Según los últimos datos remitidos por el Centro Nacional de Datos de Hielo Marino de Estados Unidos, la banquisa antártica ha alcanzado su extensión mínima histórica. Las últimas mediciones preliminares realizadas el pasado 20 de febrero muestran que el hielo marino alrededor del continente se había reducido hasta alcanzar los 1,98 millones de kilómetros cuadrados, un nuevo mínimo histórico desde 2017, cuando se registró una extensión de 2,1 millones de kilómetros cuadrados.
“Es aterrador presenciar cómo se derrite este océano. Las consecuencias de estos cambios se extienden a todo el planeta, afectando las redes alimentarias marinas de todo el mundo. A la vez, en 2020, vimos que el Ártico alcanzaba su segunda extensión de hielo marino más baja registrada, ahora necesitamos una red global de santuarios oceánicos viendo la crisis que está ocurriendo en ambos polos. ”, ha declarado Laura Meller, responsable de Océanos de Greenpeace a bordo del Arctic Sunrise desde la Antártida.
Una caída sin precedentes
Durante las últimas dos décadas, la región ha visto variaciones extremas en la extensión de su hielo marino, pero la caída de este año no tiene precedentes desde que comenzaron las mediciones. Mientras los científicos investigan la compleja dinámica entre el calentamiento global y las tendencias del hielo marino, el colapso climático es evidente en la región, con algunas partes de la Antártida calentándose más rápido que cualquier otro lugar del planeta. De hecho, la Península Antártica Occidental es una de las áreas de calentamiento más rápido de la Tierra, y solo algunas áreas del Círculo Polar Ártico experimentan un aumento de temperatura más rápido, en algunos puntos por encima de los 3ºC de media. La Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmaba que en febrero de 2020 se alcanzaba un nuevo récord de temperatura máxima puntual para el continente antártico de +18,3 °C.