Tiene ya sus años, pero semeja más veterana. Sembró en 1947, arrancó al año siguiente. La primera Fiesta de la Vendimia de Requena se convertía en el eje principal de este ciclo festero que irradia actos desde los últimos días de agosto hasta los primeros de septiembre. El fondo agrario está ahí, con la cosecha de julio a octubre de la uva cuyo mosto fermentado tantas alabanzas recogerá.
Pero esta celebración aparece unida a otra de parecidos mimbres, solapadas ambas, de origen aún más veterano. En pleno Medievo, siglos cinco al quince, cuando plantaron las ferias que, al aportar moneda al trueque, abrieron las puertas a la Edad Moderna, entre los siglos quince al dieciocho. Fue perdiendo fuelle, hasta que el privilegio de Fernando VI (1713-1759) en 1757 le insufló tanto aire como para perdurar aún.
Otros siglos, otra patrona
Quedaba, como mandan los cánones, la advocación religiosa. A la patrona del municipio. Por entonces no era la actual, Nuestra Señora de los Dolores (no lo fue hasta 1955). Requena se encomendaba a la Virgen de Soterraña, advocación segoviana: por allí, algo ‘soterraño’ es algo enterrado, y como tal se encontró, a finales del siglo catorce.
Como pidió la Iglesia católica, se la honra el ocho de septiembre, como a casi todas las ‘vírgenes enterradas’. Es también conocida como Santa María la Real de Nieva (igual que la localidad donde se venera, en el monasterio de Nuestra Señora de la Soterraña, construido entre los siglos catorce y quince). En Requena, inició su patronazgo el ocho de septiembre de 1365. Alguien la trajo aquí en el siglo trece. Y enraizó.
Inicialmente se veneraba a la Virgen de Soterraña
Nuevas ideas en los cuarenta
En semejante clima, se comprende que la existencia de una Fiesta de la Vendimia se lleve como algo natural y que mentalmente se le atribuyan mayores antigüedades. Que comenzara en 1947 no ha de extrañar. La autarquía (yo me lo guiso, yo me lo como) del régimen franquista comienza a hacer aguas. Y estas ya nos llegaban más arriba de la cadera cuando, a finales de los cincuenta, comenzaba el Desarrollismo.
Coincidente con el relajo del bloqueo desde y ante el exterior, un grupo de tecnócratas diseñaron el plan (de inspiración francesa) de Estabilización y Liberalización (17 de julio y 5 de agosto de 1959). Se trataba de crear una clase media que generase un fluido turismo interior, más infraestructuras hoteleras o de restauración. Se preparaba así al país para la ansiada llegada, que finalmente se produjo, de divisas (monedas extranjeras).
La Fiesta de la Vendimia comenzaba en 1947
Adelantada a su tiempo
En pleno Desarrollismo se generará el ‘mito Benidorm’, se renovarán y modernizarán en toda la Comunitat Valenciana fiestas (fallas, hogueras, Moros y Cristianos), se crearán otras nuevas… pero a Requena la pillaban ya con los deberes hechos. Se trata de organizar una serie de actos, en los ámbitos de la feria y las fiestas patronales (ya a la Virgen de los Dolores), centrados en los elementos económicos principales requenenses. O sea, vino y vendimia.
Aún hoy, el cultivo de la uva bobal, la variedad tinta que produce la mayor parte de los vinos del municipio, continúa ofreciéndose como el producto principal del agro requenense. En la actualidad hay más de un centenar de bodegas, que alimentan a unas siete mil familias, tanto gracias al vino tradicional como a otras nuevas producciones, como los ecológicos y los sin alcohol.
La producción vinícola alimenta hoy a unas siete mil familias
El retorno vitivinícola
El vuelco en 1910, tras caer la industria sedera, hacia una actividad que aquí se practicaba desde el siglo séptimo antes de Cristo, como lo prueban los restos arqueológicos, no ha ido nada mal para una ciudad que sumaba 20.235 habitantes en 2021, lo que la convierte en la más poblada de la comarca de Requena-Utiel, de la que es capital. La denominación de origen, Utiel-Requena, arribaba en 1932 y abarca toda la zona.
A últimos del pasado agosto se celebraba el retorno, tras el parón de dos años por la pandemia, de la Ferevín 2022 o, lo que es lo mismo, la XXX Feria Requenense del Vino, una actividad más sumada a las muchas incluidas en la Feria y Fiesta de la Vendimia de Requena. Muestra de la vitalidad de una serie de acciones que, en conjunto, han padecido pocos parones más.
La persistencia del agro
No hay más que bucear en la agenda para comprobar la ligazón fiesta y campo, ojeando cualquier programa: noche de zurracapote (la típica zurra: vino, frutas, cítricos, azúcar, canela), pisado de uvas y bendición del mosto, noche del labrador, del requenense ausente, del vino, ofrenda de flores y frutos a la Virgen de los Dolores, cabalgata de carrozas, quema del monumento al vino (reflejo de las fallas valencianas, cuya estructura ‘argumental’ se tomó como referencia).
Nuestra Señora de los Dolores, la Máter Dolorosa, procesiona de nuevo con esperanzas de futuro en una población volcada al zumo de uva fermentado. ¡Si hasta hay un Museo de la Fiesta de la Vendimia, el que inauguraron el veintiséis de agosto de 2013!