Pepa Zaragoza parece disfrutar recordando el pasado. Lo hace, eso sí, sin un solo poso de tristeza nostálgica en su discurso, sino con una constante sonrisa que sólo se ensombrece cuando recuerda a «los que ya no están» y, especialmente, a algunas de las damas que la acompañaron en la primera corte que, como Reina de las Fiestas Mayores Patronales de Benidorm de 1971, encabezó.
Excelente anfitriona, como todo aquel que le conoció asegura que fue su padre, el celebérrimo alcalde Pedro Zaragoza, Pepa recibe al periodista en el despacho desde el que Don Pedro pergeñó y lideró la transformación de Benidorm a mediados del pasado siglo. Un espacio lleno de recuerdos y que todavía hoy, tantos años después, transmite ese ‘algo’ especial que siempre tienen las estancias donde cosas importantes sucedieron.
50 años del primer reinado
Allí, durante las casi dos horas que dura la conversación con la primera Reina de las Fiestas Patronales, se cuelan nombres e imágenes de un Benidorm que ya no existe, como tampoco existen, cosas de la evolución lógica de los tiempos, aquellas fiestas en las que Pepa reinó.
Y mirándola y escuchándola, con esa elegancia que nunca pierden las ‘chicas bien’ porque la llevan grabada en el ADN y no necesitan impostarla ni cuando dicen alguna cosa inapropiada, uno entiende, aunque hayan pasado ya 50 años de aquello, que la ya por entonces capital turística no podría haber tenido mejor reina que ella.
En 1971 fue usted la primera reina de las Fiestas Mayores Patronales de Benidorm. ¿Cómo recuerda su nombramiento?
Cuando me avisaron, me sorprendió porque era una figura que no había existido nunca, pero era mi pueblo y fue algo que me hizo mucha ilusión. Además, recuerdo que no hubo reina infantil. Estaban, simplemente, probando cómo podía salir aquello. Fue una sorpresa y acepté encantada porque, además, las damas eran todas mis amigas. La verdad es que lo pasamos fenomenal.
«Cuando me avisaron que sería la reina de las fiestas, me sorprendió porque era una figura que no había existido nunca»
¿Cómo se vivían las fiestas en aquellos años?
No había peñas, pero eran divertidísimas. En el fondo, eran las fiestas de un pueblo: con sus bandas de música, sus mascletàs, las procesiones, la misa mayor… Ese mismo año, 1971, se escenificó por primera vez el Hallazgo de la Mare de Déu y ya se montaba el ‘porrat’ en la Alameda. También teníamos una pequeña feria con algunas atracciones como los coches de choque, el tren de la bruja, una noria… Eran muy distintas, pero ¡es que han pasado 50 años!
Y además de todas esas cosas que hoy en día todavía existen, supongo que se organizarían eventos que, con el paso del tiempo, se han perdido.
Sí. Había concursos, yincanas, competiciones de pesca, carreras ciclistas y de motos… Quizás, la gente joven que lea esto pensará cómo es posible que lo pasáramos tan bien sin peñas, pero es que ni pensábamos en ello. Además, cada uno, en su casa o en su huerta, hacía una comida más especial.
Usted lo ha dicho: en 1971 se escenificó el Hallazgo por primera vez. ¿Cree que surgió como una necesidad, en una ciudad que estaba en pleno crecimiento demográfico, de mantener viva su historia y su cultura?
Por supuesto. Yo no participé en su puesta en marcha. Lo hubiese hecho encantada, pero no se dio la oportunidad. De lo que no cabe duda es que hay un grupo de gente en La Barqueta, con personas como Paco Rosera, que ha hecho una labor tremenda.
Es maravilloso porque, como dices, la gente de Benidorm sí conocíamos la historia de la Virgen, pero también iban llegando nuevos habitantes que han podido aprenderla gracias a esta representación.
¿Qué acto recuerda como el más entrañable del año de su reinado? ¿A día de hoy, sigue siendo ese mismo acto el que más le gusta de las fiestas?
Para mí, lo más bonito de las fiestas es, precisamente, la representación del Hallazgo de la Mare de Déu del Sofratge junto a la ofrenda, las procesiones y la misa mayor.
Posteriormente, se han ido añadiendo actos como el desfile del humor y cosas así; pero son otra cosa. Sigo viendo la parte religiosa de las fiestas como la más entrañable.
«No cabe duda de que hay un grupo de gente en La Barqueta, con personas como Paco Rosera, que ha hecho una labor tremenda»
Entre los 60 y 70 Benidorm asistió a un profundo y rápido cambio como ciudad. ¿Sucedió lo mismo con las fiestas? ¿Cambiaron mucho en esas dos décadas?
Cambiaron mucho y, además, eras plenamente consciente de esos cambios. Veías como, cada año, participaba más gente y, sobre todo, eras testigo de cómo los habitantes de Benidorm iban mejorando su situación gracias al turismo. Era bonito ver cómo la gente vendía sus bancalitos o sus terrenos y ponía los primeros hoteles, transformando por completo la ciudad.
No me resisto a preguntarle por cómo fue vivir todo aquello siendo usted la hija de Pedro Zaragoza, el alcalde que lideró aquella transformación. Al fin y al cabo, tenía usted un asiento privilegiadísimo en aquella ‘función’.
En el día a día de mi casa pasaban cosas súper interesantes. Mi padre era una persona maravillosa y tenía muchísimos amigos en una gran cantidad de sitios distintos. Eso hizo que pasara por aquí gente muy relevante.
¿Y qué supuso ser la primera reina de las fiestas y, además, la hija del alcalde?
Viví aquellas fiestas igual que el resto de mis amigas. Lo vimos como algo normal. Sí, mi padre era el alcalde, pero para nosotras eso era, simplemente, un trabajo. Exactamente igual que los padres de mis amigas, que uno era médico, otro empresario, otro pescador… Yo era una más del pueblo. Puedo decir que el hecho de ser hija de mi padre no me hizo sentir especial para nada.
«Lo más bonito de las fiestas son la representación del Hallazgo de la Mare de Déu del Sofratge, la ofrenda, las procesiones y la misa mayor»
Habla usted con mucho cariño de aquellas fiestas, pero no noto nostalgia o, al menos, tristeza en sus palabras. ¿No es usted muy nostálgica?
Sí, mucho. Lo que ocurre es que hay que ser realista. El tiempo ha pasado y, además, las cosas han ido a bien. Creo que tanto la ciudad como sus fiestas han mejorado mucho. Todo ha crecido mucho e, insisto, lo ha hecho para bien. Por eso, no tengo esa sensación de pensar ‘ay, que pena’.
Lo que sí me entristece mucho es pensar en alguna de mis amigas, de mis damas, que ya no está; como María José Camps, que estará ahora viendo las fiestas desde el cielo. Lo mismo que otras reinas que vinieron después y que también han fallecido.
Si pudiese recuperar algo para las fiestas de lo que se ha ido perdiendo con el paso de los años, ¿qué le gustaría que fuera?
Que la gente adornara más las calles. Y me refiero a la iniciativa particular, es decir, sumar a lo que ya pone el ayuntamiento. Me gustaría que pusieran flores o decoraran los balcones con banderitas. Sobre todo, en la parte del casco antiguo. Es algo que me encantaría que volviera.
También las verbenas que se hacían en el Castell. Sé que se hacen muchas cosas, pero creo que es un espacio que se utilizaba más en aquellos años.
Ahora es muy habitual que las reinas de las fiestas ejerzan de ‘embajadoras’ del colectivo festero local en otros eventos como las Fallas o las Hogueras de San Juan. ¿Usted y sus damas también tuvieron esa oportunidad?
No. Era el primer año y no fuimos a ningún sitio. La verdad es que no sé cuándo se empezaría a hacer ese tipo de cosas. En nuestro caso fue todo muy sencillo. Un reinado que duró los días de las fiestas.
«Tanto la ciudad como sus fiestas han mejorado mucho. Todo ha crecido y lo ha hecho para bien»
¿Considera que las fiestas, como apuntan muchos, han sido siempre el punto de unión que ha permitido que Benidorm no haya perdido algunas de sus costumbres más arraigadas con el paso de los años?
Creo que las fiestas patronales de cualquier lugar nos llevan a las épocas de nuestros abuelos y bisabuelos. Y aunque evolucionen, que es algo muy bueno, deberían mantener siempre las cosas más tradicionales. Toni (Pérez) y Ana (Pellicer) están haciendo un trabajo maravilloso en ese sentido. No sólo en las fiestas, sino también en su labor de recuperación de elementos históricos y patrimoniales de la ciudad.
De nuevo, al oírla decir esto, me resulta imposible no mencionar la labor de La Barqueta.
Lo que ellos hacen es impresionante. Quiero reivindicar que se les debe seguir ayudando y apoyando para que puedan hacer ese trabajo durante muchos años.
«El momento que recuerdo como el más feliz de mi reinado es la coronación»
Hace muchos años, siendo yo un niño, alguien me dijo que ‘en Benidorm, se cae una peseta y hacen una fiesta’. Se refería aquella persona a las muchas festividades que conforman el calendario festero anual de la ciudad. ¿Cree que haber importado actos como las Fallas, las Hogueras, los Moros y Cristianos y tantas otras ha podido ir en detrimento de las Fiestas Mayores Patronales en el sentido de haberlas diluido un poco?
Me parece estupendo que en Benidorm haya fiestas como, por ejemplo, las que organiza la Casa de Andalucía. Es algo normal con la cantidad de andaluces que han ido llegando a la ciudad en estos años. Lo mismo ocurre con los asturianos, los vascos… Es algo que me parece bien porque, no lo olvidemos, genera riqueza económica e interés turístico.
Además, todo ello ayuda a estas personas, que están lejos de sus lugares de origen, a mantener cierto contacto, una especie de cordón umbilical para mantenerse unidos a su tierra.
En ese mismo sentido, ¿cree que las fiestas patronales son integradoras con todas esas personas que han ido llegando a Benidorm desde otros lugares de España y Europa?
Creo que sí. Hace muchísimos años, cuando yo era pequeña, oías aquellas expresiones de ‘han vingut els castellans’ cuando llegaban los madrileños, pero pronto nos dimos cuenta que, gracias a ellos, Benidorm mejoró mucho su situación económica.
Durante todos estos años, las fiestas, tanto las patronales como las de cada uno de esos colectivos, han servido para unirnos a todos. Además, ahora, es ya muy normal ver matrimonios y familias enteras formadas por personas venidas de lugares muy distintos y que se han conocido aquí.
«Las fiestas, tanto las patronales como las de cada uno de los colectivos, han servido para unirnos a todos»
Hoy no hay duda de que Benidorm es una ciudad abierta y acogedora. ¿Cree que alguna vez pudo no serlo?
Es posible que la gente que es muy muy mayor pudiera, en aquellos años, haber visto todo ese cambio con ciertas reticencias. Pero hoy en día ya no queda nada de todo eso. Mira… hemos hablado mucho de La Barqueta y, precisamente, hace poco me contó Paco Rosera que hay un miembro que es inglés. Y eso, que yo conozca. Seguro que hay muchos ejemplos más que sirven para ilustrar no sólo lo abierta y acogedora que es la ciudad, sino también lo importantes que son las fiestas en ese sentido.
Quiero terminar volviendo a 1971. Si le pido que me describa el recuerdo más feliz de su reinado, ¿qué foto le viene a la memoria?
(Piensa) La coronación. Era un acto mucho más pequeño y sencillo que ahora, pero veía a mis hermanos, mis padres, mis amigas… estábamos todos juntos. Recordar aquello me pone la carne de gallina.