Entrevista> Domingo Rodes / Director de cine (Benejúzar, 17-mayo-1957)
La vocación lo llamó, y desde los ochenta ejerce de realizador para el Centro de Medios Audiovisuales de la Diputación (hoy área de Imagen y Promoción), donde no ha parado de filmar multipremiados documentales. Además de, paralelamente, atreverse con la ficción: cortos como ‘Al fondo a la derecha’ (1982) o ‘Verano’ (1985), el mediometraje ‘Fuera de servicio‘ (1989), largos como ‘Tabarka’ (1996) y ‘El concursazo’ (2007).
Has estrenado un documental sobre José María Manzanares. Antes rodaste películas sobre Eusebio Sempere, Gastón Castelló, Jorge Juan, Azorín. ¿Realmente conocemos nuestra cultura?
La verdad es que con mi profesión tengo mucha suerte por poder adentrarme en tantos personajes. Recuerdo cuando hicimos ‘Jorge Juan, el sabio español’ (2013) y comprobamos que era un completo desconocido, algo aquí, por la Fundación Jorge Juan, pero fuera un desconocido. Es una satisfacción saber que en YouTube la película ha alcanzado los seis millones de visitas.
Es una oportunidad maravillosa ahondar en estos personajes. Y estos documentales siempre suponen difusión, aunque a veces estés muy limitado por los materiales. Como cuando tratas personajes antiguos. Al hacerlos, te conviertes casi en un experto.
«Estos documentales suponen difusión, aunque te limiten los materiales»
Como ahora, con el de Manzanares, más actual.
Así es, pero cada personaje tiene su dificultad. La primera aquí es que no soy muy taurino, así que busqué tratarlo con la máxima objetividad a través de diversos materiales, ya que él falleció en 2014. Como te decía, te acabas convirtiendo en un experto.
Rodaste, al margen de tu trabajo en la Diputación, una serie, ‘Castillos en el tiempo’ (1998), que abarcaba toda la Comunitat Valenciana y que distribuyó una firma estadounidense.
Como director, he intentado abarcar todos los géneros posibles. Y aquella serie, con la colaboración de Canal 9, me permitía mostrar toda la Comunitat, sus fortalezas, la riqueza cultural impresionante que tenemos. Más de dos mil años de historia en trece capítulos de media hora. Incluíamos dramatizaciones, incluso de batallas, para que el producto fuera lo más ameno posible.
Sabíamos que al mercado americano lo que le interesa de Europa era eso, y tuvimos la suerte de que en una firma californiana vieron la serie y se hicieron con la distribución.
«Todo premio te refuerza la ilusión por seguir en tu trabajo»
‘Vestigios de la Contestanía’ (1980) fue tu primera cinta profesional (codirigida). ¿Habías hecho algo antes?
Sí, ya desde muy joven, a los dieciséis años empecé, hice mis primeros cortos en súper-8, en 16 milímetros, vamos, formatos ‘prehistóricos’. Compramos una cámara de 16 milímetros y rodamos aquella cinta para la Caja del Mediterráneo (CAM), que tuvo muchos premios. Era mi primer encargo.
Como era en 16 milímetros, había que montarla en una moviola, y lo hicimos en el Centro de Medios Audiovisuales de la Diputación. Hubo más trabajos y en 1983 creo recordar que entraba ya en la Diputación. Aquello la verdad es que fue un subidón, me dio mucha adrenalina. Era profesionalizarte en lo que te gustaba.
¿Cine por encargo o cine de autor? Algunos de los grandes maestros, como John Ford, se divertían por igual con uno u otro.
La verdad es que Ford ya son palabras mayores. Para mí, posiblemente el mejor director. Y pongo dos ejemplos de películas: ‘El hombre tranquilo’ y ‘Centauros del desierto’. Se atrevía con todo, era muy polivalente. Y ahora, salvando todas las distancias, he rodado obras propias y encargos. Tenía bien claro que si quería convertir mi ‘hobby’ en trabajo, tenía que aceptar distintos proyectos.
Unos te gustarán más, otros menos. El caso es llevarlos a tu terreno, que pasen a ser todas películas propias.
«Desde luego, el cine no va a morir»
El Festival de Cine de Sant Joan te ha concedido el Ficus de Oro Honorífico, tienes el premio Carles Mira del de Peñíscola, te han galardonado incluso en Estados Unidos… Hay quien ningunea los premios, pero, ¿cómo lo sientes tú?
Mira, que nadie te diga lo contrario: todo premio te refuerza la ilusión por seguir en tu trabajo. Y en este caso, en Sant Joan, ya son 23 ediciones; he visto crecer el certamen, he sido jurado, y que te reconozcan tu trabajo aquí, en tu propia tierra, está muy bien.
Eres muy reconocido en el campo del documental, pero hay una galardonada carrera paralela como director dramático. ¿Qué prefieres?
Bueno, empecé a contar ficción, primero con cortos, hasta que ya te planteas la película de larga duración. La primera fue ‘Tabarka’, una película alicantina rodada aquí y por alicantinos. Me siento muy contento de haber trabajado con todos los formatos y géneros. Ahora, un largo es un ‘matapersonas’. Aunque hoy en un ‘pin’ llevas un producto que puede haber costado millones, y antes tenías que cargar con cinco latas de 20 kilogramos.
He sido muy afortunado con mi profesión, que en España no suele dar de comer a más de siete o diez cineastas, aunque ahora las plataformas han supuesto un refuerzo laboral. Hay mucho donde elegir. Desde luego, el cine no va a morir.
Miguel Hernández y Francisco Balmis
¿Sigues teniendo ese o esos proyectos en mente que te gustaría a hacer?
Hombre, en mi cabeza rondan muchas cosas, pero piensa que ya estoy en edad de retirarme. Profesionalmente, claro, yo creo que un cineasta no debe jubilarse nunca. He rodado más de cien documentales, publicidad, ficción.
¿Qué me gustaría? Pues sigo teniendo clavada la espinita de rodar un documental sobre Miguel Hernández. Y el doctor Balmis (el de la expedición, 1803-1806, para que la vacuna de la viruela llegase a todo el Imperio español). Pero eso ya, lo que sea.