Aitana Sánchez-Gijón / Actriz
Aitana Sánchez-Gijón (Roma, 5-noviembre-1968) llega al Teatro Principal de Alicante el fin de semana del 18 y 19 de diciembre formando parte de la obra ‘Malvivir’. Se trata de una tragicomedia inspirada en el Siglo del Oro cuya protagonista es la picara Elena, toda una mujer superviviente.
Antes de la función hablamos con la célebre actriz de nombre tan alicantino y cuyos dos hijos además nacieron en la Marina Alta.
¿De qué forma empezaste en esto de la actuación?
De niña mi madre me llevó un buen día a un taller extraescolar de teatro que se llamaba ‘María Galleta’. Aquí me picó el gusanillo de ser actriz. Tuve la suerte de vivir en un barrio de Madrid donde estaba la Asociación de la Prensa y residían muchos periodistas que trabajaban en RTVE. Esto me permitió empezar a participar con otros chavales en un programa infantil hacia los diez años, mientras que seguía dando clases de teatro. Al final una cosa llevó a la otra.
A los trece años me enrolé en la compañía de mi profesora Alicia Hermida, una actriz maravillosa de la terna de Julieta Serrano y Berta Riaza, que se llamaba ‘La Barraca’ y se dedicaba a representar obras de Lorca. Mis padres me dieron permiso para pasar todo un verano con ellos recorriéndonos pueblos de España e interpretando ‘El maleficio de la mariposa’.
«Si seguimos estrenando películas directamente en plataformas es difícil que pervivan las salas de cine»
Quizás tu primera gran película fue ‘Bajarse al moro’ con Verónica Forqué, Antonio Banderas, Chus Lampreave, Juan Echanove, Miguel Rellán… Un reparto de actores hoy en día contrastadísimos.
Lo cierto es que en aquel momento ya lo eran. Fue un auténtico lujazo para mí. A pesar de que recuerdo pasar un calor infernal en el rodaje, porque fue en plena canícula madrileña (risas).
Aún así fue todo muy divertido pues el director, Fernando Colomo, era como un niño viviendo una aventura. De repente nos poníamos a rodar en el ‘dos caballos’ a toda mecha por el túnel bajo la plaza Mayor y te lo veías como iba hecho un guiñapillo, pero era quien mejor se lo pasaba. La verdad es que tuvimos una complicidad muy grande entre todos.
Creo que es una película que se ha quedado como un clásico del cine español y ha resistido muy bien el paso del tiempo. Incluso mis hijos han estudiado esta pieza en el instituto.
De toda tu larguísima filmografía, yo quizás recuerdo con especial cariño la de ‘Un paseo entre las nubes’.
Fue muy tierna. Otra que ha resistido muy bien el tiempo, pues ya desde el inicio se concibió para que recordara a aquellas grandes películas románticas de antes.
«La obra tiene varios guiños a la actualidad, lo cual conecta muy bien con el público»
Como nos gusta a todos esa idea de que el amor puede superar todas las dificultades…
Bueno, pero a la vez sabemos que es un cuento ¿no? (risas). Está bien que nos lo creamos durante un ratito, aunque ese gran ideal romántico tampoco tiene mucho que ver con lo que uno se va a esperar de verdad en la vida.
Hablemos ya de ‘Malvivir’. ¿De qué va esta obra?
Es un texto original de Álvaro Tato, uno de los artífices de la compañía Ron Lalá que lleva ya 25 años, y dirigido por Yayo Cáceres. Les gusta mucho crear obras del Siglo de Oro con montajes muy lúdicos y dinámicos en los que la música, el movimiento y el humor forman un cóctel euforizante para el público.
De hecho fue al asistir como espectadora a su última obra ‘Juan Rana’ cuando me dije “yo quiero participar en algo así”. En este caso es una pieza escrita a medida para mi compañera Marta Poveda y yo. Cada una cargamos con nuestro 50% de la obra, acompañadas por un juglar interpretado por Bruno Tambascio que pone la nota musical.
La obra se inspira en las novelas de pícaros del Siglo de Oro. Y es que aunque las mujeres pícaras son mucho menos conocidas, también existen. Es el caso de ‘La niña de los embustes Teresa del Manzanares’, ‘La pícara Justina’, etc. Bebiendo de todos estos textos, Tato ha escrito la vida de una pícara llamada Elena de Paz.
¿Y cómo es la vida de esta pícara?
Pues llena de vicisitudes. Tiene que sobrevivir a la dificultad que supone estar casi desposeída del todo, y tener que sacarse las castañas del fuego siendo mujer y estando sola en aquella época.
«‘El corazón del imperio’ es un repaso por la historia del Imperio Romano a través de varias mujeres»
Por la trama parece una mujer muy superviviente y endurecida por la vida… quizás un poco femme fatale.
Más que ‘femmes fatales’ yo creo que aquellas pícaras eran embaucadoras, estafadoras, prostitutas, ladronas… Eran, en definitiva, gente de malvivir. Mujeres que son retratadas por sus autores, quienes por cierto son todos hombres, con unas grandes ansias de libertad y de tomar las riendas de su propia vida por encima de todo. Por eso en esta obra el público se pone fácilmente de parte de Elena, pues no deja de reivindicar siempre su independencia.
Parece una visión callejera o incluso oscura del Siglo de Oro, una época normalmente muy mitificada como de gran gloria del Imperio Español.
Sí, en realidad es una época de contrastes. Por un lado fue muy floreciente para la cultura, literatura y el arte españoles. Por otro hubo mucha miseria y división de clases sociales. Los hidalgos que malviven pero quieren mantener la honra por encima de todo, las viudas encerradas entre cuatro paredes esperando ser rescatadas, etc. Esas cosas de la época que hoy en día pueden parecernos ridículas, pero que también nos hablan de donde vinimos.
‘Malvivir’ es una tragicomedia. Por tanto es un texto muy luminoso por momentos, pero también tiene su parte de oscuridad al mostrar el dolor y la carga que supone vivir en esos momentos con tan malas condiciones.
¿Qué tipo de humor encontramos en ‘Malvivir’?
Un humor cervantino, quevedesco, de Castillo Solórzano… es decir el que se manejaba en aquella época pero que también cuenta con guiños a la actualidad.
Porque una característica muy habitual de Ron Lalá y de Álvaro Tato como dramaturgo, es que hacen híbridos muy finos entre el lenguaje del Siglo de Oro y el presente. Por eso el espectador conecta enseguida.
¿Cómo estáis en la industria del teatro después de casi dos años de pandemia? ¿Vais sacando cabeza?
Bueno, el público se está animando. Aunque hay comunidades que todavía tienen limitaciones de aforo, lo cierto es que estamos llenando todo lo permitido. Yo percibo unas ganas muy grandes de los espectadores por acudir a las salas.
Hemos visto mucha ficción en casa, pero la experiencia de verlo en el escenario es otra historia. Los streamings y estas cosas no dejan de ser sucedáneos que pueden funcionar momentáneamente, pero el teatro por definición hay que vivirlo en directo.
«Hubo grandes novelas de mujeres pícaras en el Siglo de Oro, aunque son menos conocidas que los hombres»
¿Cuál es la opinión que te merece esta tendencia actual a que se estrenen más películas directamente en plataformas online?
Pues una pena muy grande para las salas de cine. Cada vez vamos menos al cine y así es difícil que pervivan. Para mí la experiencia cinematográfica de ver una película en sala también es insustituible. Por supuesto que se puede consumir ficción en casa cómodamente, pero el acto colectivo y ritual de ir al cine tiene una mística especial que lo hace distinto.
Tu última peli fue ‘Madres paralelas’. ¿Quizás trabajar con Almodóvar era uno de los pocos hitos que aún te quedaban en tu carrera?
Ha sido un auténtico regalo de madurez. Supongo que si me hubiera pillado más jovencita pues me habría sentido más nerviosa e insegura de no estar a la altura de las circunstancias. Como me ha ocurrido con una trayectoria ya muy sólida, lo he disfrutado mucho.
Pedro me comentó que conocía bien mi carrera teatral y que quería una mujer muy de teatro como yo para el papel. Cuando el director te dice que eras su primera opción, pues obviamente te da mucha confianza. Luego hubo un proceso muy largo en de preparación, así que llegué al rodaje ya con el trabajo bastante hecho.
Recientemente has estrenado la serie ‘El corazón del imperio’ en Movistar. ¿De qué va?
Es una especie de documental ficcionado de la mano de Santiago Posteguillo y varias historiadoras que habla del Imperio Romano a través de varias mujeres. Algunas muy conocidas, como Cleopatra, pero otras mucho menos como gladiadoras: la primera senadora Julia, etc. Y la hemos rodado en latín.
Pero… ¿tú hablas latín?
Pues… ¿a ti qué te parece? (risas). No, esto ha sido un auténtico reto. Me ha tocado estudiar a base de bien. Hay partes que son aportaciones de los historiadores en español, y luego las piezas ficcionadas que sí son en latín (con subtítulos). Esta mezcla hace que el espectador tampoco se canse.
¿Qué tal es tu relación con nuestra provincia? ¿Cómo es que tus hijos nacieron aquí?
Pues fue porque el pueblo de Beniarbeig era uno de los pocos sitios en España donde se hacían partos naturales en aquella época. Desde entonces tengo muchos amigos en la zona y he pasado veranos en Denia.
Además me pusieron mi nombre por mi madrina Aitana Alberti, dado que su padre Rafael pasó por la sierra de Aitana poco antes de partir hacia su exilio en Argentina.
Por supuesto también he actuado en el Principal y otros municipios de Alicante un montón de veces. De hecho te contaré que mi último bolo antes de la pandemia fue aquí. Hice ‘Juana’ justo cinco días antes del confinamiento total.