El 30 de octubre de 1938, un joven de 23 años llamado Orson Welles puso el mundo patas arriba al provocar el pánico entre miles de personas, convencidas de que Estados Unidos estaba siendo invadida por un ejército de alienígenas.
El programa de Orson Welles
Welles estaba a cargo de un programa semanal en la emisora CBS, el cual tenía como tema la dramatización de obras literarias. Para la víspera de Halloween el locutor decide adaptar la novela del escritor británico H.G. Wells: La guerra de los mundos.
Contando la obra en forma de noticiario de ultimo momento
Wells decidió captar la atención del público por su forma de narrar la historia. Imitó la retransmisión de noticiarios, incluyendo los testimonios de “testigos” y científicos, agregó además un supuesto mensaje a la nación por parte del presidente Roosevelt.
Si bien la cadena CBS explicó al inicio del programa que se trataba de una dramatización de Orson Welles y el Mercury Theatre, de la novela La guerra de los mundos, muchos oyentes sintonizaron minutos después -o no prestaron atención a la introducción- y creyeron que las noticias sobre la invasión alienígena era real.
La obra empezaba anunciando una noticia de ultimo momento que informaba sobre unas explosiones en Marte que se dirigían a nuestro planeta. Para darle más realismo se procedió a la emisión de la presentación de una orquesta. Se realizaban cortes en la supuesta presentación, para contar el avance de la invasión alienígena:
“Damas y caballeros, tengo que anunciarles una grave noticia. Por increíble que parezca, tanto las observaciones científicas como la más palpable realidad nos obligan a creer que los extraños seres que han aterrizado esta noche (…) en una zona rural de Jersey son la vanguardia de un ejército invasor procedente del planeta Marte…”
Se dice que alrededor de 12 millones de personas escucharon la transmisión, miles de ellas formaron parte de la histeria colectiva colapsando carreteras, líneas de emergencias y estaciones.
Esta transmisión demostraría el poder de los medios de comunicación y llevaría a la fama a Orson Welles, culpado por el incidente -quién terminaría fingiendo incluso su propia muerte al final de la obra-, pero convertido en la gran promesa del mundo del espectáculo.