Dicen que no hay mal que por bien no venga, aunque quizá no pensasen igual, por la inmediatez a la desgracia, las gentes villenenses de finales del siglo quince si señalamos que, gracias a un brote de la bacteria yersinia pestis, Villena ganó un patronazgo canónico, a la Virgen de las Virtudes, cuyos festejos comenzaban con la romería del pasado veintiocho de agosto y cerraban con la del nueve de este mes.
Celebraciones que incluso cuentan con el complemento festero de los Moros y Cristianos, consiguiente transformación de los alardes (pase de revista de un ejército ante una autoridad) de la soldadesca, volcados a la adoración litúrgica. Así, las milicias de reserva (1497), provincial (1562) y del reino (1609) fueron sumándose a una advocación que impregnó a la sociedad civil.
Santuario sobre ermita
Se la adora en la pedanía de las Virtudes, en el santuario agustino Monumento Histórico Artístico desde 1976, que comenzó a construirse en el siglo quince sobre una ermita (de la que queda una cripta) que las crónicas fechan indistintamente en los siglos catorce o quince. Surgió, según la tradición, cuando en 1474 la población villenense de la época se refugiaba en los alrededores huyendo de uno de los habituales envites de la peste.
Nuestra Señora de las Virtudes acabó por convertirse desde 1476 en la patrona del municipio y “abogada contra la peste”. Algunos registros históricos la llevarían a 1490, pero el fondo es el mismo: el vecindario refugiándose a causa de una pandemia y acogiéndose a idéntica protección divina. Y la acotación de fechas tampoco varía.
Patrona del municipio y «abogada contra la peste»
Un paraje de excepción
Lo cierto es que en este emplazamiento, junto a la fuente del Chopo, al pie del cabezo (cerro alto) de la Virgen, sembró devoción. No solo porque desde 1925 varios vecinos, hoy la Agrupación de Fiestas de Navidad y Reyes, comenzó con lo que conocemos como el ‘Auto Sacramental de Adoración de los Reyes Magos’, donde el complejo religioso se convierte en decorado de esta importante representación sacra al aire libre.
Tampoco por tratarse de un paraje de excepción, santuario y fuente. Sobre todo porque además es destino, fruto de una promesa entre pueblo y patrona (el Día del Voto, iniciado en 1624), de dos visitas: las romerías, aparte de al final del verano, en las fiestas patronales, se celebran al finalizar la Pascua. A la imagen, por otra parte, se le aplica la tradición de origen medieval de los ignotos peregrinos que van proveyendo de imágenes sagradas.
El pueblo pactó con su venerada dos adoraciones
Poco generosos y enigmáticos
La leyenda, sembrada en el Medievo, habla de estas extrañas gentes que recorrían caminos y puertos para ceder tallas sagradas a las poblaciones que las necesitasen y fuesen realmente acreedoras de ello. Aquí, se le encargo a dos personas del municipio que adquiriesen la correspondiente imagen donde pudieran. Pero el recorrido fue corto: según la leyenda, unos metros nada más.
Aparecieron entonces dos jóvenes que portaban un arca con la imagen. Tan pronto hubieron efectuado la entrega, desaparecieron como por artes mágicas, o divinas. No se mostraron muy generosos, eso sí, porque no juzgaron merecidas muchas otras comunidades: en la provincia solo aparece honrada también en Cox (donde la patrona es la Virgen del Carmen) y en la pedanía alicantina de Tángel (bajo patronazgo, como Villena, de la Virgen de las Virtudes).
En la provincia, se la honra también en Cox y Tángel
Otras tierras con la misma fe
Como ‘virgen encontrada’, más bien ‘cedida’, carente de un día concreto para su adoración, quedó incluida en las celebraciones de la Natividad de María, siempre el ocho de septiembre o en torno a ese día. En todo caso, la Morenica, como también se la conoce por el color tostado aplicado a lo que sería su piel, resulta una adoración tan singular que encabeza cualquier búsqueda de información.
Y eso contando con que actualmente también se le rinden honores, aparte de lo consignado, en Conil de la Frontera (Cádiz, con feria adjunta), Fuente de Piedra (Málaga), Paterna del Campo (Huelva), la Puebla de Cazalla (Sevilla) y Santa Cruz de Mudela (Ciudad Real). Como curiosidad, la adoración onubense arranca antes, en 1448, en el siglo quince también, dando pábulo a la existencia de los enigmáticos peregrinos repartiendo imágenes.
Las vísperas de un centenario
Este año, las fiestas villenenses, tras la romería de Despedida, seguida siempre por las comparsas de Moros y Cristianos, que ya se ha visto cómo han gozado de un desarrollo paralelo a los festejos devotos, poseen una particular coda, la que se tiene previsto que acontezca el domingo dieciocho con la apertura del centenario de la coronación canónica de Nuestra Señora María de las Virtudes (fue en 1923), más el inicio de un año jubilar (tiempo con gracias espirituales singulares, las indulgencias).
Prueba de la pervivencia de una devoción que, además de estar sobreviviendo a otra pandemia, comienza ya sus galas este año, con el acto litúrgico citado, que se espera que cuente, entre otras muchas ofertas, con actuaciones del grupo de Coros y Danzas de Villena más la Coral Ambrosio Cotes.