Entrevista> Mercè Climent / Escritora y editora (Alcoy, 3-septiembre-1981)
Mercè Climent es una autora inquieta, apasionada, capaz de narrar diferentes temas y estilos, pero siempre con el deseo de dirigirse a un público joven, para provocarles una reflexión y que conozcan de dónde venimos. Ha escrito obras como ‘Lina Panxolina i el quadern màgic’ o ‘Murta i els mirairons’, II Premio Altea de Literatura Infantil y Juvenil.
Su última novela es ‘No hi havia a València’, sobre una temática poco conocida como es la intersexualidad, relativa a aquellas personas que nacen con características biológicas fuera de las establecidas tradicionalmente en el espectro binario (masculino/femenino). Asimismo, ya trabaja en su próximo proyecto, que mostrará a una mujer sufridora en un campo de concentración nazi.
«Mi amor por la escritura procede de la lectura, incentivada por mis padres desde bien pequeña»
¿De dónde procede tu pasión por la escritura?
De mi amor por la lectura. Mi padre era poeta y disponíamos de una biblioteca muy grande, a la que yo llamaba mágica porque siempre que me avocaba a ella descubría nuevos libros. He sido una gran lectora y en un momento dado tuve la necesidad de contar mis propias historias.
Comencé a hacer una especie de comics, porque también me gustaba dibujar y en una hoja hacía viñetas e iba narrando en voz alta la historia.
¿Cuáles han sido tus influencias?
Mis padres marcaron las primeras lecturas, y las pasiones de cada uno de ellos me fueron influenciando. Me inicié con los clásicos infantiles -Hermanos Grimm, Charles Perrault o Hans Christian Andersen- a los que leía y releía.
Pero pronto mi madre me habló de autores como Guy de Maupassant, Pedro Salinas, Miguel Hernández y paulatinamente lo fui asumiendo como lecturas propias. Mientras, mi padre me señalaba a Jorge Luis Borges o Gabriel García Márquez.
Recuerdo, por ejemplo, que tenía ocho años y me decía tienes que leerte ‘Cien años de soledad’, que obviamente requiere de más edad para su comprensión.
«Leo sobre todo a autoras valencianas y catalanas, silenciadas durante mucho tiempo»
¿Y más actuales?
Muchísimos, aunque me estoy centrando en la lectura de escritoras de la Comunitat Valenciana, Cataluña o extranjeras, porque a lo largo de mucho tiempo estuvieron silenciadas y me apetece ahora descubrir voces femeninas.
Ya con veinte años leí intensamente a Carme Riera, Mercè Rodoreda y Maria Mercè Marçal, entre otras.
¿En qué momento esa afición se convierte en una profesión?
En el instituto ya gané los premios que se convocaban de narrativa y me hizo pensar que escribía bien, porque un jurado me había valorado. A partir de ahí comencé a escribir cuentos, pese a que durante mis estudios como Ingeniera Agrónoma apenas tenía tiempo.
En el último curso de la carrera retomé la escritura y me presenté al concurso Sambori de narrativa, donde quedé finalista. Esto me hizo volver a reactivarme y desde entonces presenté una serie de relatos en concursos y decidí que eso era lo que realmente me gustaba.
Me matriculé en Filología Hispánica, que era lo que me atraía desde siempre, y participé en nuevos concursos, ganando alguno, y ya no paré de escribir. Realmente fue todo un largo proceso.
Tu primer libro va dirigido a un público muy joven.
‘Lina Panxolina i el quadern màgic’ me gustó mucho escribirlo y, como curiosidad, mientras lo iba redactando, le pasaba capítulos a mi hermana, Àgueda Climent, que es la ilustradora y en ese momento vivía en Sevilla. Se trata de un libro muy especial que esconde muchos homenajes que no se aprecian y habla un poco del acoso escolar en la escuela y de cómo superarlo.
Me presenté a un premio con ese libro, que no gané, pero la editora de Bullent, Nuria Sendra, me indicó que había quedado entre las finalistas y que querían publicar la obra. Realmente fue para mí igual que ganar el premio.
«No concibo escribir sin que haya un lector y por ello me gusta escuchar sus opiniones y críticas constructivas»
Dices que te apasiona el contacto con los lectores. ¿Por qué?
No soy de esas escritoras que se esconden, me gusta mucho el contacto porque pienso que la escritura se completa con el proceso de lectura. No concibo la escritura sin que haya un lector, no escribo para mí y por ello me agrada compartir sus opiniones y críticas constructivas. Me ayuda a evolucionar.
Me gusta especialmente con los niños y jóvenes debido a que, con ellos, es un aprendizaje continuo: son sinceros, si no les gusta tu libro o les aburre te lo dicen enseguida. También me mantiene joven el espíritu.
¿Quizás por ello has participado en la iniciativa ‘Llegim als pobles’?
Se fundamenta en ir por diversas localidades, en ocasiones de poca población, e incentivar allí la lectura. Realmente pienso que son los pueblos los que eligen a los escritores y estoy muy contenta porque haré un total de cinco sesiones -Altea, Cinctorres, Benilloba, Carcaixent y Castellar- y es una oportunidad.
Allí he hecho actividades diversas, desde cuentacuentos, talleres o charlas sobre un libro. Hablar de literatura, sea en el formato que sea, me apasiona y he intentado hacer de mi pasión, mi vida.
Recientemente has publicado la novela ‘No hi havia a València’. ¿Cuál es su trama?
Es una novela que se puede considerar ‘crossover’, tanto para un público joven como para uno más adulto. Habla sobre la identidad sexual y la libertad, centrándome en la intersexualidad, un concepto que es muy poco conocido y poco tratado en la literatura. De hecho, hace poco descubrí que la mía es la primera novela en lengua catalana que trata sobre un personaje intersexual.
Me apetecía mucho reflexionar sobre este tema, aunque el libro también toca el abuso de las nuevas tecnologías, los tipos de familias que hay, las relaciones entre los jóvenes, la dicotomía pueblo-ciudad, el consumismo… Es un libro-espejo se reflejan muchos aspectos de la sociedad y yo increpo a los lectores si este es el modelo que queremos o si debemos cambiar ciertas cosas.
«Soy escritora después de un largo proceso, tras estudiar Ingeniería Agrónoma, porque mi pasión siempre fueron los libros»
¿Te gusta hacer pensar al lector?
Sin duda, la escritura es un arma que tenemos para quejarnos, hacer crítica e invitar a la reflexión, sin dar en ningún momento lecciones de nada.
¿Por qué un cambio tan radical en tu estilo?
Este nuevo libro va dirigido a chicos a partir de catorce años, es una novela de iniciación e intergeneracional. Realmente no es un cambio, porque no he dejado de escribir para un público infantil, sino que fue un encargo por parte de Sembra Llibres. Desde siempre he tocado muchos géneros (poesía, narrativa de adultos, de infantes y jóvenes). El estilo depende de las necesidades de cada momento.
¿Qué acogida está teniendo?
Impresionante, en enero se lanzó la quinta edición. No se va a traducir en principio al castellano, pero sí ha habido contactos con una productora de cine. Además, ‘No hi havia a València’ ganó hace poco el premio Samaruc de los Bibliotecarios Valencianos que la consideró como la mejor novela juvenil escrita en valenciano en 2021.
En su última novela intenta hacer reflexionar al lector sobre la sociedad actual
Próximos proyectos.
Estoy en la fase de documentación de una nueva novela. Se basará en una mujer luchadora que tuvo que estar en el campo de concentración de Ravensbrück, en el marco de la Segunda Guerra Mundial. Será un libro que hablará sobre todo de libertad y memoria.
Mi intención es viajar pronto a Berlín a visitar este campo, que era donde se concentraban las mujeres, las grandes olvidadas de ese conflicto bélico.
¿Ese libro sí tendrá un público más adulto?
En realidad, busco conectarlo con la actualidad, involucrando también al público más joven, para concienciarlos porque estamos en un momento complicado de la sociedad, con una crisis de valores que hace, por ejemplo, que la memoria histórica les quede muy lejano a los jóvenes, que no se posicionan. Es importante saber de dónde venimos, para saber dónde nos dirigimos.
¿Existe el mito de la página en blanco?
Cuando te introduces en una novela requiere mucha disciplina y debes tener claro que escribir se convierte en tu prioridad. Es decir, que otras cosas que te gustan hacer, debes apartarlas. Puede que no le dediques tantas horas a tus hijos y tus aficiones quedan totalmente abandonadas una temporada, porque toca picar piedra.
Hay que echarle muchas horas para que quizás te cunda un rato, eso no se sabe. Puede que en tres horas hayas escrito una página, o dos. Reescribes lo del día anterior, o lo borras…
Cuando tienes el papel delante hay una gran responsabilidad. Y es cuando puedes hacer todo lo que quieres y has de escoger bien lo que haces, porque el campo es infinito. Escribir es una toma de decisiones continua, en la que nos acompaña la inseguridad, que nos hace sufrir mucho. Pero a la vez es muy positiva, ya que te obliga a pensar y repensar, reflexionar, replantear cada cosa.
«Mi próximo proyecto se basará en una mujer que estuvo en un campo de concentración nazi»
¿El problema radica en cómo comenzar el libro?
Me gusta una idea que indica el autor Vicent Usó, que dice que hay dos tipos de escritores, los de mapa y los de brújula. Los primeros, antes de comenzar a escribir, lo tienen todo planificado e incluso ya saben la última frase de la novela.
Los otros, los de brújula, tienen un tema y lo van desarrollando, sin saber a veces ni cómo acabarán ese capítulo. El riesgo es que la novela se quede colgada, sin finalizar a tiempo, o desestructurada. Tengo más tendencia a este segundo tipo de escritores y eso hace que cuando comienzo no sé cómo acabará la historia.
Me parece más mágico de esta forma, porque cuando me pongo a trabajar a veces me sorprendo de lo que estoy escribiendo. De una forma te conviertes en tu primer lector. Sinceramente da miedo el papel en blanco, sobre todo cuando hay un encargo o una fecha límite, porque no puedes saber si podrás escribir tres páginas diarias. El proceso no funciona así: en ocasiones te dedicas a corregir, borrar o editar.
¿Cómo podemos incentivar a la lectura?
Sobre todo, se debe prodigar con el ejemplo. Mi hija mayor, de seis años, que ya empieza a leer, me ve constantemente con libros en la mano y ella todas las noches no se va a dormir sin haber leído algún cuento.
Y también dar a entender que se trata de una cosa divertida, motivar a la lectura, explicar historias interesantes, etc.