Los recuerdos, con el tiempo, se emborronan. Te dicen que sus respectivos padres habían estudiado en la Universidad Laboral de la provincia y tú sabes que la Laboral, sembrada en los prolegómenos del arranque del desarrollismo franquista (1959: para crear una fuerte clase media) operó entre 1955 hasta 1989, bastante después de algunos de los titulados en Alcoy que te cuentan. Pero no te mienten: sí que venían de una institución equivalente.
La Laboral tuvo primera sede en Gijón, el mismo año fundacional, y la última en Vigo, en 1976; entre medias: Córdoba, Sevilla y Tarragona (1956), Zamora (1960), A Coruña (entonces La Coruña, 1964), Alcalá de Henares (1966), Huesca, Zaragoza y Cáceres (1967), Éibar (Guipúzcoa, 1968), Cheste (Valencia, 1969), Las Palmas, La Laguna y Toledo (1972), Málaga (1973), Logroño (La Rioja) y Almería (1974), Albacete y Orense (1975). En 1989 echaban las persianas. Entonces, ¿qué sucede con Alcoy? Ocurre que se había adelantado: ya existía algo muy semejante.
Técnicos, geómetras y artistas
Alcoy, hacia 1828, cuando se activa el proyecto de lo que habrá de llamarse Establecimiento Científico Artístico (el 29 de octubre de 1828), ya competía en la carrera industrial, dedicada a productos textiles, papelería y metalurgia, sin desdeñar, sobre todo a partir de la siguiente centuria, manufacturas de productos alimenticios (olivas rellenas, encurtidos) y afines o una notable industria química que se ampliará desde los productos de uso industrial a la elaboración de artículos cosméticos y farmacéuticos.
Tal despliegue fabril necesita de técnicos, también para construir las viviendas de la burguesía generadora y, al tiempo, generada por esta actividad. Y en este último caso no solo técnicos, sino que además artistas. Se entiende así el nombre dado de entrada a la institución alcoyana y que en su fundación agrupara de la siguiente forma los estudios impartidos: una cátedra para leer, escribir y aprender contabilidad; otra para aritmética y álgebra; una más para geometría, mecánica, física y diseño geométrico aplicado a las artes; y la última centrada en la química.
La primera de las escuelas duró cinco años
Un ramillete de centros
Resulta evidente el trasfondo utilitario del Establecimiento Científico Artístico (o Escuela de la Bolla, por la sede gremial de la Real Fábrica de Paños de Alcoy, surgida en 1561, impulsora del proyecto) que, si bien no aguantó más que cinco años, resultó suficiente para asentar necesidad y ofrecer una manera de cubrir esta.
De una manera u otra, la idea conseguirá madurar hasta cuando el político Manuel Seijas Lozano (1800-1868) dicte en 1850 el decreto que estructurará la enseñanza industrial en tres niveles: elemental, medio o de ampliación y superior.
El superior se otorgó en exclusiva al Real Instituto Industrial de Madrid; el medio a Barcelona, Sevilla y Vergara (en Guipúzcoa) a las que más tarde se sumará Valencia; y al elemental se dedicarán Málaga, Cádiz, Béjar (Salamanca) y Alcoy, que ya no soltará presa. Este tipo de instituciones acabarán en buena parte borradas del mapa académico, sobre todo tras la pérdida de validez del decreto en plenos vaivenes políticos, pero no la alcoyana, que aguantará.
Sobrevivió a la reestructuración de la enseñanza industrial de 1850
Demografías industriales
La industria local crece entre una revolución obrera y otra, dadas las condiciones de sobre explotación que soportarán los trabajadores, en muchos casos familias enteras, niños incluidos. El Betlem de Tirisiti ha popularizado una frase muy significativa: “l’amo del comú quan no hi ha ningú” (el amo del común cuando no hay ninguno), para definir a quien se pretende señor y no tiene nada. Pero es que el común se refiere a un aseo único para toda una comunidad de vecinos, para un edificio o escalera.
No obstante, tales condiciones de insalubridad no asustan a una corriente inmigratoria atraída por la industria: si en 1857 se anotan 25.315 entradas en el haber poblacional alcoyano (frente a las 11.434, por ejemplo, de 1787), en 1900 ya viven 32.053 personas, y solo diez años después 33.896 (aunque la gripe española, 1918-1920, cosechará también en Alcoy: 36.463 habitantes en 1920). La industria sigue necesitando personal especializado. El antiguo tendedero de lanas de la Real Fábrica de Paños se transmutará en 1923 en el actual edificio del Viaducto.
En 1972 se integró en la Politècnica de València
El campus alcoyano
Ubicado en el paseo Ovidi Montllor, bautizado como Escuela Industrial, bajo el letrero que anuncia esto último se lee: “Universidad Politécnica de Valencia”, y ahí viene una clave de su permanencia. La institución alcoyana, que el real decreto del 17 de agosto de 1901 la bautiza como Escuela Elemental de Industria, se integrará desde 1972 en la citada Politècnica como el Campus de Alcoy o Escuela Politécnica Superior de Alcoy.
Esta sí, universidad laboral en su espíritu, aunque hoy mucho más, con sus edificios clásicos o el futurista Georgina Blanes o las remozadas, sin perder sus trazos modernistas, fábricas de Ferrándiz y Carbonell, conforman un complejo educativo que, con sus seis grados, dos dobles grados, cuatro másteres, un doctorado más un ramillete de títulos propios, alberga a más de dos mil personas entre alumnado, docencia y servicios. Y arrancó en el siglo XIX.