Son las seis de la tarde, el alcalde de Alfafar llega apresuradamente a la Plaza Mayor tras escuchar sonar las campanas y recibir noticias de manos de un mensajero. La plaza se encuentra abarrotada de gente expectante e ilusionada. El objetivo se ha cumplido, tras prácticamente dos años de trabajo, esfuerzo y sacrificio, la fuente de la vida ha llegado a Alfafar.
Para contextualizar la historia, que a buen seguro ya han reconocido la mayoría de los lectores de estas páginas, debemos transportarnos a 1912, concretamente al 2 de septiembre de aquel año. Esto nos abrirá la mente para reconocer al alcalde, que no es evidentemente nuestro primer edil actual, sino un pletórico José Puertes bajando de su caballo a la llegada a la plaza.
El agua brotaba tras muchos meses de arduo trabajo para lograr que Alfafar dispusiera de un pozo, dotando al pueblo de un sinfín de posibilidades sin las cuales no sería el importante y próspero municipio que es ahora.
Construcción del pozo
Lograr tener una fuente de agua potable en el pueblo no era un capricho pasajero. En aquella época, a principios del siglo XX, los vecinos de Alfafar lograban el suministro de agua principalmente de las fuentes del término como la del Burro o la Font Santa, pero también de pozos que ellos mismo excavaban en sus propias casas.
Esta práctica, que se convertía en imprescindible para obtener el líquido elemento, generaba muchos problemas debido a la recurrente contaminación de dichas aguas, entre otros motivos a causa de la cercanía de las fosas sépticas de las que también disponían las viviendas.
Este tipo de prácticas generaban insalubridad y provocaba enfermedades entre los vecinos de Alfafar, que en muchas ocasiones se veían avocados a contraer enfermedades ante las necesidades. Debido a esta situación, el 28 de noviembre de 1910 el alcalde del municipio, José Puertes Brú, se decidió a emprender una de las obras más deseadas por los alfafarenses en aquella época: la construcción de un pozo.
El proyecto se inició en 1910 y la excavación del pozo en 1911
En la plaza Mayor
Este deseo de toda la comunidad de vecinos se veía lejano ante la escasez de medios presupuestarios de que se disponía. A pesar de ello, Puertes se lanzó a por este objetivo y en pocos meses logró que el consistorio adecuara una partida presupuestaria para el año 1911, con el fin de comenzar la perforación en busca de la tan deseada agua potable.
El lugar para iniciarse el proceso no podía ser más adecuado, la misma plaza, quedando de este modo al alcance de todos los vecinos una vez que éste estuviera en funcionamiento.
La mayoría de los alfafarenses consumían agua de pozos excavados en sus propias casas
Con la ayuda de todos
Pero el presupuesto inicial, como cabía esperar, no fue suficiente. Y ello a pesar de que la sociedad civil al completo se volcó en la tarea de conseguir el pozo en Alfafar. Ya en las primeras partidas presupuestadas por el consistorio se añadieron aportaciones de empresarios y vecinos, alcanzando entre ambas la cantidad de 3.568 pesetas.
Y el esfuerzo no era meramente económico. Cada vecino aportaba lo que podía, incluido su esfuerzo. A pesar de ello, la perforación avanzaba sin que los resultados fueran los deseados: cuando la excavación hallaba el líquido, o este se encontraba contaminado o en unas cantidades insuficientes como para dotar al pueblo de un pozo realmente duradero.
Hubo que recurrir, ya en 1912, al Ministerio de Fomento para reclamar ayuda presupuestaria y que tal obra, tras cerca de año y medio de trabajo, no fuera en vano. El reconocimiento del gobierno central al esfuerzo social y económico provocó que fuera difícil negar la ayuda al pueblo de Alfafar.
De este modo, y con adelanto con fondos privados incluidos, el 9 de agosto de 1912 se reanudaron las obras del pozo, continuando con la excavación y la colación de tuberías.
El Ministerio de Fomento apoyó el final de las obras mediante financiación
Y por fin llegó el agua
Cuando el entubamiento alcanzó los 152 metros llegó la buena nueva: el agua brotaba del pozo artesiano. Volvemos unas cuantas líneas después a aquel día señalado para todos los alfafarenses: 2 de septiembre de 1912.
Inmediatamente centenares de vecinos se agolparon junto a la nueva fuente de agua, que prometía prosperidad para todos. Las campanas resonaban por todo el pueblo, el alcalde llegaba, los vecinos celebraban…
Homenaje que perdura
Con un caudal cercano a los 180 litros por minuto y en aumento, inmediatamente todo el mundo fue consciente de que ese hito supondría un antes y un después para todo Alfafar. Es por ello que sólo un año después se inauguró la Font, el sentido homenaje a ese día y la llegada del agua pura y fuente de vida para todos.
El monumento diseñado por Pablo Hernández se levantó gracias a la financiación popular. Una obra que sigue intacta entre nosotros casi 110 años después, recordándonos aquel día en el que las campanas anunciaron el nacimiento del Alfafar que conocemos hoy en día.