Dos años ya sin Fogueres de Sant Joan, y festeros y visitantes, a la expectativa. Obviamente, tras la lenta retirada de la pandemia, cambiarán muchas cosas, claro, aunque posiblemente solo las necesarias para que todo parezca igual. ¿Y qué es lo que hay que ver en estas celebraciones?
En el momento de preparar este reportaje, se preveía la participación de ochenta y seis distritos (en el ejercicio antes de la pandemia fueron ochenta y nueve), con sus correspondientes monumentos principal e infantil. En cuanto a barracas, se hablaba de cincuenta y seis, con dos de ellas todavía en la duda de montar o no. Aunque fueron cuarenta y ocho en ese 2019 que ha cobrado la categoría ‘del año pasado’.
Orígenes y respuestas
Antes del dónde y cómo, reparemos en dos porqués. ¿Por qué se queman, tan bonitas y tan caras? Porque, además de fiesta, el arte efímero también es aquí un oficio, que a la vez incrementa las ganancias de otros durante la semana que duran (los monumentos se plantan el lunes 20).
¿Y por qué no en un recinto alejado de la ciudad? Las Fogueres las gesta José María Py (1881-1932), procedente de Cádiz, donde entre enero y febrero se organiza, desde aproximadamente el XVI, uno de los más importantes carnavales en el ámbito europeo. Y trabajó en las Fallas de Valencia (las de Sant Josep, por ‘falles’, antorchas, desde el XVIII).
Este año plantan ochenta y seis distritos, y posiblemente cincuenta y seis barracas
Conjunción festera
Ideó, aprovechando las veraniegas fechas, unir el jaraneo popular en las calles típico del Carnaval con la idea valenciana de quemar unos monumentos artísticos donde, entre ‘ninots’ (muñecos), se incluyen ironías, críticas y caricaturas a la situación sociopolítica. O sea, que lo suyo es salir a la calle. Cada uno de los distritos que planta hoguera dispone del correspondiente ‘racó’ (rincón), con barra para servir también a quienes no sean socios.
Cada hoguera puede albergar también hasta dos barracas, aparte del ‘racó’. Las barracas son ‘racons’ que no construyen monumento. Participan con el distrito, pero nacieron independientes, asociadas a los gremios profesionales. Aunque la primera, ‘Els 31 Foguerers’, surgía en 1931 desde una peña taurina y se mantuvo, tras el parón de la Guerra Civil, hasta 1940.
La primera barraca la fundaba en 1931 una peña taurina
Todo el mundo de verbena
Una semana da para mucho, aunque los días álgidos, desde el 21 hasta el 23, a partir de las 23 horas hay verbenas en barracas y ‘racons’. Verbenas ya hubo en Alicante antes: después de la ‘cremà’ (la quema de los monumentos), en barrios como Benalúa, con su templete, o Carolinas comenzaban las verbenas populares.
Orquestas invitadas, Dj’s, DVD’s o algún servicio de música por internet, con compases para comisionados o, en algunos distritos, elemento bailongo directamente a todo el barrio: Alicante deviene en discoteca nocturna, hasta la hora oficial de parar y recoger. En 1988 nace la ‘barraca popular’, impulsada por el Ayuntamiento y gestionada por la Ser. Poco a poco fueron sumándose otros medios y la Universidad.
Solo se dispararán las siete ‘mascletaes’ a concurso
Rincones, barracas y ‘mascletaes’
Lo principal es recorrerse la ciudad distrito a distrito mapas en mano. Conducir resulta un poco complicado: calles cortadas y poco aparcamiento, como no sea de pago. Mejor andar o recurrir, para los más alejados, al transporte público.
Y visitas a ‘racons’ y barracas (si se tiene amigos dentro, mejor) o simplemente a vivir una noche de gente en calles, plazoletas con horario extra y, bueno, entre olor a fritanga y gambas a la plancha, como menos.
Hay ‘mascletaes’ a las dos de la tarde en la plaza de los Luceros, desde 1988. Las pirotécnicas compiten, literalmente, por ofrecer su estruendoso espectáculo. Este año no habrá diez, como en 2019, sino solo las siete del concurso, del 18 al 24.
Y hay desfiles como la ofrenda de flores, desde 1941 (dada la cantidad de comisiones oferentes, el acto se divide en dos, el 21 y el 22), o el vistoso Desfile Folclórico Internacional, el 23.
Quemando monumentos
Y a la hora de la ‘cremà’, ¿con cuál quedarse, con la tradicional o la aún más tradicional? Las quemas de enseres viejos en la noche de San Juan, la del 23 al 24 de junio (en conmemoración del solsticio de verano, que acontece en la actualidad entre el 20 y el 21 de junio), carbonizan hoy incluso ‘ninots’ caseros en la playa del Postiguet (durante una época, en la de San Juan-Muchavista). Algunos distritos incluso aportan ‘correfocs’ (correfuegos).
La oficial es en realidad la noche del 24 al 25 de junio (San Guillermo, por San Guillermo Abad, o sea Guillermo de Vercelli, 1085-1142). Luego, aún queda reata, con el concurso internacional de fuegos artificiales, nacido en 1946, y que pinta de color y humo el cielo de la playa del Postiguet del 25 al 29.
Hay quien lo ve desde el mar, desde el barrio Raval Roig, desde el puente de acceso a la ampliación sur del puerto o desde las calas de El Cabo y aún más allá. ¿Y luego? Pues si no hay más percances, a preparar las Fogueres del año que viene.