Armand Jean du Plessis (1585-1642) fue cardenal y duque de Richelieu, duque de Fonsac y superministro de Luis XIII. Hombre de Estado que manejó los hilos del poder en la Francia del siglo XVII, sin duda uno de los más poderosos de París y de la Francia de su tiempo. Richelieu ha pasado a la historia por su fuerte carácter y su terrible frialdad, sin embargo, tenía una curiosa debilidad: los gatos.
Este aristócrata descendiente de la nobleza de Poitou, gran mecenas del arte y fundador de la Academia Francesa, apodado L’Éminence rouge por su eterna vestimenta púrpura propia del cardenalato, compartía su casa con 14 felinos, casi todos de raza de angora.
Entre ellos destacaban Lucifer, de pelo negro y carácter salvaje; Gazette, que tenía la costumbre de orinar sobre los invitados que no le gustaban; Ludovico el Cruel, tremendo cazador de ratones, y su pareja, la gata polaca Ludoviska; Serpolet, aficionado a tomar el sol; Príamo y Tisba, que dormían enlazados como los legendarios amantes; y Soumise, que era la gata favorita de Richelieu.
Estos catorce gatos tenían el privilegio de contar con una habitación propia en la corte francesa, poder subirse a las camas, comer todos los días carne de pollo y atención médica constante. A cambio, sus mascotas solo tenían el deber de mantener la biblioteca real libre de ratones y hacer compañía al cardenal.
A lo largo de su vida, el cardenal amasó una cuantiosa fortuna de 20 millones de libras, de los cuales a su muerte legó un millón al rey, pero también se acordó en su testamento de sus queridos felinos.
Antes de morir, el cardenal encomendó a Abel y Teyssandier (que en vida de Richelieu se habían encargado de la manutención de los felinos) el cuidado de sus catorce gatos, y para ello les dejó una paga de por vida. Además, dejó a los gatos una casa en herencia en la que pudieran vivir todos juntos, y una cuantiosa asignación económica destinada a comida y todos los gastos que pudieran requerir.