ENTREVISTA> Rosa María Martínez / Catedrática de Bioquímica y Biología Molecular de la UA (Villena, 19-febrero-1976)
La Ciencia tiene un pulso constante contra el cáncer por hallar nuevas estrategias para frenarlo. Si ese reto además puede sustituir con productos naturales a otros tratamientos químicos muy agresivos por sus efectos secundarios, el logro sería grandioso para la humanidad.
Gracias al trabajo realizado por el grupo de investigación de Bioquímica Aplicada de la Universidad de Alicante, en colaboración con el Hospital General Universitario de Alicante, se ha podido identificar la capacidad anticancerígena de un pigmento presente en microorganismos de las Salinas de Santa Pola. La investigación se centra por el momento en el cáncer de mama.
Gran capacidad antioxidante
La noticia está dando la vuelta al mundo, ya que han comprobado que ese pigmento posee unas enormes capacidades antioxidantes, y que, en determinadas dosis, no causa ningún efecto dañino sobre la célula sana, pero sí limita la capacidad de crecimiento de las células neoplásicas.
Ensayos en biopsias
A partir de este descubrimiento son varias las fases que hay que desarrollar, empezando por ampliar el estudio con líneas celulares diferentes de otro tipo de tumores, para continuar con los ensayos en muestras de tejido de biopsias o piezas quirúrgicas, con el fin de diseñar posibles protocolos de tratamiento usando este pigmento, y pasar después a estudios con animales antes de llegar a su uso clínico en pacientes.
La doctora Rosa María Martínez es la directora del grupo de investigación, y vicerrectora en la Universidad de Alicante.
«Se encuentran en la salmuera de la sal, antes de ser lavada y procesada para su comercialización»
¿Cómo llegaron a esta conclusión?
Todo comenzó hace años con un estudio que estábamos realizando para mi tesis sobre microorganismos en las Salinas de Santa Pola, y comprobamos que, al trabajar con ellos en el laboratorio, cambiaban aún más de tonalidades sus pigmentos pasando del rosa hasta el rojo.
Esto nos llamó mucho la atención, pero por falta de financiación tuvimos que detener la investigación y ahora hemos podido retomarla con fondos europeos y de la Generalitat.
Tras experimentar con ellos para saber qué papel tenían estos pigmentos en las células de los microorganismos, vimos claramente su gran poder antioxidante sobre ellos, 300 veces superior a la mayoría de compuestos naturales, y de cómo les protegían además contra la radiación solar. Nosotros lo que hicimos fue producir gran cantidad de microorganismos en laboratorio, aislar el pigmento, y fue cuando vimos claramente su papel sobre las células, sus grandes posibilidades anticancerígenas y su posible aplicación en la medicina, y nos centramos en ello.
¿Dónde se encuentran estos microorganismos?
Se encuentran en la salmuera de la sal, antes de ser lavada y procesada para su comercialización. Desgraciadamente, cuando se procesa para su uso doméstico los microorganismos se eliminan de su composición.
En verano es cuando más se puede observar este fenómeno porque están en pleno crecimiento y se pueden observar mejor sus colores en las balsas de las salinas. Esto es algo que no solo ocurre en Santa Pola, se puede estudiar en otras salinas, pero este estudio ha sido el pionero.
«Son muchos los estudios que se quedan en un cajón por no tener presupuesto para poder llevarlos a término»
Lo están enfocando en el cáncer de mama, ¿pero hay otras posibilidades?
Desde luego. El hecho de estar colaborando con la doctora Peiró, especialista en cáncer de mama en el Hospital General de Alicante, nos ha hecho centrarnos en un primer avance en este tipo de cáncer, pero a día de hoy ya estamos trabajando en otros tipos de tumores.
También colabora con nosotros el doctor Montoyo de ese mismo hospital. Ya se está trabajando para aplicarlo en la leucemia, y se abre todo un abanico de posibilidades para estudiarlo en todo tipo de tumores.
¿Cree que habrá financiación para llegar hasta el final?
Esperamos que sí, pero es la gran preocupación que tenemos siempre los investigadores. Son muchos los estudios que se quedan en un cajón por no tener presupuesto para poder llevarlos a término. Desafortunadamente, esto en España es así. Por el momento tenemos financiación garantizada hasta final de 2024.
¿En qué fase se encuentran?
Tenemos que seguir todos los protocolos que se necesitan y que son muy estrictos hasta poder administrarlo a pacientes. Es decir, más ensayos de laboratorio y ensayos con animales. A pesar de que se trataría de compuestos naturales, no deja de ser un compuesto ajeno a nuestro cuerpo, que se debe verificar muy bien en cuanto a sus efectos secundarios antes de la aplicación en humanos.
Ahora estamos terminando la fase ‘in vitro’, y en unos meses comenzaremos a probarlo en tejidos de biopsias. Desgraciadamente estos protocolos llevan su tiempo y no creo que pudiera estar comercializado antes de siete años.
De lograrlo, estaríamos hablando de la posibilidad de frenar el desarrollo de células cancerígenas, y de aliviar sufrimiento a los pacientes, que como consecuencia de otros tratamientos padecen graves efectos secundarios.
«Ahora estamos terminando la fase ‘in vitro’, y en unos meses comenzaremos a probarlo en tejidos de biopsias»
¿Se ha puesto en contacto con ustedes alguna industria farmacéutica para comercializar su descubrimiento?
Sí. La verdad es que en las últimas semanas hemos recibido muchas llamadas en este sentido, pero debemos ser muy cautelosos. Algunas empresas son serias, con objetivos muy claros, pero otras no dejan de buscar otra cosa que el oportunismo y crear una nube de noticias que puede llegar a provocar falsas esperanzas, y en eso estamos siendo, como le decía, muy cautelosos.
También estamos recibiendo llamadas de asociaciones relacionadas con el cáncer de mama interesándose por el proyecto.
¿Podría buscarse una fórmula para producir sal doméstica que contenga estos microorganismos?
Así es. De hecho, ya hay empresas en Estados Unidos y Holanda que están trabajando en ello. Se trataría de una sal enriquecida y suplementada que contendría una parte de estos microorganismos. Se pretende comercializar como una sal que contenga antioxidantes y probióticos, pero que estaría muy lejos de producir una efectividad antitumoral.