Entrevista > Diego Zaragozí / Candidato de Compromís a la alcaldía de Altea
Cuando el actual alcalde de Altea, Jaume Llinares, oficializó que, tal y como prometió al inicio de su primer mandato, no repetirá como alcaldable en las elecciones locales del próximo año, la maquinaria electoral de Compromís comenzó a funcionar y pronto surgió el nombre de su número dos, Diego Zaragozí, como el rostro que encabezará la lista en esos comicios.
El ahora concejal de Infraestructuras y Obras, Ciclo Hídrico, Empresa Pública, Actividades y Playas ha aceptado con agrado ese encargo y lo hace, como explica en esta entrevista concedida a AQUÍ en Altea, con la idea de plantear un proyecto continuista respecto al que ha sido su jefe y referente sin renunciar, claro está, al sello personal que su liderazgo pueda imprimir.
Zaragozí insiste en varias ocasiones en diferenciar su actividad política con su ‘vida’ o su ‘trabajo real’, dejando claro que su paso por la administración es algo circunstancial, sin que eso signifique que no le dedique el máximo de su capacidad, pero subrayando que su vida y actividad profesional le permiten mantenerse bien pegado a la realidad de sus vecinos.
Usted encabezará el cartel de Compromís en las próximas elecciones y hablaremos de ello, pero creo que lo que toca, a un año de esa cita, es empezar por el principio y, por lo tanto, repasando la actual legislatura, marcada por la pandemia y, en Altea, por el proyecto del Frente Litoral que, a su vez, también ha sufrido la covid en forma de retrasos. Aunque simplista, ¿es un resumen acertado?
Es simple, pero real. El día que recordemos esta época, esos serán los dos grandes recuerdos. Por un lado, tenemos una obra que supondrá un cambio fundamental en la parte céntrica de Altea y que es mucho más incómoda que las habituales, porque afecta a comerciantes que se ganan allí la vida y que les impide hacerlo con normalidad.
Sobre todo, porque venimos de una época en la que la otra gran cuestión, la pandemia, también les ha impedido hacer su trabajo con normalidad. Eso, la normalidad, es lo que se ha perdido. Pero tenemos que ser optimistas y debemos pensar que las dos cosas tendrán un final feliz más pronto que tarde.
«El día que recordemos esta época, la pandemia y el Frente Litoral serán los dos grandes recuerdos»
En los momentos no tan malos de la pandemia, especialmente en los dos últimos veranos, Altea ha tenido un buen comportamiento turístico pese a todas las dificultades.
Así es. Yo, en la vida real, soy comerciante y tengo relación con gente del comercio y de la hostelería y es curioso escuchar como muchos de ellos aseguran que han sido sus mejores años o, al menos, muy buenos. Y subrayo lo de los años porque, a pesar de haber perdido meses completos de trabajo, los veranos se han estirado muchísimo.
Altea trabaja todo el año, aunque fuera de temporada sólo los fines de semana; pero los veranos se han estirado y las Semanas Santas también han sido buenas. Al final, la pandemia ha provocado que la gente buscara destinos tranquilos y cercanos y eso nos ha beneficiado.
Y mientras todo esto sucedía, han dado un paso fundamental como es conseguir ser el primer municipio de menos de 50.000 habitantes con la certificación como Destino Turístico Inteligente (DTI). El logro es importante, pero, partiendo de la realidad de que el papel lo aguanta todo, ¿está de acuerdo que esa certificación más que el final del camino es el verdadero inicio del mismo?
Efectivamente, desde fuera puede parecer que sea un éxito porque ya se ha conseguido algo. No, como dices, es ahora cuando ya somos DTI y cuando, como bien dices, se da el pistoletazo de salida a una hoja de ruta que nos va a marcar qué queremos que sea la Altea del futuro en esta vertiente. Es un logro que nos condiciona en todos los sentidos de la vida: social, económica, turística…
Al fin y al cabo, esto nos lleva a que las inversiones se tendrán que realizar de una manera concreta, a que se hagan mejoras en lugares concretos… Espero que los gestores políticos entendamos, durante mucho tiempo, que esto es un premio, pero un premio que debemos cuidar y no un punto y final.
¿Cree que esa hoja de ruta, que implica una estrategia a largo plazo, podría ser asumida por cualquier otro partido si en Altea se produce un vuelvo electoral? Se lo pregunto porque este tipo de apuestas deberían estar siempre por encima de los colores políticos.
En la política en general, pero también en la local, heredamos siempre lo anterior para bien y para mal. Cuando yo llegué al Ayuntamiento en 2015 me encontré un trabajo hecho del que gran parte era aprovechable para cualquier signo político. Entiendo, por lo tanto, que sería un error, suponiendo que no haya una continuidad en el gobierno, por parte de quien entre no aprovechar el trabajo que se ha hecho.
Creo que los alteanos coincidiríamos, en al menos un 80%, en qué pensamos que es lo mejor para Altea. Es ese otro 20% lo que es maleable y lo que diferencia unas opciones de otras. Creo que estamos haciendo las cosas bien, que hay muchos proyectos bonitos e ilusionantes y que, por lo tanto, lo mejor sería que lo gestionáramos nosotros; pero si fuese otra opción política creo que serán lo suficientemente inteligentes para aprovecharlo.
«El DTI certificado es un logro que nos condiciona en todos los sentidos de la vida: social, económica, turística…»
En relación a ese “20% maleable” del que me habla y llevado a la actualidad más reciente, en relación al Frente Litoral ha sentado muy mal su decisión respecto de los cerramientos y, según buena parte de los hosteleros, su falta de diálogo. ¿Hace algún tipo de autocrítica al respecto?
Nosotros, como ya hemos comentado, sabíamos que esa obra es muy incómoda. Pero sí hemos tenido diálogo con los hosteleros. Se hizo una reunión en el Centro Social y, además, nos hemos reunido personalmente con todos los afectados para marcar las pautas que la empresa había recibido por parte de Costas, que es quien lleva la dirección de la obra.
Es evidente que hay personas, negocios y damnificados concretos que están más descontentos con el Ayuntamiento y con el diálogo, pero también puedo confirmar que hay mucha gente que sabía lo que iba a pasar y estaban preparados para cuando se iniciara el proyecto.
En estos últimos años hemos asistido a la quiebra y cierre de la Cooperativa Agrícola y una crisis del sector pesquero, dos de las actividades tradicionales de Altea. ¿Cree que todo ello va a acelerar todavía más los cambios que está sufriendo nuestra localidad con esos proyectos de DTI, Edusi y demás?
La caída de la Cooperativa y los bajos precios de la agricultura hace que mucha gente esté abandonando los campos, lo que nos genera un problema no sólo económico, sino también paisajístico. Sabemos que en Altea hay un número moderado que vive de la agricultura; pero la mayoría son familias que ya tienen otra vía de ingresos y a los que el campo les genera unos ingresos extra.
La desaparición de la Cooperativa hará que muchos de eso propietarios dejen de cuidar la fruta y nos llevará a ese problema paisajístico que, efectivamente, habrá que abordar. Por otro lado, seguirá sucediendo lo mismo que ha pasado históricamente, cuando muchos agricultores se han reconvertido a jardineros.
«Creo que los alteanos coincidiríamos, en al menos un 80%, en qué pensamos que es lo mejor para Altea»
Efectivamente, una transformación profunda.
Más que una transformación, hablamos de una adaptación desde el sector primario al sector servicios. Pasa lo mismo en la pesca. Hemos pasado de tener una gran flota de arrastre a tener una gran industria enfocada a la náutica recreativa.
Esos proyectos de DTI o Edusi a los que hacías referencia serán fundamentales porque, por lo dicho, un municipio como Altea necesita estar siempre actualizándose y mejorando. Siempre hay que invertir para cambiar, pero también para mantener lo existente.
Centrándonos ya en las elecciones de 2023 y su candidatura. ¿Por qué ha decidido dar ese nuevo paso de presentarse a alcalde? ¿Se lo piden desde el partido o ha sido usted quien se ha presentado?
Es una pregunta sencilla, pero tiene una respuesta un poco más compleja de lo que parece.
Pues vayamos por partes. Empiece por el principio.
(Ríe) Ha sido por normalidad. ¿Qué significa eso? Yo en 2011 ya iba en las listas de lo que entonces es el Bloc porque me lo pidió Jaume Llinares. Decidí apoyarles, pero desde una posición que sabíamos que no era de salida. En 2015, Jaume pasa a ser el candidato y me coloca en una posición más avanzada; pero por cosas que ahora serían largas de explicar, acabo entrando al Ayuntamiento como número tres de la lista.
Inma Orozco, que iba de número dos, se fue a València como Secretaria Autonómica y eso me coloca como número dos. De ahí viene lo de la normalidad.
«Pienso que estamos haciendo las cosas bien y que hay muchos proyectos bonitos e ilusionantes»
Es decir, se ha optado por dar el relevo al siguiente de la lista.
Jaume siempre dijo que no estaría más de dos legislaturas como alcalde y siempre ha habido esas bromas de que después me tocaría a mi. Ha sido un proceso casi natural. No ha habido, al menos que yo sepa, contestación dentro del partido, que ha confiado en mi más de lo que, quizás, confiaba yo mismo.
¿Tiene vértigo?
¡Mucho! Pero también, aunque parezca mentira, estoy disfrutando de mi aventura política. Aprendo todos los días y eso es algo que me encanta. Ser alcalde sería una responsabilidad mucho más grande, pero me encantaría hacerlo.
¿Qué es lo que puede aportar Diego Zaragozí a la figura del alcaldable por Compromís en contraposición a Jaume Llinares?
Creo que puedo aportar mi carácter. Soy una persona cercana y que tiene facilidad de relacionarse con la gente. Conozco muy bien Altea, aunque eso no es ningún mérito porque he nacido aquí (ríe). He trabajado en muchos sitios distintos, lo que me ha llevado a conocer a mucha gente.
Considero que el alcalde debe ser una persona dialogante y flexible y no una persona cabezota que quiere sacar sus cosas adelante sobre todas las cosas. Eso, al final, sólo crea problemas. Resumiendo, creo que puedo aportar normalidad y un perfil tranquilo.
«El partido ha confiado en mí más de lo que, quizás, confiaba yo mismo»
Llegará el momento, dentro de unos meses, de hablar de programas y propuestas, pero bien sabe usted que en los pueblos se vota a las personas más que a las siglas. ¿Qué diferencias encontrarán los alteanos entre usted y Jaume Llinares?
Vuelvo a remitirme a la cuestión del carácter. Tenemos vidas bastantes distintas. Yo siempre he hablado de continuismo porque, políticamente, he crecido a su lado; pero intentaré ser lo más normal y más cercano posible a la gente. Sobre todo, también muy empático. Ya me han dicho en más de una ocasión ‘no te olvides de la gente’.
«La de 2030 será una Altea más amable, una palabra muy puñetera y que en política se usa para todo, pero que significa un pueblo donde la gente tendrá gusto de vivir»
Por poner una fecha, le planteo el año 2030. ¿Cuál es la Altea que, si usted gobierna, se imagina para entonces?
Creo que será una Altea más amable. Es una palabra muy puñetera y que en política se usa para todo, pero que significa un pueblo donde la gente tendrá gusto de vivir. Tenemos el problema con el exceso de tráfico y de ruido y es eso lo que tenemos que ir moderando sin dejar de cubrir todas las necesidades.
Tendrá más zonas para que las personas puedan descansar, para que los niños puedan jugar, para que los mayores puedan hacer gimnasia activa… eso es algo en lo que ya estamos trabajando con proyectos más o menos grandes que, incluso dentro de esta legislatura, alguno verá la luz.