En este febrero celebramos el 120 aniversario del natalicio de uno de los grandes músicos que ha dado la ciudad de Alicante. Un hombre que logró alcanzar grandes méritos aún teniendo que lidiar con un hándicap que le acompañó desde su niñez: la pérdida total de su vista.
El maestro Rafael Rodríguez Albert fue todo un ejemplo de superación personal ante la adversidad. Ya no solo por la ceguera crónica que padeció, sino también por otras grandes dificultades a las que debió enfrentarse, como la destrucción de su vivienda durante la guerra o la persecución política en la dictadura franquista. Pero nada ni nadie pudieron silenciar aquella pasión a la que dedicó su vida… la música.
Ciego desde niño
Nuestro protagonista vio sus primeras luces el 6 de febrero de 1902 en el domicilio de su familia en la calle Navas. Ya desde su tierna infancia acusó serios problemas de visión. Primero perdió la vista en su ojo izquierdo y poco después también en el derecho. Se quedó totalmente ciego a la corta edad de ocho años.
Por ello su familia le matriculó en el Colegio de Ciegos de Alicante, el cual por aquella época estaba en el barrio de Campoamor. Su padre trabajaba como analista químico de vinos y su fama fue creciendo hasta el punto de que fue contratado por varias bodegas manchegas. Por ello, su familia se mudó a Socuéllamos y luego a Villarrobledo.
Perdió totalmente la vista en ambos ojos a la temprana edad de 8 años
De La Mancha a París
En esta última localidad albaceteña fue donde Rafael compuso su primera canción, cuando apenas tenía doce años. Fue un pasodoble llamado ‘El general’ dedicado a su padre. Se interpretó por primera vez en las fiestas de Villarrobledo, con el propio autor dirigiendo a la banda municipal.
Poco después, la familia se volvió a mudar, en esta ocasión a Valencia. Aquí Rafael estudió Piano y Composición en el Conservatorio. Una vez terminada la Secundaria compaginó la música con la universidad, cursando al mismo tiempo Filosofía y Derecho. En aquella época los libros en braille prácticamente no existían, por lo que el alicantino solía tener que echar mano de grabaciones para estudiar. Aún así, ni corto ni perezoso, se licenció en ambas carreras.
Con 23 años logró el primer gran éxito de su carrera musical al ganar el Concurso Nacional de Música versionando poemas del escritor alemán Heinrich Heine. Esta victoria le abrió las puertas a codearse con otros grandes músicos del panorama nacional, como el célebre compositor gaditano Manuel de Falla, con quien trabajó conjuntamente en varias composiciones y años después le compondría ‘Homenaje a Falla’, una de sus obras más exitosas.
Rodríguez Albert incluso dio el salto a París, donde residió durante algunos años y trató con maestros franceses de la talla de Maurice Ravel, Darius Milhaud o Francis Poulenc.
Su vivienda fue destruida por un bombardeo durante la Guerra Civil
Regreso a Alicante
Sin embargo, la terreta siempre tira y Rafael acabaría restableciéndose en Alicante. En 1932 logró una plaza como profesor de música en el Instituto Provincial de Ciegos. Su nuevo empleo no le evitó seguir dedicándose a la composición en sus ratos libres, sobre todo a su pasión por musicalizar poesías y obras literarias. Uno de sus escritores fetiche fue el también alicantino Gabriel Miró.
De nuevo el destino le llevaría lejos de casa cuando fue llamado por el Ministerio de Bellas Artes para ocupar una plaza de profesor en el Colegio Nacional de Ciegos en Madrid. Aquí permaneció hasta el estallido de la Guerra Civil, pues la institución educativa fue trasladada a Onteniente por ser ésta una localidad menos proclive a los bombardeos.
Aún así, su vivienda en Alicante no se libró de ser alcanzada por las bombas. Afortunadamente no hubo que lamentar víctimas mortales, pero perdió para siempre una buena parte de su colección musical y partituras con composiciones propias que guardaba en ella.
Entrada en la ONCE
Terminada la guerra, el nuevo régimen franquista le cesó en su cargo de profesor. Quizás fuera un castigo a su ideología republicana o quizás simplemente fuera víctima de una purga general a funcionarios nombrados en tiempos de la Segunda República. Lo cierto es que no nos consta que Rafael Rodríguez Albert hubiera sido militante de ningún partido político.
Por suerte, el músico alicantino encontró un nuevo trabajo bajo el amparo de la recién creada Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE). En concreto fue contratado como administrativo en la delegación de Granada.
En la ciudad andaluza Rafael se casó y tuvo una hija. En 1947 ascendió dentro de la organización a jefe de Relaciones Exteriores, por lo que se trasladó con su familia a Madrid.
El régimen franquista le retiró su plaza de profesor de música para alumnos ciegos
Premios y más premios
Su nueva ocupación como oficinista y sus obligaciones familiares nunca le alejaron de la música. El maestro continuó componiendo e incluso logró ganar el Premio Nacional de la Música en dos ocasiones (1952 y 1961). El segundo fue con una pieza inspirada en una obra de Lope de Vega.
Así mismo, en 1954 representó a España en la Conferencia Internacional de Musicografía Braille celebrada en París. Participó además en varios festivales en el extranjero como el Concurso Internacional de Guitarra de Lieja, donde quedó subcampeón.
Estos éxitos le sirvieron para que el régimen franquista le borrara de su lista negra y poder volver a dar clases de Música en el Colegio Nacional de Ciegos obteniendo su propia cátedra.
Su último gran triunfo fue llevarse la primera edición del Premio Nacional de Composición Manuel de Falla, dedicado a su antiguo amigo, en 1976. Rafael Rodríguez Albert nos dejó para siempre tres años más tarde víctima de un edema pulmonar.
Buena prueba de la eternidad de su música es que hoy en día podemos escuchar muchas de sus piezas interpretadas por diferentes artistas y orquestas en plataformas como Youtube o Spotify.