Entrevista> José Antonio Mora / Coleccionista de gramófonos y gramolas (Elche, 25-septiembre-1972)
El arte de coleccionar cumple con la máxima de reunir, conservar y mostrar cualquier objeto por puro placer. Si lo habitual es coleccionar monedas, sellos o minerales, hay quienes no dudan en recopilar cosas de lo más variopinto.
Es el caso de José Antonio Mora, un abogado y administrador de fincas de Elche que lleva más de 25 años moviendo cielo y tierra para reunir una espectacular colección de gramolas y gramófonos de finales del XIX y principios del XX.
¿Dónde nace el interés por coleccionar gramófonos?
Siempre me he sentido atraído por las antigüedades, y especialmente las fabricadas con madera. En el caso de los gramófonos, es una antigüedad que puedes no sólo ver, sino también oír. Es un objeto que te permite trasladarte a los años 20 y eso me fascina.
«Oí a Glenn Miller en una gramola y me enamoré»
¿Es un coleccionista ‘monógamo’, o colecciona otros objetos?
Colecciono todo aquello que tiene relación con los gramófonos. Por ejemplo, hay algunos que se oyen a través de una radio y también tengo algunas piezas muy interesantes. Evidentemente, también he ido reuniendo cajas de agujas, cepillos y más de dos mil discos para disfrutar del sonido que emiten estos artilugios maravillosos.
¿Cuándo comenzó su colección?
En el 96 y de forma totalmente casual. Siempre he sido fanático de las antigüedades y disfrutaba mucho cuando iba a casa de mis abuelos y revolvía los armarios y baúles en busca de tesoros. Una vez encontré unos marcos de cuadros y unas cajitas de madera de mis bisabuelos preciosas. Las llevé a un restaurador y en su tienda vi una gramola en la que sonaba ‘Serenata a la luz de la luna’, de Glenn Miller, y quedé absolutamente enamorado.
Esa gramola de sobremesa, de 1920, modelo ‘6 b’ de la marca ‘La voz de su amo’, fue la primera de las más de 250 que tengo hoy en día. Entonces empecé una colección que me ha atrapado y que me ha permitido descubrir un mundo maravilloso.
¿Es fácil conseguir estas piezas?
Entre 1996 y 2004 sólo logré reunir tres porque no es habitual encontrarlas en los mercadillos y era muy complicado localizarlas. La irrupción de Internet fue definitiva para hallar gramolas a lo largo y ancho del planeta y ahí empecé a realizar numerosas e interesantísimas adquisiciones.
¿De dónde proceden sus gramófonos?
Tengo piezas de todo el mundo: de Australia, EEUU, Reino Unido, Francia, Italia, Alemania, Austria… El mercado a través de Internet es infinito y eso facilita la posibilidad de buscar y adquirir las piezas que más me interesan. Yo colecciono únicamente gramófonos y radiogramolas de la firma ‘La voz de su amo’, una marca que en cada país tenía un nombre distinto.
«Internet ha facilitado la localización de piezas»
¿Nos podría decir qué pieza es la más valiosa de su colección?
Desde el punto de vista económico, las más valiosas son los modelos 202 y 203, que son las que mejor sonoridad aportaban. Son muy grandes, fabricadas entre 1926 y 1929, y son espectaculares.
¿Cuáles son las más raras?
Las más raras y bonitas son las de nogal circasiano, un nogal de origen ruso, aunque también hay un Berliner, de 1898; la primera de mueble, de 1907; la primera portátil, de 1909, que se desmontaba y se metía en una maleta; la primera de maleta, de 1920, y la primera radiogramola, de 1929.
¿Y la más especial?
Sentimentalmente, la más especial es la primera, aquella con la que empecé a reunir una colección de la que me siento muy orgulloso.
¿Y encima funcionan?
Funcionan casi todas a pesar de tener más de un siglo a sus espaldas. Las que compro más estropeadas se las llevo a Diego Cava, un restaurador de Cehegín. Con su maestría con la madera y con la información de la que yo dispongo siempre recuperamos las piezas manteniendo en lo posible sus elementos.
«Un aparato costaba en España lo mismo que un coche»
¿En España son habituales estos aparatos?
En los años 20 la capacidad económica de los españoles no era muy elevada y por eso no hay muchas. Hay que tener en cuenta que uno de esos aparatos valía lo mismo que un coche y únicamente las compraban los más pudientes, los que, según la publicidad de la época, tenían el privilegio de tener la ópera en su propia casa.
¿Cuál podría decir que fue la más complicada de obtener?
Una que estaba en el palacio de Arganza, en Villafranca del Bierzo, y que conseguí en un concurso de acreedores con muchos interesados; y otra que me retuvieron en el aeropuerto de Lima y que costó mucho recuperarla desde España.
¿Su próximo objetivo?
Lo que busco es lo que no tengo todavía. Me gustan mucho las piezas de Art Decó y de Art Nouveau. Tengo predilección por los gramófonos de mueble y la verdad es que me gustaría tener todos los modelos de ‘La voz de su amo’, de los que me queda conseguir una decena de ellos, aunque en estos momentos me estoy centrando más en restaurar y poner a punto los que están en mi poder.
¿Tiene intención de exponerlas?
Es complicado. Sí me gustaría hacer una exposición en la que se pudiera ver la evolución de la gramola, desde la primera hasta la última fabricada en los años 60. En España somos unos diez coleccionistas de gramófonos y gramolas, aunque he de reconocer que la mía es una serie muy especial porque locos como yo hay pocos.