Las ciudades no acaban nunca en el callejero: sus amplias demarcaciones metropolitanas se extienden casi siempre mucho más allá, creando pequeños pueblos o caseríos, con sus correspondientes ‘tierras’, a los que llamamos pedanías o partidas rurales.
Muchas contienen generosos retazos de lo que quizá fue la vida en la urbe original. Una estampa bucólica, tal vez, pero con su trasfondo de realidad. ¿Cuál es el caso, por ejemplo, de Alicante ciudad?
Oficialmente, esta contaba con dieciocho partidas: Albufereta, Alcoraya, Babel, Bacarot, Cañada del Fenollar, Condomina, Orgegia, Fontcalent, Los Ángeles, Monnegre, Moralet, Rebolledo, San Blas, Santa Faz, Tabarca, Tángel, Verdegás y Villafranqueza.
La Albufereta y Condomina han sido deglutidas por el Alicante urbano crecido y alimentado al norte de la Serra Grossa. Y Los Ángeles, Babel (polígono) y San Blas son hoy populosas barriadas que han hecho crecer más la ciudad germinada a las faldas del Benacantil y el Tossal.
Oficialmente, la ciudad contaba con dieciocho partidas
De regreso a la ciudad
Villafranqueza o el Palamó es un pequeño núcleo urbano que, registrado como barrio, con Hoguera de distrito, en realidad fue población independiente. Fundada por Pedro Franqueza y Esteve (1547-1614), conde de Villalonga, al comprar en 1592 las fincas El Palamó y Orgegia, se escindía de Alicante hacia la segunda mitad del siglo XVIII. Retornaba a la urbe en 1930 (fusión concretada en 1932), con los bolsillos vacíos.
Con 3.192 habitantes en 2021, aún conserva su carácter insular con respecto a la ciudad, y marcha unida a la partida rural y chaletera de Orgegia, que acompaña a la carretera nacional 332 y a la autovía Alicante-Murcia. Refugio de lo que fue la huerta alicantina y, con el prebético monte Orgegia, con depuradora de aguas residuales, paraíso de senderistas y ciclistas: tres kilómetros de marcha por el Parque Forestal Monte Orgegia, con dos miradores.
Territorios en multipropiedad
En Monnegre, pedanía en multipropiedad; Alicante, Mutxamel, Tibi o Xixona son algunos de los municipios que dentellean el recorrido del río Monnegre, nacido como Verd o Verde en la sierra de Onil, con nuevo bautismo tras cruzar el cedazo de la presa de Tibi, aseguran aún hoy que es la más veterana de Europa (1579). Desde Mutxamel hacia el mar, se convierte en el Sec o Seco.
Oficialmente, viven 318 personas, pero un recorrido por el lugar en fines de semana y vacaciones puede aumentarnos el conteo. El organismo supraprovincial incluye también junto a esta partida a los posibles habitantes del Cabeçó d’Or (que comparten Alicante, Busot, Relleu y Xixona), del que la capital posee el pico, como exclave (no unido físicamente al municipio).
Villafranqueza aún conserva su carácter independiente, insular
Con sabor rural
Si marchamos hacia el valle del Vinalopó, tenemos más partidas, de ambiente claramente rural, como la Alcoraia o Alcoraya (350 residentes en 2021), Verdegás (319), con uno de los caminos hacia la Cañada o Canyada del Fenollar (1.579) y el Moralet (2.277), a las que se puede acceder, a mano derecha, desde la autovía a Madrid, igual que previamente, a mano izquierda, al Rebolledo (1.209) y, antes de coger la autovía, al Bacarot (458).
Del resto de pedanías, apuntemos otra que escancia claro ambiente rural, huertano: al norte, Tángel (49), en los papeles barrio lindante con Mutxamel. Al Pla de la Vallonga (390), al sur, el principal parque industrial de la ciudad, el vial hacia Madrid lo parte en dos, generando en el fondo otra partida, las Atalayas, aunque esta conserva un recóndito núcleo poblacional con casona, anexa a una histórica torre, conocida como la ‘casa de la condesa’.
Singularidades a norte y sur
O Santa Faz, al norte, núcleo poblacional compartido con Sant Joan d’Alacant (San Juan de Alicante) que acoge a 737 almas en torno al monasterio con templo, culminado en 1766, que entraña el que se considera paño autentificado con que la Verónica enjugó la cara sudorosa y sangrante de Cristo.
De nuevo al sur, aún conserva carácter rural Fontcalent (fuente-caliente), cuya población casi única son los residentes de la principal prisión provincial. Posee un peliagudo y resbaloso sendero (no es familiar, digan las guías lo que prefieran) de impresionantes vistas: sólo hay que retrepar los 446 metros de la sierra que da nombre a la pedanía, entre olor a cantueso o tomillo, y con el roce del esparto y los cardos.
Urbanova, anotada como barrio, semeja partida de última hornada
Desde el Mediterráneo
En el mar, tenemos l’Illa o isla Tabarca (oficialmente, 56 habitantes), llamada así porque la poblaron, a partir de 1768, esclavos de origen genovés rescatados de su cautiverio en la península tunecina de Tabarka. Una pedanía, que fue en los papeles calle, que lleva lo de la insularidad de las partidas hasta sus últimas consecuencias.
Hoy es la más turística, con hoteles y enlaces por barco desde Alicante y Santa Pola. En verano crece exponencialmente la población de este pequeño archipiélago cuyas aguas son reserva marítima, y desde el que tenemos una amplia visión de la costa. Allí, Urbanova (3.611 habitantes en un registro que la une a otro barrio-urbanización, El Palmeral), una barriada nacida en 1972 y en el fondo pedanía de última hornada.