Crevillent, tierra canora. Sangre de pentagrama que comenzó a circular desde ni se sabe cuándo y que, entre finales del XIX y comienzos del XX, empezó a desgranar realidades como, desde 1891, l’Orfeó Crevillentí, a partir de 1941 la actual Coral Crevillentina. Estos frutos culturales, donde confluían mecenazgos burgueses y afición al canto de obreros, artesanos y comerciantes, dieron pie a la aparición de nombres a retener, como Luisa Vela Lafuente (1884-1938).
En realidad, Luisa Vela nacía en la valenciana Tuéjar, municipio montaraz de la comarca de Los Serranos, plena serranía del Turia, con 1.168 registros en 2022 y unos cuantos más, 1.763, en 1877, el último censo antes del nacer la internacional soprano, hermana del también universal violinista y compositor Telmo García Lafuente (1889-1978), este sí nacido en Crevillent. ¿La explicación? Veámosla.
Orígenes de postín
El porqué del nacimiento itinerante de Luisa Vela y sus hermanos, todos ellos metidos en vericuetos musicales, resulta claro: el padre fue un eminente cirujano, Telmo Vela Sánchez, nacido en Malate, uno de los dieciséis distritos de Ciudad de Manila, capital de Filipinas. Por desgracia, no disponemos hoy de muchos más datos al respecto, salvo que venía de familia militar, de las de honores y medallas.
La Guerra Civil arrasó documentos, lápidas y memorias, pero aquí añadamos la guerra hispano-estadounidense, entre el 25 de abril y el 12 de agosto de 1898, en la que España perdía las colonias que le quedaban en el Caribe y el océano Pacífico, Filipinas incluidas. Queda, sin embargo, registro de que se casó con la crevillentina Teresa Lafuente Ruiz (sus fechas también quedaron diluidas).
Su padre fue un destacado cirujano de pila bautismal filipina
De aquí para allá
Ambos cónyuges sentían pasión por la música. Y esa melomanía la heredaron los descendientes. Como el ir de aquí para allá, hijos de un cirujano. No es de extrañar que marcharan a la localidad natal de Teresa Lafuente. Luisa Vela no cortó lazos con el municipio de buena parte de su crianza, por obvios motivos familiares, pero le quedaba mundo por ver.
Sin perder ese Crevillent que algunas enciclopedias anotan erróneamente como natal, el Conservatorio de València (a partir de 1991, Conservatorio Superior de Música Joaquín Rodrigo, en honor al compositor saguntino, 1901-1999, que tanto popularizó palacio y jardines de Aranjuez) se presentaba como una meta deseable, pese a la inicial oposición de su padre, a quien no le entusiasmaba la perspectiva de que su hija se subiera a ningún escenario.
El médico no quería que su hija se dedicara al canto
De Crevillent a Madrid
El panorama cultural del Crevillent de finales del XIX y comienzos del XX no era en absoluto despreciable. La fundación de la citada coral, por ejemplo, se adelantaba a otras formaciones en la provincia, como en 1941 la Polifónica Alcoyana o en 1958 el coro femenino Stella-Maris. El sector textil, fortalecido a partir de 1920 con la industrialización de la manufactura alfombrera, alimentaba a una sociedad que acogía ya numerosas representaciones teatrales.
Pero se trataba de perfeccionar los talentos, y en aquel momento lo suyo era Alicante ciudad, en las orquestas de los teatros (el Conservatorio Superior de Música Óscar Esplá, en honor al compositor alicantino, 1886-1976, no se funda hasta 1958, como Instituto de la Música del Sureste) o València, en la institución creada en 1879. Finalizaba, eso sí, los estudios en Madrid, adonde fue su familia y donde ella debutó.
La tiple se retiró con su marido a Polop de la Marina
Debut y boda
Varios cronistas hablan de tal debut el 2 de agosto de 1902, en el Teatro del Príncipe Alfonso (Teatro Circo de Rivas), pero este, inaugurado en 1863, fue demolido en 1898. Sobre su ánima se erigía, desde 1902, el Lírico o (desde 1905) Gran Teatro, que duró hasta 1920. Y ahí consignan los recortes de prensa la representación de la zarzuela ‘Jugar con fuego’ (1851), del madrileño Francisco Asenjo Barbieri (1823-1894).
Pronto se unió profesionalmente al barítono barcelonés, de Mataró, según varias fuentes, Emilio Sagi Barba (1876-1949), que había estado casado con la bailarina Concepción Liñán Pelegrí (cuyos datos también borraron los vaivenes del tiempo). La unión iba a llegar a mucho más: Luisa y Emilio contraían matrimonio en Montevideo, en 1912. Ambos fueron padres de otro famoso barítono: Luis Sagi-Vela (1914-2013). Y no pararán de representar sin parar a ambos lados del océano.
Los últimos cantos
Público de todas las latitudes pudo disfrutar de ambas voces al alimón, que atacaban con igual gran arte una ópera que una zarzuela, hasta 1923, cuando Luisa Vela decide retirarse, en pleno triunfo, tras el estreno el 17 de noviembre de la zarzuela ‘El dictador’, con música del gaditano (algecireño) Rafael Millán Picazo (1893-1957). Su marido esperó hasta 1932, tras estrenar el 26 de marzo ‘Luisa Fernanda’, con música del madrileño Federico Moreno Torroba (1891-1982).
Se retiraron a la provincia de Alicante, a la casa que poseían en Polop de la Marina, plena Marina Baixa. En el fondo, no tan lejos de ese Crevillent materno donde iba a germinar toda una saga de grandes de la música. Un 2 de septiembre, la voz de Luisa Vela Lafuente se quebró ya del todo.