Recuperar las tradiciones y la cultura popular a través del baile. Ese es el eje de un proyecto cultural que tutela el Ayuntamiento de Crevillent y que impulsa un grupo de ciudadanos enamorados de las músicas y el baile tradicional.
Cada sábado, la Casa de Cultura José Candela Lledó se convierte en el escenario del amor y del interés que muchos crevillentinos sienten por este tipo de manifestaciones, que en las últimas décadas habían entrado en una fase de decadencia absoluta.
“El problema fundamental era que este tipo de baile se exhibía sólo como espectáculo artístico en eventos cada vez más aburridos y anacrónicos en los que el público era un mero espectador. La gente actualmente está interesada en participar, en ser parte activa del baile y de la fiesta y en disfrutar en primera persona de ello”, explica el etnógrafo Miquel-Àngel Flores i Abat.
Flores, el profesor encargado de hacer disfrutar a los enamorados de este tipo de bailes tradicionales o de raíz campesina, explica que estos han llegado a la actualidad, en muchos casos, en una versión folclorizada.
Proceso de aprendizaje
Un proyecto de similares características ya se viene realizando en Mutxamel y Sant Joan d’Alacant a través de los ‘Aplec de Sonadors’, y en Murcia, donde son pioneros desde los años 80, con los denominados ‘Encuentros de cuadrillas’, en donde se ha puesto de relieve el interés de la sociedad actual en abandonar la pura contemplación de este tipo de baile para pasar a recuperar su función lúdica.
La jota, universal en su concepción y particular en cada zona, es el primer baile tradicional que el etnógrafo ha rescatado del olvido para dar las claves de cómo abordar su enseñanza. ”En los talleres se enseñan distintos géneros de baile. El objetivo es que el alumno pueda identificarlos, así como sus músicas, y que después aplique las coreografías aprendidas”, indica Flores, quien remarca que es una pedagogía innovadora, en la que el alumno aprende por sí solo.
El curso se centra en enseñar a los asistentes ritmos como la jota o la malagueña
Metodología
El objetivo de la iniciativa implica necesariamente la actualización de este tipo de baile y de músicas que en el imaginario colectivo actual quizás han quedado relacionadas con el pasado. “Es algo así como lo que está haciendo Rozalén con su trabajo actual, en el que recupera la música tradicional y la actualiza para traerla a nuestros días”, manifiesta el etnólogo.
El proceso de recuperación de los bailes y danzas tradicionales se basa en una metodología que permite al alumno la identificación de los géneros; por un lado los ‘bailes sueltos’, donde se encuadran las malagueñas, jotas, fandangos o seguidillas que tuvieron su máximo esplendor en la Huerta de Orihuela y el Baix Vinalopó en el siglo XIX.
Flores dice que “este tipo de bailes cayó en desuso definitivamente con la Guerra Civil y, gracias al trabajo de recuperación etnomusical que se hizo hace 20 años en las zonas del campo de Alicante, Elche y Crevillent, ahora las podemos transmitir a las nuevas generaciones. “Son músicas y bailes que, aunque sean característicos de la zona, presentan unas particularidades genéricas con el resto del folclore del arco mediterráneo”, indica el profesor.
El objetivo de la iniciativa es recuperar sones clásicos y traerlos a la actualidad
Identificar los ritmos
Además de este tipo de bailes, también ocupan un lugar relevante los ‘bailes agarrados’, como el vals, la mazurca, el fox-trop, la polca o el pericón. “Precisamente, estos últimos son los que triunfaban a mediados y finales del XIX. La gente comenzó a abandonar la jota o la malagueña para pasar a bailar cogido a la pareja, que era lo que primaba en una sociedad en la que el acceso a las relaciones entre hombres y mujeres era complicado”, explica Flores.
El profesor pone de relieve que el interés por recuperar este tipo de bailes y de músicas está reuniendo no sólo a gente de Crevillent, sino también de otras partes del Vinalopó, como la Algueña, Aspe, Novelda, Elche y también de Orihuela.
Los alumnos aprenden a identificar los géneros y melodías para después aplicar las coreografías
Distintos compases
Los talleres que imparte Flores no tratan de presentar danzas coreografiadas, sino de ofrecer a los interesados las herramientas necesarias para que sean capaces de identificar la estructura y las mudanzas propias de diferentes géneros de baile, a través de un aprendizaje práctico y progresivo que permita al alumno saber bailar de manera autónoma.
“Todo el mundo puede aprender a bailar, unos presentan una mayor aptitud que otros, pero solo es cuestión de interés y actitud. Quizás una de las mayores dificultades para el alumnado sea la no identificación del ritmo o del tempo. Para ello se practican ejercicios motrices con palmas basados en la repetición”, según manifiesta el folclorista.
El etnólogo remarca que los géneros tradicionales que se enseñan son de compás ternario (con tres tiempos), mientras que la música actual ha quedado reducida a binaria (con dos pulsos). Eso hace que movimientos como el vals sean difíciles de ser asimilados por algunos alumnos.
Un gran reto
A pesar del reto que supone aprender a identificar las músicas y aplicar los pasos oportunos en cada caso, el etnólogo asegura que en el plazo de un año se puede adquirir un mínimo de soltura para disfrutar en la pista de baile con unos pasos que hicieron las delicias de las generaciones que nos antecedieron.
“Ahora mismo estamos centrados en aprender cómo bailar la malagueña, tanto a la manera suelta como la de corte académico. Este fue precisamente uno de los bailes más populares en Crevillent y en todo el Camp d’Elx y que también se conocía como ‘ball xafat’. Creo que el interés del grupo de personas que respalda el proyecto garantiza la recuperación de parte de la cultura popular en esta zona”, señala Flores.
El etnógrafo alicantino, quien no puede disimular su pasión por este tipo de manifestaciones culturales, reconoce que gracias a personas como él, y a quienes participan activamente del proyecto, se va a hacer posible que el patrimonio etnomusical de la zona recobre el protagonismo que merece.