Entrevista> Manuel Lillo / Autor de ‘Hèrcules. Futbol i política’ (Alicante, 23-enero-1988)
El fútbol y la política, una relación tan controvertida como innegable. Y es que en nuestro país es muy habitual ver a políticos en los palcos de los estadios e incluso que el porvenir de un equipo se convierta en asunto electoral.
Por no hablar de casos especialmente llamativos, como cuando Jesús Gil se convirtió en presidente del Atlético de Madrid y alcalde de Marbella al mismo tiempo, o cuando el FC Barcelona ha apoyado institucionalmente al movimiento independentista catalán.
También en Alicante
Este fenómeno no escapa ni mucho menos a Alicante, y ahí es donde ha centrado su investigación el periodista y doctor en historia Manuel Lillo. Con su nuevo libro en valenciano ‘Hèrcules. Futbol i política’ repasa toda la centenaria historia del club blanquiazul desde el punto de vista de sus vínculos con las élites políticas locales.
La Segunda República, la Guerra Civil, la Dictadura Franquista, la Transición… Todos los diferentes acontecimientos sucedidos en España también marcaron el camino del Hércules.
«El libro es un repaso por los últimos 100 años de Alicante a través del Hércules»
¿Cómo surgió la idea de escribir este libro?
Hace algún tiempo fundé mi propia editorial, ‘Llibres de frontera’, con el fin de publicar libros sobre la historia de Alicante en valenciano. El primero fue referido al antiguo semanario satírico ‘El tío Cuc’, y para el segundo quería impulsar esta idea coincidiendo con el año del centenario del Hércules.
Hoy en día se habla mucho de la relación entre el Hércules y la política, sobre todo a raíz de Enrique Ortiz y todas sus grabaciones de conversaciones telefónicas que han salido a la luz. Sin embargo nunca se había explicado cómo funcionaba esto a lo largo de su historia. Así que me lancé a la piscina.
Una de las conclusiones de tu libro es que esta simbiosis viene desde casi los mismos inicios del Hércules. Supongo que los políticos alicantinos rápidamente se percataron del poder que tiene un deporte de masas…
Efectivamente. El fútbol cuando llega a España tiene la capacidad de convertirse muy rápido en un deporte de masas, y Alicante no es una excepción. Esto resulta una oportunidad muy interesante para que la gente con dinero pueda proyectarse popularmente. Por eso la mayoría de los primeros equipos son fundados por algún empresario o político, y así sigue siendo a día de hoy. Es un fenómeno que ocurre en todo el país.
«El Franquismo utilizaba al Hércules para generar vínculos entre el régimen y la ciudadanía»
Sin embargo la particularidad de Alicante es que fue la política quien destruyó al primer gran Hércules. Porque cuando llega a Primera… estalla la Guerra Civil. El fútbol se paraliza, el entrenador es asesinado, varios jugadores van al frente, otros son represaliados, etc.
Así fue y esto no solo afectó a la plantilla. En junio de 1936 una nueva directiva asume las riendas del club, pero curiosamente un mes después se tienen que marchar todos. Como Alicante fue una de las ciudades que no se sumó al golpe de Franco, el club pasó a estar gestionado por los partidos en el poder. Al Hércules le tocó sumarse a la causa republicana, al igual que al resto de la ciudad.
El Hércules fue nacionalizado durante la guerra, pero cuando ésta terminó el nuevo régimen franquista también puso a los suyos en la directiva…
Hay que pensar que al final el Hércules es una pantalla de proyección para la gente que manda, y esto ha ocurrido durante sus cien años de historia. Cuando Franco gana la guerra esa necesidad sigue existiendo entre los políticos por mucho que no haya democracia.
Una dictadura no se sostiene solo por la fuerza, sino también generando vínculos con la ciudadanía. Y el Hércules tiene un factor emocional muy grande entre la población así que era un instrumento político perfecto. De hecho hubo directivos herculanos que también fueron alcaldes o concejales franquistas.
«Alperi logró ilusionar al herculanismo con Ortiz porque era un empresario alicantino»
Y con la llegada a la democracia, los políticos siguen interviniendo en el club. Hasta el punto de que Enrique Ortiz llega a instancias del entonces alcalde Luis Díaz Alperi.
En efecto. Cuando muere Franco, este aspecto no cambia. El fútbol sigue siendo un instrumento para conseguir relacionarse con la ciudadanía. Cabe recordar que antes de Ortiz ya ocurrió que el Ayuntamiento compró el estadio Rico Pérez, con Ángel Luna como alcalde, para que el Hércules no desapareciera.
Igualmente luego Alperi percibe, con buen ojo, que una desaparición del club puede perjudicarle electoralmente. Por eso considera dárselo a un empresario alicantino. Más allá de abrirle la puerta a contratos públicos, su principal idea es que el Hércules debe volver a estar gestionado por inversores que no sean de fuera de la ciudad. Y eso ilusionó mucho al herculanismo. Fue la carta de presentación de Ortiz, y debemos recordarlo aunque luego su gestión haya sido un desastre.
¿Alguna anécdota curiosa relatada en el libro que nos quieras recordar?
Por ejemplo que la primera persona poderosa que accedió al Hércules fue nieto de Campos Vasallo, y a su vez abuelo de Julio de España (expresidente de la Diputación). Para que veas que las familias en el poder no cambian, sino que más bien cuentan con una gran capacidad para perpetuarse.
Al final el libro no deja de ser un repaso por la historia de Alicante en los últimos cien años a través del Hércules. Valga el ejemplo de cómo el fenómeno por el cual el turismo pasa a ser muy importante en la economía de la ciudad en los años 70 también se ve reflejado en el club a través de la figura de José Rico Pérez, quien era un ingeniero que además tenía negocios en el sector hotelero.