Entrevista > Pilar Tébar / Comisaria de la exposición ‘El pintor José Aparicio 1770-1838’ (Alicante, 19-octubre-1965)
Hasta el próximo 12 de junio se puede visitar en el Museo de Bellas Artes de València la primera exposición dedicada íntegramente al pintor alicantino José Aparicio Inglada, con obras procedentes de diferentes museos. Posteriormente viajará también a Alicante y Castellón.
Conversamos con Pilar Tébar Martínez, comisaria de esta muestra. Licenciada en Historia del Arte y actual directora del Instituto Cultural Juan Gil-Albert de Alicante, ha dedicado tres décadas a investigar la obra de este trascendental artista.
¿En qué estilo artístico podemos encuadrar a José Aparicio?
La verdad es que fue un privilegiado porque pudo viajar al extranjero y conocer a grandes artistas que le influyeron mucho. Nosotros hemos dividido la exposición en varios apartados. El primero está dedicado a la formación que recibió en Alicante del tipo tardo-barraco. Luego se trasladó a Valencia y Madrid donde encontró un ambiente cultural muy rico, con pintores como José Camaron, Luis Antonio Planes o Vicente López.
Más adelante logró una beca para ir a París, donde fue alumno de Jacques-Louis David. Aquí se encontró frente al neoclasicismo francés. Hablamos de una pintura de colores fríos y dibujos muy cuidados, sin apenas mostrar sentimientos.
Después se fue a Roma y recibió mucha influencia de Dominique Ingres con la utilización de los rojos. En su vuelta a España le nombraron pintor de cámara de Fernando VII y académico de Bellas Artes, así que se dedicó a pintar cuadros propagandísticos de la Monarquía. Y su última etapa sobre todo es de retratista, ya que alcanzó tal fama que todo el mundo quería que le pintara.
«Encontramos varios recortes de un cuadro que se creía perdido por un incendio desde 1915»
Imagino que ser pintor oficial del Rey es el puesto al que aspiraban todos o casi todos los pintores de la época, ¿no?
Sí, eso refleja como estaba claramente en el top de los tres o cuatro pintores más importantes de España. De hecho en la exposición, aparte de sus obras, también hay una colección importante de documentos o recortes de prensa donde es nombrado.
Aunque pasara casi toda su vida fuera… ¿Siguió vinculado a su tierra natal de algún modo?
Siempre lo estuvo. En uno de sus cuadros más enormes, de unos quince metros, escenificó el fallecimiento de su padre por la epidemia de fiebre amarilla que sufrió Valencia. En la escena su hermana sostiene un retrato suyo y de otro hermano también ausente, para que el hombre viera a sus dos hijos por última vez antes de morir. Actualmente está expuesta en la Academia de Medicina de París.
Además dedicó su obra ‘Rescate de cautivos en tiempos de Carlos III’ a los tabarquinos originales que poblaron la isla de Tabarca procedentes de África. Por desgracia hoy este cuadro está perdido, aunque se conserva su boceto en el Museo del Prado.
«El estilo de Aparicio evolucionó desde el tardo-barroco al neoclasicismo francés»
Entre toda su obra, ¿le tienes especial cariño a algún cuadro en concreto?
Digamos que yo tengo dos grandes hitos descubiertos en mi investigación de Aparicio. Uno es que encontré un dibujo suyo en el IES Jorge Juan de Alicante, procedente del Consulado del Mar que probablemente regaló a su maestro Vicente Suárez.
Y hace unos años descubrí que varios retratos que están en el Museo Cerralbo de Madrid en realidad son recortes de un cuadro suyo mucho mayor llamado ‘Desembarco de Fernando VII en la isla de León’. Dicha obra original estuvo depositada en las Salesas de Madrid y se creía perdida desde 1915 por un incendio. Sin embargo yo hallé, a través de la Fototeca Histórica de España, que se conservaban estos recortes de personajes del cuadro.
¿Y qué ocurrió entonces con el resto del cuadro?
Tengo dos teorías. Quizás es que solo se quemó una parte del cuadro, y pudieron salvar algo. O quizás es que alguien aprovechara el desconcierto del incendio para robarlo y luego lo fue vendiendo a trozos. Ten en cuenta que las obras de Aparicio alcanzaron un gran valor económico.
«Acabamos de hallar una obra sin terminar donde dibuja a un contrabandista del tipo Curro Jiménez»
¿Algunas otras pinturas que querías destacar?
En realidad Aparicio fue un pintor bastante regular en la calidad de sus trabajos a lo largo de toda su vida. Por ejemplo, destacaría el cuadro ‘Atalía y Joás’, que de hecho lo hemos escogido como imagen de la exposición.
También me gusta mucho el retrato de la baronesa de Mayneaud de Pancemon procedente del MUBAG de Alicante, en el que se ven unos rojos muy intensos, a diferencia de los habituales de Jacques-Louis David que son más avinagrados. O el retrato de Ferdinando Dal Pozzo, que fue adquirido hace poco por el Museo del Prado y es impresionante. Tampoco me quiero olvidar de ‘Godoy presentando la paz a Carlos IV’ propiedad de la Academia de Bellas Artes San Fernando, la obra por la que obtuvo su beca para ir a París y Roma.
Hace poco hemos incorporado otra obra muy desconocida, venida del Museo Diocesano de Sigüenza, dedicada a la batalla de Bailén. Se quedó sin terminar, pero tiene un personaje perfectamente dibujado que es una especie de contrabandista tipo Curro Jiménez con sus botas y trabuco. Es muy interesante.