Entrevista > Verónica Tejados / Familia de acogida (Elche 10-septiembre-1994)
La tragedia humanitaria que ha provocado la invasión de Ucrania por parte de Rusia, multiplica cada día los gestos solidarios de la ciudadanía.
La población se ha volcado completamente con los ucranianos tratando de realizar acopio y envío de material que pueda ser de utilidad, en la situación tan dramática que atraviesan. Las campañas de recogida de ropa, mantas y alimentos han recibido una respuesta masiva. Desde Elche salieron recientemente 65.000 kilos de alimentos y otros productos.
El foco de la ayuda humanitaria está ahora centrado en la evacuación y acogida de refugiados. Familias enteras huyen de la guerra en busca de cobijo mientras dure esta pesadilla.
Ejemplo de solidaridad
Hoy os contamos el caso de Verónica, una ilicitana de 27 años. Ella y su marido, que tienen tres hijos pequeños, son vendedores de aceitunas en los mercadillos. Aunque su economía es humilde, no se lo pensaron a la hora de acoger en su casa a una familia compuesta por un matrimonio, tres hijos pequeños y la abuela.
Se pusieron en contacto con ellos través de una ONG que pedía ayuda para refugiados y así empezó todo. Era el principio de la guerra y se convirtieron en una de las primeras familias de Elche que reaccionaron y acogieron ucranianos en sus casas.
¿Qué os llevó a tomar esta decisión?
Un día estábamos mi marido y yo en casa viendo por la tele el horror de tanta gente, mientras nosotros estábamos tranquilamente en nuestra casa, con nuestros hijos, con la casa caliente y la cena preparada. Nos miramos y casi sobraron las palabras. Había que colaborar.
No sabíamos como hacerlo y vimos a través de Facebook un mensaje pidiendo ayuda y buscando casas de acogida para refugiados. Fue así como nos pusieron en contacto con esta familia y les ofrecimos nuestra ayuda.
«Nos miramos y casi sobraron las palabras, había que hacer algo»
¿Tuvieron problemas para llegar?
Emprendieron el viaje desde Kiev en su coche prácticamente con lo puesto porque en el coche viajaban seis personas, una de ellas un bebé de meses.
Tardaron nueve días en poder llegar a España con todo tipo de obstáculos en el camino, con el miedo y la incertidumbre en el cuerpo por todo lo que dejaban atrás y no saber con lo que se iban a enfrentar.
Cuando por fin nos encontramos, sus caras reflejaban el horror que vivían y solo podían decir gracias, gracias, una y otra vez, y nos abrazamos todos llorando. Me sigo emocionando cada vez que lo recuerdo.
¿Cómo habéis podido alojarlos a todos en vuestra casa?
Nosotros tenemos la suerte de vivir en el campo y, aparte de la casa, tenemos una nave que utilizamos para almacenar todos los productos que vendemos en los mercados.
Lo que hemos hecho es sacar nuestras cosas para dejar un buen espacio para ellos. Lo hemos acondicionado, les hemos arreglado un aseo, chimenea, utensilios, camas y otros muebles, para que se sientan cómodos.
Queríamos que el cambio tan drástico en sus vidas fuera lo menos traumático y proporcionarles lo más parecido a un hogar. Nosotros estamos justo al lado pendientes de que no les falte comida, ni todo lo que precisen, pero sobretodo mucho cariño y apoyo, que es en este momento lo que más necesitan.
«Venían destrozados, lo habían perdido todo»
¿Ha habido respuesta vecinal?
No te imaginas como reaccionaron nuestros vecinos cuando se enteraron. Se fue corriendo la voz y nos traían ropa, mantas, comida, cosas de aseo. En el mercadillo donde vendemos también se enteraron y los compañeros nos daban de lo que tenían: fruta, verdura, ropa, de todo. Ha sido increíble. Vienen a verles, visitarles y a darles su cariño.
Al principio no sabíamos lo que teníamos que hacer y a través del ayuntamiento nos informaron. Hemos tramitado los temas burocráticos que había que solucionar para que conste que están aquí con nosotros.
«Solo podían decir gracias, gracias, una y otra vez, y nos abrazamos todos llorando»
¿Qué os han contado?
Venían destrozados. Son una familia de clase media, trabajan los dos en puestos de responsabilidad, tenían varias viviendas y de repente, lo han perdido todo.
Sus casas han sido bombardeadas, se han quedado por el momento sin trabajo y han tenido que abandonar su vivienda, su país, sus familias, sus amigos… es realmente descorazonador escucharles hablar. Son muy buena gente, una familia encantadora y tenerles con nosotros es toda una lección de vida. Lo más importante y gratificante que hemos hecho hasta ahora.
¿Cómo es vuestra vida diaria?
Nuestra familia ha aumentado con su llegada. Los domingos son una fiesta cuando nos juntamos todos y hacemos una paella que se prolonga con largas sobremesas y donde nos contamos nuestras vivencias. Afortunadamente, la mujer habla español y nos podemos comunicar sin problemas.
Los primeros días fueron difíciles porque no dejaban de llorar y de contarnos el horror que estaban viviendo en su país. Hay que entender que dejan allí todos sus recuerdos. Han visto imágenes de vecinos suyos muertos en la calle. Ahora lloran pero de agradecimiento y no dejan de darnos las gracias por poder estar aquí y seguir vivos.
¿Qué dice tu familia?
Al principio me decían que me lo pensara mejor y que bastante tenía yo con mi vida y mis tres hijos. Ahora mis padres tratan al bebé como si fuera su propio nieto, al igual que a sus dos hermanos de 8 y 12 años.
De verdad, es algo que no se puede explicar. No tenemos ninguna prisa en que se vayan. Todo lo contrario. Estamos felices con ellos, y solo nos gustaría que si se van, sea porque el conflicto ha terminado y pueden volver a sus vidas.