El historiador Josep Lluís Santonja es el director del prestigioso archivo municipal de Alcoy -poseedor de obras únicas- desde hace más de veinte años. Se encarga asimismo de las actividades culturales que se llevan a cabo en una urbe muy viva “que adolece de espacios en condiciones para celebrar la grandísima demanda que hay”.
Especializado en Historia Moderna, es todo un erudito de nuestro municipio, como lo demuestran sus numerosos libros, en torno a la realidad alcoyana durante la Germania, la Guerra de Sucesión o la posguerra.
«El documento más antiguo de nuestro archivo es el borrador de la ‘Cort de Justicia’, de 1263-1265»
¿Qué funciones desarrolla como director del archivo municipal?
La dirección de personal, tema administrativo, tanto adquisiciones como contratos y control de la documentación que entra y sale. En definitiva, todo aquello que no realiza el personal auxiliar y resolver lo que requiere de una capacitación más técnica, como puede ser el tema de derechos de imagen cuando se piden fotografías.
Asimismo, gestiono y tomo la última decisión en asuntos de donaciones, cesiones de imagen…
¿Cuál es la pieza más antigua del archivo?
El borrador de la ‘Cort de Justicia’ de 1263-1265, el escrito más antiguo que se conserva y por ser el documento en papel valenciano que se existe de toda la Comunidad Valenciana.
También contamos con piezas curiosas por su valor intrínseco y sentimental, como puede ser el acta de la aparición de la Madre de Dèu dels Lliris, o toda la documentación de la Revolución del Petróleo, de 1873.
¿Qué tipo de personas acuden a documentarse?
El perfil es muy variado, pero hemos notado mucho que ha bajado la investigación académica, ahora se realizan menos tesis doctorales. Las demandas proceden de otras vías, tal es el caso de la arquitectura, ingeniería, diseño, arte…
«Nos llegan muchas personas que tienen necesidad de conocer cuáles son sus antepasados»
¿Por qué la historia interesa cada vez más?
Antes teníamos mucha demanda de investigadores, mientras ahora nos llega de personas, en ocasiones sin estudios específicos, pero con una gran necesidad por conocer cuáles son sus antepasados.
Recordemos que el archivo no únicamente tiene un valor histórico, sino también probatorio. Un ejemplo claro son los desaparecidos durante la Guerra Civil: los archivos son la única forma para rastrear la fuente, porque tenemos la relación de personas que salieron al frente de combate, cuándo desaparecieron…
Las consultas ahora nos llegan de todo el mundo, porque los emigrantes que se fueron y llevan dos o tres generaciones fuera, principalmente en Francia, piden información de dónde vivían sus antepasados y de dónde vienen ellos.
¿Cuál es el momento más relevante en Alcoy durante el último siglo?
La ciudad cambia muchísimo en pocos años durante los años que Europa vivía una guerra mundial. Había una gran demanda que la cubrían las empresas de Alcoy. La construcción masiva de fábricas es en ese periodo.
Posteriormente, en la década de los cuarenta, Alcoy se vuelve a beneficiar porque España es una autarquía, un mercado cerrado y la urbe alcoyana no tiene competencia exterior. El que se dedica a la industria tiene un mercado cautivo, a nivel textil y metalúrgico.
¿Cuándo pierde importancia nuestra ciudad?
A partir de los setenta, a consecuencia de la crisis de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Desaparecen las grandes industrias por una falta de reacción, debido a una enorme inflación. Son empresas que contaban con cientos de empleados, como Papeleras Reunidas o Matarredona, que vivieron situaciones insostenibles, en las que los sueldos subían semanalmente.
Se produjo también una falta de visión al no apostar por otro tipo de material y seguir con el algodón y la lana, que habían subido muchísimo el precio. Las industrias que creyeron en el tejido sintético aguantaron mucho más.