Entrevista> Isabel María Abellán / Catedrática de Geografía e Historia y docente (Cartagena, 6-diciembre-1961)
Isabel María Abellán es la autora de ‘Isidro. Relato del campo de concentración de Albatera’, un libro basado en la historia real de lo que vivió su protagonista durante los años de la guerra. Escribir este libro supuso a su autora seis años de investigación.
¿Cuándo comienza su pasión por la historia?
Desde muy pequeñita, cada vez que escuchaba historias de las personas mayores que habían vivido los tiempos de la Segunda República y la Guerra Civil Española, me quedaba embelesada y con ganas de saber más. Siempre me ha atraído conocer mejor esa época.
«Cuando comencé a investigar, los supervivientes de la guerra tenían miedo a hablar»
¿Cómo surge el interés por conocer mejor la historia del campo de concentración de Albatera en particular?
Pues fue un poco de casualidad. En los años 90, obtuve plaza como docente en la localidad de Albatera y, como trabajo de clase para mis alumnos, les propuse averiguar sobre lo que recordaban sus abuelos, y familiares de cierta edad, sobre su infancia y juventud.
Los tenían que entrevistar y, de esta manera, conocer un poco mejor su historia. Averiguar qué recordaban sobre la Segunda República, en los años 30 cuando ellos eran niños o jóvenes, y en los años posteriores de la guerra y la posguerra.
¿Qué averiguaron?
Lamentablemente era una época en la que los supervivientes tenían mucho miedo, y muchos no querían hablar por temor, supongo, a represalias. Pero nos condujeron hasta el puerto de Alicante, relatando las tragedias que sucedieron allí y los fusilamientos del castillo de Santa Bárbara.
En el año 1991 recibí un premio de la CAM, la antigua Caja de Ahorros del Mediterráneo, al mejor trabajo de investigación de profesores con alumnos y, cuando gané el premio, fueron los familiares los que nos pidieron que fuésemos a Madrid a recuperar las cartas de despedida que escribieron aquellas personas a sus familiares, cuando las tropas franquistas rodearon el puerto de Alicante.
¿Fue allí donde descubriste más detalles sobre este lugar?
Exacto, con el dinero del premio pude sufragar los gastos de llevar a mis alumnos a Madrid a investigar en el archivo de la Fundación Pablo Iglesias y Francisco Largo Caballero.
Allí encontré unos sobres que contenían los planos del campo de trabajo de Albatera, que se situaba más o menos a tres kilómetros del municipio. Fue construido por el gobierno de la Segunda República en 1937, inicialmente para descongestionar las prisiones alicantinas. Los presos podían allí reducir sus penas con trabajos, y entre los barracones había enfermería, duchas, baños, dormitorios…
Pero lo más sorprendente es que fue creado para albergar a 700 personas, y en los siete meses que funcionó como campo de concentración llegó a tener 20.000 presos.
Hablemos sobre el protagonista de su libro, Isidro. ¿Es su nombre real?
Por supuesto. Lo conocí en las II Jornadas Campo de Concentración de Albatera, que tuvieron lugar en el año 2009 en el municipio de San Isidro, a instancias del entonces alcalde, que era Damián Sabater Culiañez, para rendir homenaje a todas las personas que sufrieron represión en el campo de Albatera.
Yo iba a presentar mi primera novela histórica, ‘La línea del horizonte’, en las jornadas; lo hice, y al poco tiempo recibí una llamada. Era Isidro, quien me felicitó por la obra y por lo que en ella contaba, por mi investigación sobre el campo de concentración de Albatera. Isidro me dijo que él podía contarme mucho más sobre este lugar, pues vivió en primera persona lo que allí ocurrió desde el primer día hasta el último.
«Isidro asistió a unas jornadas de homenaje a las personas que sufrieron represión en el campo de Albatera»
¿Qué datos le contó sobre lo que sucedió allí?
Él era un miliciano catalán anarquista, y lo llevaron preso allí. Cuenta historias bastante duras sobre lo que allí pasó. Por ejemplo, dice que allí los agrupaban por lugar de procedencia, y había tal cantidad de presos que tenían que dormir a la intemperie.
Contaban con una lata de sardinas y un chusco de pan para repartir entre cinco personas. Era mucha hambre y sed la que pasaron, pues estuvieron días enteros sin beber nada. Muchos morían de hambre, muchos se quemaban debido al terreno donde permanecían, que era un saladar y la sal de la superficie multiplicaba el calor del sol por cinco.
Los dormitorios se usaban como letrinas, por lo que no querían entrar a dormir. Vivían en condiciones insalubres, había infecciones, enfermedades…
El libro ha contado desde el principio con una gran aceptación.
Así es, ya vamos por la quinta edición y los lectores se quedan con buen sabor de boca tras la lectura, creo que se debe a que Isidro ayudó a muchísima gente durante su estancia allí. No toda la historia que cuenta el libro es mala.
«Este libro ya va por su quinta edición»
¿Dónde podemos encontrarlo?
Cualquiera puede acercarse a su librería de confianza y encargarlo directamente a la editorial. Es un libro económico (10 euros) y no se cobran los gastos de envío. Espero que les guste.