Lo suyo sería anotar cuál fue primera, pero este es un tema que se pierde entre los legajos de la historia. En Alicante capital, por ejemplo, el 1600 inscribe la más antigua conmemoración municipal de Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo (aunque la Cofradía del Cristo del Divino Amor y la Virgen de la Soledad es de 1418), poco antes de la expulsión de los moriscos, musulmanes convertidos forzosamente al cristianismo que practicaban su religión original a escondidas.
La diáspora morisca sucedía a partir de 1609, pero ese mismo año se elaboró un exhaustivo censo que nos habla de una provincia que mantiene a 23.098 casas o familias. A la hoy capital le corresponden 5.040 habitantes. Pero si rebuscamos antigüedades en la Semana Santa provincial, podemos detenernos, quizá, en Callosa de Segura, donde hay brumosos registros desde el XIII y, más claros, en 1411, con devoción, por San Vicente, a la Vera Sangre de Cristo.
Desde los brumosos orígenes
La Semana Santa de Callosa del Segura, más o menos tal como conocemos hoy esta conmemoración, y que aquí posee un hito, bien sobrio, desde su primer día, con la Bajada de la Virgen de los Dolores desde su ermita, arrancará de todas formas con la creación en 1585 del convento de los Padres Alcantarinos Descalzos (surgían en Granada en 1495), impulsores, según algunos historiadores, de la expansión semanasantera por la Península.
Los ‘capuchinos’, la denominación popular alicantina y vallisoletana de los nazarenos, no comenzaron a desfilar aquí hasta pasada la Guerra Civil, pese a nacer la figura posiblemente en el XVI. Porque la Semana Santa empezó pronto en España: desde 1050, aunque será en el periodo de 1350 a 1500 cuando se fragüe la devoción que conocemos en la actualidad.
En el interior español derivó en dolorosa (heridas autoinfligidas, flagelaciones), mientras que en el sur y el Levante cobraba un pespunte más gozoso, incluso lúdico.
En Callosa del Segura surge en el año 1585
Bajada espectacular
Toca Semana Santa. El día del Corpus Christi, que fue destinado a reafirmar la fe en la Eucaristía, se celebra el jueves siguiente al octavo domingo después del Domingo de Resurrección. La conmemoración de la Pasión se calcula a partir de esa misma fecha, y ha de ser el domingo inmediatamente posterior a la primera Luna llena que sigue al equinoccio de primavera. Bueno, más sencillo: la que va detrás de la quinta semana de Cuaresma.
Esos siete días, claro, poseen sus propias idiosincrasias municipales en la provincia, como esa Semana Santa de comercios cerrados y sin nazarenos de Monforte del Cid, registrada ya en el acta del cabildo municipal del seis de junio de 1759.
En Alicante capital, la procesión más espectacular, mediáticamente, es la del Cristo Gitano, el Miércoles Santo, con bajada espectacular por las interminables escaleras del Casco Antiguo (y subida a la ermita a la carrera al final). De ello se ocupa, desde 1945, la Hermandad Penitencial de Santa Cruz.
En Monforte o en Petrer se solemniza sin capuchinos
A orillas de los ríos
En l’Alacantí podemos señalar también la Semana Santa mutxamelera, de orígenes perdidos por el fondo de los baúles del tiempo, aunque ya en 1843, posible año fundacional de los Moros y Cristianos, las comparsas participaban en el devoto recorrido por veteranas calles. Pero los valles del Vinalopó y del Segura le han dado un protagonismo especial a sus Semanas Santas. Crevillent posee raigambre histórica (primer cuarto del XVII) y solera artística (las imágenes de Mariano Benlliure, 1862-1947, con museo aquí desde 1961).
El Domingo de Resurrección ilicitano, con el Encuentro, vuelan sobre los transeúntes los aleluyas (imágenes religiosas y fotografías de cofradías o motivos y arqueologías ilicitanas, impresas en papeles de colores) para coronar lo más vistosamente posible una Semana Santa sembrada en 1581 (aunque la procesión se fecha en 1531 o puede que antes), al fundarse la Cofradía de la Sangre de Cristo. Más joven parece la santapolera, que suele complementarse con un mercadillo medieval en el castillo de 1557.
En el Levante español cobra aires más lúdicos
Procesiones monumentales
Petrer practica una Semana Santa austera, sin capuchinos (se intentó en los cincuenta), en la que destaca su Vía Crucis. La espectacular procesión del Encuentro toca en Martes Santo en la veterana (del XVII) conmemoración eldense. En Villena (desde 1613), la Hermandad del Santísimo Cristo de las Penas (1941) incorporó en Martes Santo el Juramento del Silencio, este año el décimo cuarto. Torrevieja presume también de solera: desde 1807 se noticia esta conmemoración relanzada en 1981 y con un llamativo Viernes Santo.
En Orihuela, Nicolás de Bussy (1640-1706) creó un paso, ‘El Triunfo de la Cruz’ (1695, ‘La Diablesa’, por una figura que no puede entrar en sagrado), que protagoniza un fastuoso Sábado Santo para una conmemoración de Interés Turístico Internacional surgida en 1536. Mientras, por las montañas alcoyanas, la procesión ‘dels Xiulitets’ (por los silbatos de agua), al amanecer del Domingo de Resurrección, patentiza desde 1645 la relación entre Semana Santa y Moros y Cristianos, cuyo primer acto, el pregón, enlaza con el anterior. Pero estas ya son otras alegrías.