El ayuntamiento ha dado luz verde al proyecto de remodelación de la Plaça de Baix. La actuación, que comenzará sus obras tras la finalización de las fiestas de Moros y Cristianos de 2022, forma parte de un amplio plan de acción integral, que pretende llevar a cabo una profunda revitalización y modernización de parte del centro histórico de Petrer.
La reforma de la céntrica plaza es, por tanto, la punta de lanza de este ambicioso proyecto que, a pesar de su envergadura, no es la única transformación que ha vivido a lo largo de su historia. Numerosos han sido los cambios que han ido moldeando su figura con el paso de los siglos, e incontables los acontecimientos de la vida social, política, económica, cultural, festera y religiosa que han dejado profunda huella en su empedrado.
Ni siquiera se la ha conocido siempre con el mismo nombre: Mayor, de la Constitución, de la República o del Generalísimo, son los otros nombres con los que la Plaça de Baix ha sido rotulada en el callejero municipal y que han venido dictados, en la mayoría de los casos, por los vaivenes políticos que ha vivido el país a lo largo de la historia.
Entre sus edificios más conocidos están el ayuntamiento, la iglesia de San Bartolomé y la Oficina de Turismo
Edificios emblemáticos
Auténtico punto neurálgico de la vida petrerí, aquí se encuentran los edificios del Ayuntamiento y de la Iglesia de San Bartolomé, o lo que es lo mismo, el poder político y el poder religioso representados en dos instituciones completamente diferentes entre sí que se miran frente a frente y que están muy bien avenidas.
Siguiendo nuestro particular recorrido, en uno de los laterales encontramos la Oficina de Turismo, que hasta 2019 acogió las instalaciones del Museo Arqueológico y Etnográfico Dámaso Navarro, hasta su traslado a la vecina calle La Fuente, y más anteriormente fue biblioteca municipal.
La Plaça de Baix ha servido de residencia a algunos de los mayores propietarios y familias más prestigiosas de la villa, como médicos, abogados o militares, que compartieron espacio con otras edificaciones dignas de destacar como la abadía o casa del cura párroco, la casa del conde, la administración de Correos o la Caja Postal de Ahorros, que estaba situada en el número 4.
En este enclave se celebraba el mercado los jueves y los domingos, y en los bajos de las gradas de la iglesia se situaban los puestos de venta del pescado debido a la proximidad de la fuente. Y si hablamos de fuentes, el agua siempre ha sido un elemento de constante presencia en este lugar.
Se la ha conocido con hasta cuatro nombres distintos
Agua en la plaza
La cronista Mari Carmen Rico habla de la existencia de hasta cuatro fuentes, aunque ninguna ha llegado hasta nuestros días. La primera de la que se tiene constancia fue levantada en 1627, año en el que se aprobó su construcción. Sin embargo, debido a su mal estado de conservación durante los dos siglos y medio en los que estuvo en uso, hubo que sustituirla en 1890 por otra “monumental y de servicio público”.
En la década de 1920 se erigió una tercera fuente que estaba empotrada en los muros de la grada de la iglesia, formada por un grifo cubierto por una hornacina y una pila de mármol, pero la modificación de las gradas, a finales de los años cincuenta, se la llevó por delante.
Con la posterior remodelación de la plaza se construyó en el centro una cuarta fuente con un surtidor decorativo de forma circular, que estuvo activo hasta principios de los años 70 cuando fue desmantelada.
Escuela pública y beaterio
Desde el siglo XVII, en la Plaça de Baix se localizaban también el pósito municipal, destinado a mantener acopio de cereal y prestarlo en condiciones módicas a los labradores y vecinos durante los meses de menor abundancia; el beaterio (centro escolar eclesiástico donde se preparaba a una minoría de jóvenes para seguir la carrera eclesiástica o cursar estudios superiores); la escuela pública y el dispensario de higiene pública.
Lugar de paso de culturas y de cruce de caminos, bajo su suelo se han descubierto yacimientos arqueológicos que han dado valor a esta zona del casco histórico y han aportado valiosa información sobre el modo de vida del pasado de Petrer. En el edificio de la antigua biblioteca, por ejemplo, se hallaron piezas cerámicas de procedencia ibérica, que demuestran un asentamiento anterior a la romanización en pleno casco urbano.
También mucho más recientemente, y gracias a las catas arqueológicas que buscan bajo el suelo de la plaza restos antiguos como trabajo previo a la remodelación, ha aparecido parte de una acequia de los siglos XII-XIII, que podría pertenecer a un sistema de riego agrícola de la época andalusí; así como las ruinas de unas construcciones romanas, presumiblemente del siglo V, relacionadas muy posiblemente con una villa de grandes dimensiones a la que pertenecería el mosaico de Villa Petraria
En tiempos acogió un mercado y puestos de venta de pescado
Tamaño más reducido
Antiguamente las dimensiones de la Plaça de Baix distaban bastante de la que hoy conocemos, era más pequeña y con menos accesos al tener tan solo entrada por la calle Miguel Amat y por los dos laterales de la iglesia, puesto que entre el ayuntamiento y el templo había varias casas que reducían su tamaño, tal y como demuestra el plano de 1779.
Con el tiempo, estas viviendas terminaron siendo derribadas para dar salida y favorecer la comunicación con otras vías cercanas como la Plaça de Dalt y la calle Constitución.
Cambios de nombre
Como decíamos, la Plaça de Baix ha cambiado varias veces de nombre. En 1819 era conocida entre sus vecinos como plaza Mayor, denominación que cambió en 1836 por el de plaza de la Constitución con motivo de los actos celebrados por la proclamación en 1812 de la Constitución de Cádiz.
El 15 de abril de 1931, un día después de proclamarse la Segunda República en España, comenzó a nombrarse como plaza de la República, tras el acuerdo tomado por el Ayuntamiento en la primera sesión plenaria del gobierno provisional republicano.
El final de la Guerra Civil trajo consigo otro cambio de nombre a plaza del Generalísimo, en honor al nuevo jefe del estado Francisco Franco. Así se la conocería durante toda la dictadura hasta el 31 de mayo de 1979, un mes después de la formación del primer Ayuntamiento democrático constituido el 19 de abril, cuando este popular y céntrico enclave urbano pasaría a llamarse con el definitivo -hasta ahora- Plaça de Baix.
Refugio defensivo
En tiempos de la Guerra Civil Española hubo en el subsuelo un refugio antiaéreo para protegerse de los ataques de la aviación enemiga, tal y como atestiguan las recientes excavaciones que han sacado a la luz la escalerilla de uno de los accesos situados frente a la fachada principal de la iglesia de San Bartolomé.
En el año 1951 se construyó el mercado de abastos y el nuevo ayuntamiento, edificio que, según el registro de propietarios de 1725, ya se encontraba ubicado en el mismo lugar que ocupa en la actualidad, aunque con un diseño muy diferente. Durante la Guerra Civil se anexionaría la vivienda contigua que perteneció al conde de Elda, pasando a formar parte de las dependencias municipales.
En la reforma efectuada en los años cincuenta se amplió el consistorio y desapareció la antigua fachada, quedando definitivamente unidos ambos edificios, el del Ayuntamiento y el de la vivienda colindante.
Las obras de reforma comenzarán tras las Fiestas de Moros y Cristianos de 2022
Derribo y visita real
También en dicha remodelación se habilitó el mercado municipal en lo que hasta entonces había sido el almacén de abastos, y que posteriormente se amplió ocupando los huertos que lindaban con la Bassa Fonda, a espaldas del consistorio. Este edificio permaneció en pie hasta 1976, cuando fue derribado para levantar el ayuntamiento que actualmente conocemos y que fue inaugurado en diciembre de ese mismo año por los entonces Reyes de España, Don Juan Carlos y Doña Sofía, que acudieron a Petrer en medio del fervor de todo el pueblo.
Núcleo ciudadano
La Historia no son solo fechas y documentos, son vidas también. Salpicada de vivencias y celebraciones, cientos de eventos han tenido su epicentro en esta plaza tan querida y tan emblemática, destacando entre todas ellas las celebraciones de las Fiestas de Moros y Cristianos que cada mes de mayo se celebran en honor a San Bonifacio.
Corazón y alma del centro histórico, divertida y animada, tranquila y bulliciosa, la Plaça de Baix ha sabido reinventarse y convertirse en punto de encuentro y de paso, de partida y de destino y, por qué no también, de duelos y de despedidas.
La reforma de la Plaça de Baix
La reforma que se está acometiendo en el corazón mismo de Petrer está afectando a varias de sus principales arterias y plazas, a través de una actuación integrada, dentro del proyecto que el ayuntamiento se ha marcado como estrategia de revitalización y modernización del centro histórico, con el fin de hacerlo más atractivo tanto habitacional como comercialmente.
Uno de sus puntos estrella tiene a la Plaça de Baix como eje principal. Según ha anunciado la concejalía de Urbanismo, está previsto que la remodelación de este céntrico espacio comience a hacerse realidad después de las Fiestas de Moros y Cristianos del próximo año y contará con un presupuesto aproximado de 1,5 millones de euros.
Excavaciones arqueológicas
Mientras tanto, antes del inicio de las obras propiamente dichas, se han comenzado a realizar varias catas arqueológicas, con el fin de localizar posibles restos de culturas antiguas ocultas bajo el suelo.
Por lo que respecta al proyecto de remodelación, tal y como apuntan desde Urbanismo, está prácticamente ultimado, a falta tan solo conocer los resultados que arrojen los sondeos arqueológicos y saber qué se va a hacer con los restos encontrados de la escalera del refugio subterráneo de la Guerra Civil.
El suelo de la plaza tendrá unos colores que imitarán los del mosaico romano
Tráfico restringido
El plan contempla un diseño de arquitectura moderna mediante una plaza dura en la que el peatón va a ganar espacio, con la eliminación de los carriles laterales, pudiéndose tan solo circular por delante del edificio del Ayuntamiento y, ocasionalmente, de la iglesia de San Bartolomé.
La plaza tendrá dos ambientes, uno para invierno y otro para verano, con la incorporación de unos pilares que servirán para la colocación de lonas a modo de toldos. El arbolado, que tantos quebraderos de cabeza ha ocasionado por desprendimiento de ramas, desaparecerá por completo para dar paso a mobiliario y elementos verdes móviles, que podrán ser retirados cuando la ocasión lo requiera.
El agua, siempre protagonista en este lugar, volverá a brotar de nuevo con la instalación de una fuente escamoteable con chorros pisables. También está previsto renovar por completo el suelo de la plaza, colocando un nuevo pavimento que imite los colores del mosaico romano que se puede visitar en el cercano Museo Dámaso Navarro.