Por todos es conocida la larga tradición agrícola existente en la Vega Baja. Nuestra comarca es una tierra fértil con buen clima, cuenta con un importante río como el Segura y además su ubicación costera le otorga la posibilidad de dar salida directa a sus productos hacia el comercio marítimo. Toda una serie de condicionantes que al unirse han propiciado que muchos de sus habitantes se hayan dedicado a cultivar el campo desde hace siglos y siglos.
Sin embargo curiosamente uno de los productos estrella vegabajeros apenas tiene seis décadas de historia. En realidad su origen es mucho más antiguo, pero a nuestra tierra no llegó de manera expansiva hasta hace bien poco. Hablamos de la alcachofa.
Orígenes de la alcachofa
Para entender como nuestros campos se llenaron repentinamente de alcachofas a mediados del siglo XX, primero conviene explicar de dónde procede esta hortaliza. Su origen histórico se cree que radica en el Antiguo Egipto, y en sus inicios tan solo se consumían los tallos. Más que como alimento, sus agricultores originales la comerciaban como un producto digestivo. Su primer nombre conocido es el vocablo árabe ‘al-kharsûf’, que significa ‘planta espinuda’.
Bien es sabido que los griegos fueron grandes navegantes, que importaron a su tierra todo aquello que hallaban y encontraban interesante de otras civilizaciones mediterráneas. Así ocurrió con la alcachofa.
Una leyenda griega dice que Zeus convirtió a una amante en alcachofa cuando le abandonó
La leyenda
Dice un mito heleno que Zeus -quien no destacaba precisamente por ser un referente de fidelidad conyugal- se enamoró de una joven llamada Cynara quien accedió a irse a vivir con él a su residencia en el monte Olimpo. Sin embargo, por lo que fuera, se conoce que esta chica se cansó del rey de los dioses y regresó a su pueblo de origen.
Según esta leyenda Zeus no se acabó de tomar demasiado bien las calabazas y reaccionó con gran enfado, convirtiendo a la muchacha en una alcachofa. Por eso el nombre científico de la planta es ‘Cynara scolymus’.
En sus orígenes solo se consumía el tallo de la alcachofa como producto digestivo
Fruto comestible
Aunque hay referencias de que la alcachofa también se cultivó en los tiempos del Imperio Romano, no está claro si llegó entonces a la península ibérica. Durante la Edad Media no hay apenas referencias a su plantación en Europa. Algunas teorías apuntan a que los árabes la exportaron a nuestra tierra durante la época islámica, mientras que otras consideran que las alcachoferas aparecieron como una evolución natural de los cardos.
Lo cierto es que dicha planta experimentó un importante salto evolutivo en el siglo XV cuando en Italia por primera vez se empezó a comer su fruto. Probablemente en sus orígenes éste era mucho más amargo, pero con el paso de los siglos su sabor se fue suavizando.
A partir de entonces su cultivo se normaliza en países occidentales como España o Francia. En nuestra península surgió la ‘blanca de Tudela’, una variedad alargada de color verde y tamaño pequeño llamada así por su abundancia de cultivos en la zona de Navarra.
En los años más dorados del Imperio Español incluso se importó hasta América, donde todavía se cultiva en países como Argentina o Perú. Sin embargo en la Vega Baja todavía se apostaba mucho más por otros productos agrícolas.
La producción de alcachofa se expandió en la Vega Baja durante los años 60
Llega el plástico
Todo cambió a mediados del siglo XX. La revolución del plástico supuso toda una lacra para los agricultores vegabajeros dedicados al cáñamo, que durante tanto tiempo habían encontrado mercado para muchos sectores como por ejemplo el textil o el calzado.
Sin embargo el plástico llegó al mundo para quedarse y aquellos campesinos no pudieron subirse a esta ola dado que se trataba de un producto por lo general más resistente, duradero y económico, producido por grandes industrias estadounidenses como derivado del petróleo.
No es que no hubiera cultivos de alcachofas anteriores a los años 60, pero fue en esta década cuando se multiplicaron. Los agricultores debían buscar alternativas y encontraron una en esta apreciada hortaliza. Renovarse o morir.
Decadencia y resurgimiento
Después de varios años de gran expansión, la producción de alcachofa vegabajera empezó a decaer hacia los años 70, debido sobre todo al boom turístico que experimentó la Costa Blanca. Muchos agricultores prefirieron abandonar su oficio para buscar trabajo en otros sectores más orientados al turismo o la construcción.
Irónicamente la crisis económica que sufrimos hacia finales de la década de los 2000 supuso la recuperación de algunos de estos cultivos. En 2011 se creó la Asociación de la Alcachofa de la Vega Baja del Segura, a iniciativa del Ayuntamiento de Almoradí.
Dicha localidad se ha considerado siempre como la capital alcachofera de nuestra comarca, tanto por su abundancia de cultivos en su término municipal como porque aquí surgió un mercado fijo de compraventa, que funcionó durante décadas hasta que fue sustituido por las subastas. Actualmente la localidad alberga el Congreso Nacional de la Alcachofa, que en el mes de marzo celebrará su octava edición.