incumplirlas. Se trata de tener sentido común y responsabilidad. Ya tenemos vacunas, y ahora hay que controlar la situación entre todos para que la cosa se llegue a normalizar.
«Volvimos a relajarnos y hubo turistas que vinieron con síntomas»
Desde Sanidad están insistiendo mucho en el mensaje de que quienes no lo han hecho, se vacunen. ¿Cuáles son las reticencias que se están encontrando?
La información que se da en los medios de comunicación a veces no es positiva, y da la sensación de que las personas tendemos a coger siempre la mala noticia antes que la buena.
Que salga alguien famoso diciendo que las vacunas son una mentira y que vamos a morir todos… eso pesa más que las declaraciones de un especialista explicando que, para poder frenarlo, es necesario inmunizarse.
Pues le pregunto directamente: ¿cuántas, y de qué gravedad, han sido las reacciones adversas en la campaña de vacunación en L’Alfàs del Pi?
Lo máximo que hemos llegado a tener es alguna subida de tensión, que se ha controlado en el propio centro de vacunación y el paciente ha podido, a la media hora, irse a casa. De momento, no podemos decir que en el municipio haya habido reacciones graves o alguna persona que tenga secuelas por haberse puesto la vacuna. No se ha dado ese caso.
L’Alfàs cuenta con un amplísimo tejido asociativo que siempre se ha caracterizado por colaborar cuando ha hecho falta. En esta ocasión, teniendo en cuenta que suele estar formado por personas mayores, ¿han podido retomar sus actividades una vez avanzado el proceso de vacunación?
Las personas mayores voluntarias le tienen mucho respeto al virus. Eso ha hecho que todavía no hayamos comenzado las actividades con ellos, aunque tenemos previsto hacerlo a mediados de mes.
Dicho esto, también es cierto que la mayoría de integrantes del Voluntariado Social son personas mayores y han tomado todas las medidas posibles. Siempre los hemos monitorizado para estar seguros de que estaban bien. Cruz Roja también aporta gente joven.
Pero sí han comenzado algunas de las actividades que suelen hacer con personas mayores.
Sí. El taller de memoria lo reabrimos en cuanto se nos permitió. Han estado viniendo, aunque en menor número, al Hogar del Pensionista, y han participado del mismo. Sin embargo, lo tuvimos que volver a cerrar en junio porque esa misma instalación se ha convertido en el centro de vacunación, aunque lo retomaremos este mes en la casa de cultura.
«Haremos actividades para que la juventud vea la vida con normalidad»
Más allá de los efectos de la propia pandemia, ¿cuánto daño ha podido hacer a los mayores la cancelación de todas esas actividades que se enmarcan en el paraguas que todos conocemos como “envejecimiento activo”?
Se ha notado mucho. Hablo por experiencia propia, por la gente mayor de mi familia. Hemos notado la falta de esa ‘obligación’ que se crea en la persona de tener que ir en días determinados a una actividad. Quieras que no, es algo que están notando mucho.
¿Cree que será fácil que recuperen esos hábitos?
La gente tiene ganas, pero también tiene miedo. Sobre todo, por si todo vuelve a empezar de nuevo. Creo que sí podremos retomar todas las actividades poco a poco, planteando una buena desescalada para que todo se realice en condiciones de seguridad.
Conjugando ya en presente, se está empezando a hablar mucho de los efectos psicológicos que todo este tiempo está teniendo sobre las personas. ¿Tienen algo previsto en este sentido desde el área de Sanidad?
Estamos trabajando en ello. Sobre todo, pensando en la gente mayor, pero también en la juventud. Los chavales están presentando muchos problemas de ansiedad, de dependencia de los videojuegos, de no poder salir a la calle… Hay muchos jóvenes que siguen manifestando miedo por moverse de casa.
Vamos a programar actividades y charlas para que tengan la oportunidad de acudir a ellas y, así, volver a ver la vida de una forma más normal. En cuanto a las personas mayores, sabemos que están muy solas y deprimidas. Necesitan a alguien con quien pasar un rato, hablar o, sencillamente, salir a dar una vuelta.
Entramos ahora en unos meses muy importantes para L’Alfàs. No solo se produce la vuelta al cole, sino que tenemos ‘en capilla’ las Fiestas del Santísimo Cristo y, acto seguido, la Navidad. ¿Tienen ya decisiones concretas tomadas sobre todo ello?
Las Fiestas del Santísimo Cristo serán como las del año pasado. No haremos más que los actos institucionales y religiosos. El Día Internacional sí se realizará, pero no como hasta ahora, sino de una manera más reducida. Para Navidad queda mucho, así que tendremos que esperar la evolución de la situación y veremos qué opciones hay.