Muchas veces se confunde el cuestionar la globalización con querer vivir en lo primitivo. Por supuesto que toda la tecnología, investigaciones, innovación, etc. es muy positiva para el ser humano. Nos ayuda a mejorar nuestra calidad de vida, a avanzar y a solucionar problemas (y también a lo contrario, depende del fin con el que se utilicen).
Cuando todo se complica es si esas investigaciones e innovaciones no se aplican en lo local, sino que se ejecutan y producen exclusivamente en una parte del planeta y desde entonces el resto depende de ese lugar para, de alguna forma, sobrevivir.
Exceso de dependencia
España, por ejemplo, cada vez es menos independiente y necesita más del exterior para lo básico. Conclusión: lo vimos en la falta de mascarillas al inicio de la pandemia, ahora con los fabricantes de componentes y microchips, o en la necesaria compra de energía al exterior al precio que sea, por poner unos pocos ejemplos.
Y cada vez va más allá. Teniendo una huerta y ganadería fabulosa la dejamos morir mientras compramos mandarinas, limones, etc. a países de otros continentes que, evidentemente, cuando la demanda suba y conocedores de nuestra necesidad, también subirán los precios y, si hay carencia, se lo venderán al mejor postor.
Apocalíptico
Como se suele decir lo barato puede salir caro. La dependencia mundial de unos pocos para que no exista un apagón tecnológico, o de suministro eléctrico, es brutal. ¿Se imaginan varios días a oscuras, sin poder poner la calefacción, sin comida en el frigorífico, sin poder cargar el teléfono para comunicarse…? Sería un auténtico caos, la catástrofe de catástrofes que muchas películas de ciencia ficción han vaticinado.
Hay una frase que me gusta mucho: piensa en global y actúa en local. Definiría perfectamente la necesidad de crear cosas que nos faciliten la vida, pero que se puedan aplicar en los productores locales. La sostenibilidad parte, entre otras muchas cosas, del producto de cercanía, ¿no deberían tener algún tipo de ventaja para poder competir con los grandes monstruos, que además pagan muchos menos impuestos?
Jugar con el miedo
Al igual que cada vez hay más amenazas de hacker que quieren cobrar a cambio de no hacer valer la amenaza de robarte los datos, o los secuestros llamados exprés, ambos casos la mayoría de las veces sin peligro real pero que juegan con el miedo del interlocutor; ahora pasa a gran escala con los suministros y hasta con la salud, basta con recordar los primeros momentos de la fabricación de vacunas contra la covid y la carencia en Europa, incumpliendo los laboratorios los contratos firmados porque otros pagaban mejor.
No obstante, el ser humano seguirá haciendo oídos sordos, consumiendo compulsivamente ya sea por las fechas señaladas, por las promociones como el más reciente Black Friday o el más antiguo Día de los Enamorados, filosofando sobre lo mal que lo hace el resto de la humanidad, pero cambiando el teléfono cada dos años para seguir llenando islas de desechos tecnológicos.
Desde la parte política se mantendrán esos ambiguos Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030 (que son como nuestra Constitución y ese derecho a una vivienda digna para todos), y si en 2030 no se han alcanzado los objetivos… pues hacen un Plan para 2040 y arreglado.
Cumplimiento de leyes a la carta
Y no solo los planes parecen no estar para cumplirlos; también las leyes, depende de quién, tampoco. Mientras se intenta forzar a que toda la población, sea partidaria o no, se vacune chantajeando con no dejar en paz a quien no lo haga y forzando a que el resto lo señale con el dedo, en lugar de hacer una ley reguladora si tan claro está todo; por otro lado, donde sí hay leyes, no se cumplen.
Los que deben dar ejemplo de que las leyes están para cumplirse son los políticos, como los padres a los niños, pero en cambio vemos casos, como el actual catalán, que aunque el Tribunal Superior de Justicia les obliga a dar un 25% de las clases en castellano (es decir, una de cada tres asignaturas) dicen claramente que no lo aceptan. ¿Con qué criterio moral quieren luego ellos hacer cumplir las leyes a los demás?
Incongruente protección de datos
Pero en ese ejemplo de incongruencias, y agarrándose a la Ley de Protección de Datos, nadie puede saber si el vecino de al lado es un asesino, un violador, un pederasta… a pesar de lo que te puede influir en tu vida. En cambio, se autoriza a que cualquier camarero pueda pedirte un documento, invadiendo tu intimidad y ese mismo derecho a la protección de datos, para ver si estás vacunado o no.
Y siguiendo con incongruencias también este mes hemos visto las manifestaciones en Cádiz y la defensa, que comparto plenamente, a exigir derechos. Lo que no me parece admisible es que se defiendan hagan lo que hagan y aunque utilicen el vandalismo, destruyendo propiedades y negocios de otras personas que, como ellos, quieren poder vivir de lo suyo. La libertad acaba donde empieza la de la otra persona, y si eso no se respeta, para mí, pierden todos sus derechos. Para vivir yo mejor no tengo que destruir lo de otro, o al menos no como un derecho.
¡Asombroso!
Por cierto, haciendo un repaso por las noticias, asómbrense, hay una ola de frío ¡en noviembre! Resulta irónico decirlo así, pero es que año tras año es la misma noticia y siempre la venden como si fuera algo excepcional; yo me podría creer que ni la editan y la repiten salvo porque cada vez son distintos becarios los que se tienen que enfrentar al frío para enseñarnos que hay granizo o nieve.
La única noticia que ha desaparecido, y que era también recurrente todos los otoños e inviernos hasta incluso el propio 2020, es el colapso histórico por gripe de los hospitales, algo que ahora, milagrosamente, parece que ha desaparecido.